Una de las consecuencias más terribles de la actual pandemia por COVID-19 y su manejo erróneo y perverso a nivel gubernamental-elitesco, es la notable elevación del desempleo en el mundo entero, producto en buena medida de la quiebra parcial o total de pequeñas y medianas empresas y de los aparatos estatales. Y con ello se han agravado la pobreza, la miseria y el hambre incluso en naciones “desarrolladas”, y por desgracia la tendencia continuará en forma alarmante, sobre todo si llega a consolidarse el nuevo orden mundial corporocrático-totalitario-digital, obviamente liderado por las élites para su propio beneficio.
Ahora bien, buena parte de la pérdida de empleos en el contexto sanitario actual, en especial dentro del alto sector privado y de la administración pública, es injustificada, y sólo se entiende en el sentido de que los grandes capitalistas y los Estados han aprovechado la emergencia de turno para hacer recortes salariales y laborales a diestra y siniestra, incluyendo la reducción masiva de personal, sin beneficios luego de los despidos. Situación que evidentemente no ha sorprendido, considerando que en el marco del intento de
consolidación de una corporocracia o neoliberalismo global, la tendencia progresiva es la intervención cada vez menor del Estado en los asuntos de los grandes capitalistas, y por tanto la inversión social se desvanece a un ritmo acelerado, cediendo terreno a la privatización de absolutamente casi todo en los ámbitos público y privado de la vida de miles de millones de seres humanos. Y como bien sabemos para los capitalistas su máximo interés es y será la mayor ganancia posible, a costa lógicamente de los beneficios salariales-laborales de los trabajadores.
De manera que la actual pandemia ha sido una excusa perfecta para que el alto capital y los Estados se hayan deshecho rápidamente de una numerosa masa laboral, además de continuar con la reducción de los escasos beneficios salariales-laborales. Procesos justificados por el supuesto gran perjuicio económico y financiero ocasionado por la pandemia a las corporaciones y al sector público; no obstante en el caso de las primeras, han recibido rescates y ayudas estatales, a menudo innecesarias, y en el caso de la administración pública, con una afectación más o menos importante, dependiendo del panorama general de cada nación, los despidos masivos han respondido en realidad, al menos en su mayoría, a la estratégica y progresiva reducción de gastos en todos los niveles y aspectos. Al fin y al cabo para el capitalismo, ahora en vías de consolidarse como neoliberalismo, importa poco el bienestar del ciudadano común.
A continuación se cita un breve análisis sobre el desempleo global en medio de la pandemia por COVID-19:
“(…) la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtió que casi la mitad de la fuerza laboral mundial podría ver destruidos sus medios de vida debido a la continua disminución de las horas de trabajo provocada por los cierres. En junio, el Banco Mundial confirmó que el mundo atravesaba la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial.
Los trabajadores menos calificados fueron muy afectados, lo mismos en las economías más ricas que en los países en desarrollo. Se produjeron despidos masivos en el sector de servicios, en particular en las industrias que implican interacciones personales como el turismo, el comercio minorista, la hostelería, la recreación y los servicios de transporte.
En diciembre, la Organización Internacional del Trabajo publicó un informe que muestra que los aumentos salariales se están desacelerando, o incluso revirtiendo, lo que perjudica a las mujeres trabajadoras y a las personas con salarios más bajos” news.un.org – 2020/12.
.
www.rubenhernandezinternacional.blogspot.com