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Vladimir Acosta

El tema que expondré en este artículo y en el siguiente sobre geopolítica está dedicado a nuestra América Latina. Pero para que sea posible entenderlo y valorarlo a plenitud tengo que situarlo en el contexto que le corresponde. Y para ello debo dedicar este primer artículo a definir ese contexto, a fin de poder así mostrar lo referente a América Latina en el segundo.

Geopolítica es desde hace ya tiempo un vocablo de uso corriente en el campo político y académico, lo mismo que en el lenguaje usual. Se lo emplea a gusto en todo artículo, ensayo o conversación referente a la política de hoy sobre todo si se tocan las rivalidades y ambiciones que son tema cotidiano entre países grandes y poderosos o sus agresiones a países más débiles. Este uso es perfectamente válido porque el concepto de geopolítica puede admitir dos acepciones, una de las cuales sería su extensión a ese uso común, corriente o cotidiano, pero que no es la única ni la más apropiada, porque el concepto tiene también una

acepción propia, concreta y no genérica, que es la más importante, la que define su significado, y que en realidad es moderna. Y además es ella la que ha hecho posible la difusión del uso de la otra. Es que, en la mayor parte de los campos de estudio, los hechos, realidades y procesos suelen las más de las veces ser muy anteriores al nombre que se les da o impone luego. Y creo por eso, que antes de comentar lo que interesa, vale la pena dedicar un momento a examinar lo que ocurre en este caso con esas dos acepciones que a menudo se confunden como si se tratasen de lo mismo.

Geopolítica funde en uno dos temas: política, que es lo que se hace en sociedades clasistas, en las que hay dominio y explotación, porque las anteriores a la división de la sociedad en clases no hacían ni podían hacer política; y geo, que se refiere a la Tierra, que es el espacio en que vivimos y nos movemos. Pero no sólo a ella sino a las tierrasa las tierras ajenas, porque la política de las sociedades clasistas, que existen desde hace varios milenios y llenan casi toda nuestra historia, es la que permite a las más grandes, ricas y poderosas de esas sociedades, amenazar y apoderarse, para aumentar su domino, de tierras ajenas que pertenecen a pueblos más débiles, apoderarse de sus riquezas y explotarlos a ellos y a ellas en beneficio propio. Así, podría decirse que todos los grandes reinos e imperios que conocemos hicieron eso, desde hace milenios hasta fines del siglo XIX, desde los antiguos egipcios hasta la Inglaterra y la Rusia de ese siglo; todos hicieron geopolítica, pero sin saber que lo hacían, dado que ese nombre aún no se había creado ni había sido necesario hacerlo. Porque el concepto de geopolítica sólo se crea entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, tiempos en que también se define, asociado estrechamente con ella, otro concepto clave: el de imperialismo.

Y se crea en el norte de Europa, en el mundo germánico. Y no es casual que haya sido así. Alemania, que ha vivido un intenso y rápido proceso de industrialización, supera ya a Inglaterra y se está convirtiendo en el país más poderoso del mundo. Pero lo afectan dos problemas. Carece casi de colonias porque llegó tarde a su reparto, y hay población alemana dispersa en Europa. Necesita colonias y replantear sus relaciones en Europa para expandirse aumentando su población y su poder. Alemania provoca la Primera guerra mundial, pero es vencida. Y Francia e Inglaterra le imponen pagar los costos de esta, lo que genera en el país en la década siguiente un revanchismo ultranacionalista que alcanza su plenitud con la aparición del nazismo hitleriano. Y su visión de la geopolítica adquiere pronto rasgos nazis.

En síntesis, el proceso es este: el primero en usar el concepto es el geógrafo sueco Rudolf Kjellen, en 1899 en su Introducción a la geografía sueca. Pero pronto la geopolítica se hace alemana. El geógrafo alemán Friedrich Ratzel se apodera del concepto y lo expande asociando con la geopolítica el concepto de Lebensraum, espacio vital, indispensable para la revanchista Alemania que, luego de la Primera guerra, reafirma su necesidad urgente de ese espacio. Ese concepto lo usa en los años 20 y 30 el geógrafo, político y militarKarl Haushofeny de su cercano discípulo Rudolf Hess pasa al nazismo. A Hitler, que lo usa y lo aplica a su expansión en Europa (Austria, Checoslovaquia, Polonia), pero que pronto muestra que eso no le basta, pues su espacio vital es toda Europa; y luego, mientras agrede a Rusia, revela que su plan es abarcar el mundo entero. La Rusia comunista derrota al nazismo. Así Alemania pierde también la Segunda guerra, y el concepto de geopolítica, asociado a los espantosos crímenes del nazismo, es condenado y deja de usarse desde 1945. Las potencias coloniales vencedoras, tratando de conservar sus colonias, vuelven como en el pasado, a seguir haciendo geopolítica sin nombrarla, y el concepto resucita en los años 70/80, siendo desde entonces Estados Unidos, convertido en primera potencia mundial, el principal promotor de ese nuevo uso. En verdad lo hace desde los años 40 por obra de Nicholas Spykman, autor de dos libros claves, uno de los cuales, America´s Strategy in the World Politics, plantea el plan geoestratégico estadounidensse, en el que el control de América Latina es clave.

Pero no hay que olvidar que desde el inicio del siglo XX se había forjado un concepto independiente y de mayor alcance de la geopolítica, que es el que desarrollan los ingleses. Durante el siglo XIX la mayor potencia del mundo fue el Imperio británico. Y este, que se desarrolló sobre todo por mar, desde la segunda mitad de ese siglo descubre que, para sostenerse, le es indispensable controlar nuevas tierras. Y estas, la mayoría de las cuales son provincias del Imperio ruso, que es sobre todo terrestre, son parte clave de Eurasia. Inglaterra forcejea con Rusia por el control de ese enorme espacio y amenaza a China, tratando de despojarla de Xinjiang y apoderándose del Tibet, pero no puede con Rusia y se limita a conservar la India.

Halford John Mackinder, el más importante geógrafo inglés del siglo XX, es el que, en las dos primeras décadas de ese siglo, desarrolla esa idea. Mackinder no usa el concepto de geopolítica. Lo rechaza, primero por alemán y luego por nazi. Su visión del planeta es polar, en ella los continentes son islas y la más grande de todas, la que llama Isla o Pivote geográfico del mundo, es Eurasia, cuyo centro, al que llama Heartland, corazón del mundo, es el área central del Asia, que va desde Europa oriental hasta los bordes de China. Y simplificando las cosas por razones de espacio, su visión podría resumirse así: quien controla Europa oriental domina el Heartland, quien controla el Heartland domina la Isla del Mundo, y quien controla la Isla del Mundo es dueño de este.

Todo muy interesante, sí, pero la visión de Mackinder no es más que otro proyecto de dominación mundial; es decir, que tanto la nazi como la suya son visiones imperiales, en las que países o imperios ricos, dominantes y bien armados, luchan por controlar el planeta y en las que los países débiles y pequeños, que no califican para hacer geopolítica, cualquiera sea el nombre que se le dé, parecen condenados a ser siempre patios traseros, protectorados o colonias, tampoco importando los nombres con que se disfrace esa hegemonía de los grandes y ricos sobre los pequeños y pobres.

Y las preguntas con que termino este artículo son si ese es el destino de esta América Latina nuestra o si es posible y más que posible necesario que nuestro continente desarrolle una geopolítica de signo y objetivos diferentes; si lo hemos intentado; y si tenemos claro el camino para lograrlo. Intentaré responderlas en el próximo artículo.