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A estas alturas de la vida, Jorge Rodríguez aún se siente conmovido por la experiencia con pacientes del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida) que atendió para escuchar su calvario cuando ejerció como psiquiatra de enlace en el Clínico Universitario de Caracas, el hospital enclavado en predios de la Universidad Central de Venezuela donde Rodríguez estudió y fue presidente de la Federación de Centros Universitarios.

Corrían los años 80 y aquella enfermedad era una sentencia de muerte. Mitigar esa condena de los pacientes era el trabajo de Rodríguez. “Extraño mucho esas vivencias”. Suelta la frase y al mismo tiempo apunta con la mano hacia el sitio de San Bernardino donde tuvo su consultorio hasta el 3 de enero de 2007 cuando Hugo Chávez lo designó vicepresidente ejecutivo de Venezuela.

Venía de ejercer la dirección del Poder Electoral entre 2003 y 2006, época en que le tocó anunciar que la oposición había conseguido los votos para activar el revocatorio contra el mandato de Chávez celebrado en 2004.

Rodríguez recordó esos momentos en la entrevista que le concedió a Últimas Noticias desde la Casona Anauco Arriba, antigua finca cafetalera de la época colonial, donde cumplió la promesa hecha el lunes 26 de octubre pasado cuando pidió “un poquito de paciencia” para contarnos la historia de su encuentro con un enviado del presidente estadounidense Donald Trump celebrado en México durante el mes de septiembre.

Pero quedó enganchado a otra promesa. Ofreció decirnos “algún día” quiénes fueron los dos conspicuos dirigentes de la oposición que le dijeron las razones del por qué no participan en las parlamentarias. “Si participamos se va a saber cuántos votos tenemos y los gringos van a dejar de pararnos tanto como nos paran ahora”, fue la confesión de esos dos altos dirigentes, a decir del jefe de campaña del Gran Polo Patriótico y candidato a la Asamblea Nacional.

¿Usted percibe que se producirán cambios en la política de Estados Unidos hacia Venezuela a raíz de los resultados electorales en ese país?
—Bueno, yo no sé qué va a hacer el Gobierno de los Estados Unidos en su posición hacia Venezuela. Pero yo sí sé lo que el pueblo de Venezuela ha hecho frente a la agresión de la administración de Donald Trump, porque no creo que en los últimos 150 años de vida republicana se haya dado un caso de asedio, de acción cruel y criminal contra toda una población como lo que ha perpetrado los representantes de la ultraderecha venezolana al amparo de la administración de Trump, con el fin último de hacerse con el poder y nuestros recursos. Así que podría responderte cuál va a ser la posición que va a sostener Venezuela de mandar un mensaje al mundo, por la vía que lo sabe hacer, por la vía de los votos, el próximo 6 de diciembre. Un mensaje que también debe ser escuchado por la administración de Estados Unidos, cualquiera ella fuera la que resulte. Aparentemente será Joe Biden el proclamado.

El 26 de octubre pasado nos pidió paciencia para contarnos su diálogo con un enviado del presidente Trump. —¿Qué pasó allí?
—Sí. Esa reunión se dio.

Una agencia la describió como un encuentro para entregar a Maduro.

—Jejeje. Tenían (la agencia Bloomberg) que hacerlo así. Del entorno más cercano del presidente Trump le pidieron una reunión al presidente Maduro. Que enviara a una persona para entablar una negociación secreta y nosotros asistimos. Y no es esta la primera. Cada vez que ha habido un planteamiento de ese tipo, nosotros vamos a decir nuestra verdad. Esa reunión (septiembre pasado) se dio con un señor llamado Richard Grenell que fue embajador de Trump en Alemania, pero es una persona del entorno más cercano. Se dio una sola reunión y quedamos de tener otros contactos.

¿Cuáles son los aliados con los cuales cuenta Venezuela en Estados Unidos?
—Tenemos aliados, intelectuales, movimientos sociales, movimientos religiosos, que además, siempre tuvieron muy cerca al presidente Chávez y el interlocutor principal con todos esos movimientos era precisamente el presidente Maduro, que fue su canciller y que antes perteneció al Grupo de Boston; eso permitió entablar una serie de relaciones con personas que veían con asombro, con estupor lo que estaba haciendo la administración Trump contra Venezuela. Y sí se han dado algunos contactos que probablemente sirvan para que en el futuro se establezca un diálogo con la administración norteamericana que llegue.

Fue vicepresidente y presidente del CNE. ¿Recuerda un momento que lo haya marcado en esos cargos?
—Con respecto al CNE, fue muy tenso el periodo de tránsito hacia el referendo revocatorio. Había muchas dudas por parte de la población para un sistema que ya estaba obsoleto. Todo ese proceso fue un verdadero terremoto político y personal porque yo venía de mi consultorio. Recuerdo que, en la primera sesión del directorio del CNE, salimos a las 5 de la tarde y tenía mucha hambre. Me asomo y había un local de comida rápida frente a la puerta del CNE. Cuando voy caminando, salieron de la nada centenas de periodistas a hacerme preguntas. Nunca en mi vida había visto eso. Y cuando fui vicepresidente, bueno, quienes hemos trabajado con Hugo Chávez, sabemos la escuela que significó; el nivel de tal intensidad que él le ponía sobre todo a los detalles. Cosa que yo aprendí.

El diablo está en los detalles, solía decir.
—Lo decía muchísimo. Él me pidió que lo ayudara con la apertura del hospital cardiológico infantil. Yo me mudé para allá. Por cierto, tuve un accidente muy grave en ese tiempo y yo iba en camilla al hospital cardiológico que estaba en construcción. Me acuerdo una de las veces que Chávez fue a inspeccionar. Él llegaba de imprevisto; entraba a una habitación, se metía al baño y lo primero que hacía era abrir el grifo del lavamanos para ver si tenía agua; después iba a la regadera y la abría. Agarraba las ventanas y las meneaba para ver si estaban bien pegadas. Había un cuidado por los detalles y porque le dijeran la verdad. A él no le gustaba nada, a Maduro tampoco, la frase ‘no hay novedad’. Él decía que cuando decían eso, era que estaba lleno de novedades.

¿Qué frutos ha dado el diálogo con la Iglesia católica venezolana?
—Nosotros tuvimos un contacto cercano con un enviado especial del papa Francisco en el año 2016. Fue un diálogo en Caracas, Museo de Arte Contemporáneo. Estaba Chuo Torrealba, Carlos Ocariz, Timoteo Zambrano, por la oposición. Y por el Gobierno estábamos Elías Jaua, Delcy Rodríguez, Roy Chaderton. El papa mandó un comisionado y se avanzó.

¿Fue Aldo Giordano, Pietro Parolín ese comisionado?
—No. Parolín boicoteó ese diálogo porque mandó una carta sumamente arrogante y le dio una patada a la mesa que estaba naciendo. Luego, con motivo de la pandemia, el presidente Maduro hace una convocatoria para un cese al fuego, una tregua. Entiendo que la alta jerarquía de la Iglesia católica vio con buenos ojos esa convocatoria, de hecho, se ofreció para ser interlocutora entre las partes políticas, lo que pasa es que Guaidó se negó a todo tipo de acuerdo en materia de pandemia. Y después… hay cosas que no te puedo decir.

¿En cuál de esas operaciones opositoras relatadas por usted cuando era ministro de Comunicación estuvo a punto de ser desplazado el gobierno de Maduro?
—Fueron intentos muy graves de acción contra la república. Por ejemplo, los campamentos paramilitares, de entrenamiento de mercenarios todavía no han cesado en Colombia, amparados por el Gobierno de Iván Duque en complicidad con el narcotráfico. Mostramos pruebas y los grandes medios de comunicación se hicieron la vista gorda. Ha sido una agresión continuada contra Venezuela que perseguía la división de la Fuerza Armada y algún tipo de violencia o una cabeza de playa que les permitiera a ellos una cuña para penetrar y generar una verdadera agresión contra el país. No contaban con la unión cívico-militar que no es ningún lema, es realidad.

El denominado dólar criminal ¿llegó para quedarse?
—Con Venezuela se han probado todos los laboratorios, mecanismos de desestabilización económica, política, social. La reducción de los ingresos de Venezuela ha sido una cosa espantosa que el presidente Maduro lo mantuvo, digamos, a la chita callando, hasta que cuando presentó la Ley Antibloqueo le comunicó al país la realidad, la dura realidad que estábamos viviendo producto del bloqueo y de las sanciones. Creo que esos mecanismos novedosos que se están buscando en los actuales momentos de audacia en el manejo de la economía y buscar la forma, a través de la Ley Antibloqueo, que ingresen las divisas necesarias para mejorar la calidad de vida de todos, va a dar resultados, va a dar sus frutos. Por otro lado, creo firmemente que el mensaje que mande la elección del 6-D va a impactar positivamente sobre la economía del país. No teníamos más remedios que responderle a la guerra con estrategias audaces, que nos permitiera preservar la vida de los venezolanos en unos términos complicados, pero echando pa’lante.

¿En Venezuela existe un capitalismo de Estado o un socialismo del siglo XXI?
—Creo que el socialismo del siglo XXI fue muy claramente establecido por Hugo Chávez, incluso desde mucho tiempo antes que ganara las elecciones en 1998. Es un socialismo basado, en primer lugar, en corregir las profundas desigualdades que había en Venezuela que eran brutales. Una pobreza crítica que llegó a estar en el orden de 40%. En segundo lugar, la búsqueda de insertarse en un mundo pluripolar, alejarse de los polos de poder que tanto daño le ha hecho a este continente. En tercer lugar, el carácter profundamente nacionalista de esa propuesta de socialismo de siglo XXI. Una de las fallas que tuvieron nuestros padres y nosotros también en nuestros inicios en la política de izquierda en Venezuela es que nuestra mirada estaba puesta en Mao, Lenin, en los grandes timoneles, pero muchas veces no nos poníamos en la realidad cotidiana del venezolano. El presidente Maduro ha mantenido esos tres pilares de lo que se ha dado en llamar el socialismo del siglo XXI: equidad, justicia, nacionalismo y soberanía.

¿Qué hay con la economía?
—La Constitución habla de la libre empresa, de la responsabilidad, habla de dónde debe el Estado tener una participación preponderante, la búsqueda de justicia social. Todo eso está establecido en el capítulo económico de la Constitución. Entonces yo creo que es una discusión bizantina ponerse a pensar si todo debe estar en propiedad del Estado. Sí creo en los grandes avances que se han hecho para preservar nuestros recursos naturales y la propiedad del Estado sobre la riqueza petrolera, minera. También creo que debe incorporarse a un empresariado privado nacional en la producción de riqueza dentro de Venezuela. Está pasando ahorita con la producción de alimentos. Pero, hay que hacer la salvedad de que una cosa son los empresarios privados que producen riqueza y otros son los empresarios privados parásitos que tienen más de 100 años chupando de la renta petrolera.

Una consulta psiquiátrica

Atendiendo a las recomendaciones de Diosdado Cabello sobre atender como pacientes a un sector de la oposición, le consultamos al respecto. “Creo que de verdad es un problema de la derecha; hay una cierta mezcla de prepotencia con negación de que el otro existe”, contestó en primera instancia el médico psiquiatra Jorge Rodríguez, quien soportó dicho diagnóstico en sus anotaciones que aún guarda en cuadernos del proceso negociador en torno al revocatorio de 2004 con Alberto Quirós Corradi y Ezequiel Zamora como representantes de la oposición. “Ellos tuvieron el tupé de no reconocer esa derrota”, comentó. “Yo le diría que entiendan que nosotros existimos, que aprendan a ver al otro; que le bajen un poquito a la arrogancia”, aconsejó.

 

Los dichos

  • “Los gringos buscaban reeditar en Venezuela un expediente de pelea de perros que les permitiera a ellos hacer de gendarmes del mundo y aparecer incursionando de manera definitiva en Venezuela”.
  • “En Estados Unidos se dieron cuenta de que esa política de sanciones, de bloqueo, además de ilegal, ilegítima, además de ser profundamente cruel, es muy ineficiente para sus fines; porque si haber vamos, con las sanciones hemos sufrido todos y principalmente los venezolanos que votaron por la oposición”.
  • l“Lo que se impone es un diálogo real, profundo, constructivo; no solamente un diálogo con otros países del mundo que quieran revisar sus relaciones con nosotros, sino un diálogo entre venezolanos, para el cual la AN va a jugar un papel determinante”.
  • “Chávez era un amante de la democracia. Incluso muy respetuoso. Fíjate que cuando perdimos la reforma constitucional, corríamos el riesgo de ganarla porque todavía faltaban por llegar unos votos del interior del país. La diferencia creo que era de menos de 19 mil votos a favor del No. Y Chávez dijo, ‘una victoria así yo no la quiero’. Si nos hubiésemos puesto tipo Trump, cuéntense cada voto, quién sabe lo que hubiese pasado en esa oportunidad”.