Para pronosticar la recuperación económica en Venezuela, o en cualquier país del mundo, es necesario, primero, conocer cuáles han sido las causas de la caída de la producción nacional. Entre 2013 y 2020 el producto interno bruto ha registrado una disminución abismal de 73%, es decir, estamos produciendo alrededor de una cuarta parte de lo que se producía hace 7 años.
Como todo fenómeno económico, social y político, las causas suelen ser múltiples, sin embargo, entre todas ellas siempre hay algunas que más peso tienen. En este caso son dos: 1) la caída de las exportaciones petroleras; 2) el ataque al bolívar. Recuperar la producción nacional pasa necesariamente por revertir estos dos factores o, por lo menos, sus efectos.
- Caída de las exportaciones petroleras
Venezuela no es un país monoproductor de hidrocarburos. Desde la década de los años 70, de todo lo que producimos, solo el 15% es producción petrolera, el otro 85% corresponde a otras actividades económicas entre ellas agricultura, manufactura, construcción, servicios. Sin embargo, somos monoexportadores, el 95% de las ventas en el exterior son por concepto de petróleo. Aquí como en cualquier país del mundo, las divisas que ingresan por exportaciones se utilizan principalmente para 1) importar no solo bienes de consumo final, por ejemplo, alimentos y medicamentos, sino también insumos y materia prima, tecnología, maquinaria y repuestos para la producción; 2) cubrir los compromisos de deuda externa; 3) ahorrar sumando a las reservas internacionales.
El ataque a PDVSA por parte del imperialismo ha sido un golpe certero en el marco de la guerra económica. En un primer momento (2013-2016) consistió en la manipulación del precio internacional del petróleo que cayó 65% pasando de 96 US$/barril a 34 US$/barril. Es primera vez en la historia económica mundial que el precio de los hidrocarburos cae durante 4 años consecutivos. Cuando en 2017 comenzaron a recuperarse los precios, Donald Trump firmó un decreto bloqueando formalmente a la industria y dificultando no solo las exportaciones petroleras sino sobre todo la importación de materia prima e insumos para la propia producción de petróleo la cual disminuyó 82%, en 2017 se producían 2.854 miles/barriles/día y en 2020 tan solo 500 miles/barriles/día, lo que derivó en una caída de 76% de las exportaciones las cuales pasaron de US$ 85.603 millones en 2013 a US$ 29.810 millones en 2019 (no disponemos de las cifras de 2020).
De acuerdo con nuestras estimaciones, de cada 100 bolívares de caída de la producción nacional, 60 están explicados por el ataque a PDVSA. Somos conscientes que otras causas han incidido en la disminución de la producción petrolera, entre ellas, por ejemplo, la mala gestión o presunta corrupción, pero el bloqueo comercial y financiero a la industria ha sido determinante.
Recuperar la producción nacional pasa por aumentar las exportaciones petroleras y para ello es necesario aumentar la producción de hidrocarburos lo que, a su vez, requiere sortear el bloqueo con el apoyo de países aliados para hacernos de los insumos y materias primas. Esto es distinto a negociar la entrega de gran parte de la industria con el eufemismo de la supuesta quiebra de la empresa y la urgente “apertura petrolera” para garantizar “confianza” a los inversores extranjeros, permitiendo la entrada, incluso, a los propios autores del bloqueo. En 1999 las exportaciones petroleras apenas sumaban US$ 16.735 millones, año en el que Chávez revirtió la privatización de la industria.
Cada 100.000 barriles diarios de aumento de la producción petrolera equivalen a US$ 2.000 millones anuales, lo que representa la importación de medicamentos para toda la población durante 2 años (en 2005 se destinaron US$ 800 millones para la importación de medicamentos, claro está, sin sobrefacturación). ¿Será que podemos empeñarnos en aumentar poco a poco la producción? Un aumento de 500.000 barriles/día para un total de producción de 1.000.000 barriles/día representaría US$ 20.000 millones de ingresos de divisas al año.
Ese esfuerzo de producción sería en vano si, por una parte, dejamos que lo poco que vaya ingresando se fugue a paraísos fiscales. Conociendo a la burguesía que opera en nuestro país, caracterizada por ser históricamente parasitaria, es necesario controlar la administración de dichas divisas y revertir la flexibilización cambiaria aprobada en 2018. Adicionalmente, en guerra económica, la prioridad es el pueblo venezolano, por lo que el pago de la deuda externa, sobre todo si los acreedores son los que nos asedian, debe pasar a un segundo o tercer plano. Si sacamos la cuenta, en estos 7 años se han pagado, por lo menos US$ 80.000 millones por concepto de deuda, algo así como un poco más de US$ 10.000 millones en promedio cada año.
- Ataque al bolívar
De cada 100 bolívares de caída de la producción nacional, 40 han sido consecuencia del ataque criminal a nuestra moneda. La secuencia es la siguiente: manipulan el tipo de cambio lo que se traduce en un aumento de los precios de todos los bienes y servicios que, dado un salario nominal que no se ha ajustado en la misma proporción y rapidez que los precios del resto de las mercancías y dado un presupuesto de gasto público que tampoco se ha ajustado a los aumentos de precios, ha implicado una disminución de las cantidades demandadas por parte de los hogares y del gobierno (entre 2013 y 2017 el consumo de los hogares disminuyó 52% y el gasto público cayó 30%). Ante dicha caída, los empresarios han disminuido la oferta y con ella la producción.
La única manera de aumentar la producción nacional y sobre todo las condiciones de vida del pueblo, mientras persista el ataque al bolívar, es recuperando el poder adquisitivo de la clase trabajadora y cubriendo las insuficiencias presupuestarias del gobierno. Este es el objetivo fundamental de la propuesta de indexación de la economía: neutralizar el efecto del ataque al bolívar, lo cual requiere romper con los dogmas monetaristas.
Pueden hacerse todos los intentos para tratar de enamorar a los inversionistas privados extranjeros, ofrecerles todos los incentivos para que traigan sus capitales, pero si no hay quién les compre sus mercancías, éstos no vendrán, a menos que, decidan producir aquí en condiciones de mayor explotación que lo usual, en zonas ricas en recursos naturales y especialmente dispuestas para ellos, pero con el único objetivo de exportar. Situación que, si bien se contabilizará como un aumento de la producción, ésta no se verá reflejada en mayor consumo y mejores condiciones de vida en los hogares venezolanos que, en revolución es lo que en definitiva importa.
Por último, visualizamos otro escenario de recuperación económica: el “mágico”. De repente o tal vez gradualmente (para que no se note tanto) sea flexibilizado el bloqueo a PDVSA y detenido el ataque al bolívar, lo cual, evidentemente y conociendo al enemigo, no hará de gratis. Siendo ambas armas tan poderosas, las depondrán a cambio de muy, pero muy grandes concesiones económicas y políticas. Este no es el escenario que se hubiese planteado Chávez.