Al aproximarse el fin de las campañas políticas resulta oportuno reflexionar sobre la ausencia de propuestas palpables y sostenibles en términos de la política pública y de los recursos que genera la clase obrera y los sectores populares mediante su trabajo y el pago de impuestos, ¿por qué ninguno de los partidos políticos presentó una o varias acciones reales para revertir los efectos negativos de la crisis mundial que el capitalismo presenta? El aumento de la pobreza, el desempleo, la precariedad y la segregación no son únicamente reflejo de la pandemia del Covid-19, pues la acumulación en pocas manos de la riqueza generada por la fuerza de trabajo proletaria es una constante y uno de los sustentos del sistema.
El capitalismo necesita del despojo y la acumulación a través de la explotación para existir, así que el aumento en estos padecimientos sociales es paulatino y constante bajo dicho modo de producción, y es por ello que en realidad ninguno de los candidatos-candidatas puede presentar medidas reales para poner fin a la angustiosa existencia de miles y millones de seres humanos en México y en particular en Yucatán, únicamente pueden reformar algunos aspectos según el interés y la correlación de fuerzas en el contexto de la lucha de clases.
Las campañas que presenciamos sin importar las modificaciones coyunturales efectuadas por la presencia del coronavirus, responden siempre a la lógica del mercado, que primero convierte en mercancía a las y los contendientes para después revalorizar en negativo sus propuestas, deshumanizándolas y fetichizándolas, convirtiendo el proceso en una burlesca expresión cercana a la demostración de la teoría del valor de Carlos Marx, los valores de uso y de cambio se manifiestan en la mercancía ofertada con bombo y platillo cual “circo romano”, pero en el trasfondo la carencia de contenido es suplida con fórmulas carnavalescas que parecieran guiarse por la oferta y la demanda.
La crisis global, aunque para muchos parezca distante, afecta de manera directa a nuestra entidad y ante esta situación tan compleja y difícil para la clase trabajadora y los sectores populares, es crucial cuestionar la falta de un debate real, profundo y prolongado sobre cuáles deberían ser las medidas a efectuarse para garantizar ya no solo el control de la pandemia, sino la no repetición de sus efectos y las acciones adecuadas para salir de la crisis económica y de salud que se profundiza sin importar que los propagandistas del mercado digan otra cosa, pues baste con ver el costo de la canasta básica, el salario real y la inflación entre otros elementos, para calcular el poder adquisitivo de la clase trabajadora, evidenciándose la pérdida de valor para los proletarios y el incremente de la ganancia para las cúpulas burguesas y del poder. La desigualdad no es un tema de “oportunidades”, es un asunto estructural del sistema.
El fin de las campañas políticas nos debe permitir alzar la voz para que todo el recurso invertido pueda ser re-direccionado a la contención de la pandemia, a la generación de empleos y aumentos salariales, así como a la educación y demás temas verdaderamente urgentes, además, más allá de los colores partidistas, únicamente la conciencia y la organización solucionan las necesidades del pueblo.