Sobradas razones existen para exigir al gobierno colombiano que se ocupe de sus problemas internos, en lugar de entrometerse con los asuntos de Venezuela, como su presidente Duque lo hace por mandato de Washington. Atendiendo sus intereses le ha mostrado a Trump su voluntad y decisión de contribuir mediante el pretexto de la “ayuda humanitaria”, y con el manejo de los falsos positivos en los cuales son maestros, a generar una provocación militar. Por supuesto, no parece que tuvieran previsto encontrar a nuestros servicios de inteligencia, a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, la PNB y las milicias y a un pueblo consciente y organizado preparados para repeler esos intentos, como ocurrió ayer por la mañana en el puente Simón Bolívar.
Veamos a vuelo de pájaro la situación del país vecino. Sigue siendo escenario de crímenes contra líderes sociales, como en ningún otro país. En lo que va de gobierno de Duque, han sido asesinados 35. Todo ocurre dentro de la mayor impunidad, sin que se investigue, persiga, detenga, enjuicie y sancione a los culpables, bandas organizadas que actúan con absoluta impunidad. Los acuerdos de paz firmados en La Habana con las Farc siguen siendo violados; pese a las denuncias frecuentes hechas, continúan los atentados contra exguerrilleros y algunos de sus familiares, represión extendida hasta líderes de comunidades sociales y de organizaciones campesinas.
Esta situación es de tal magnitud y se repite incesantemente mientras el gobierno no escucha los reclamos y las denuncias, con un cuadro que tiene el 40% de pobreza y 10% de pobreza extrema, y que se organiza un paro nacional de protesta el próximo 25 de abril.
A esa situación social y de falta de seguridad, se añade un cuadro económico lleno de dificultades. Como es sabido, la producción de café ha sido uno de los factores fundamentales de la economía, pero desde hace meses los cafetaleros se quejan por las enormes pérdidas, calculadas en un año en 400 millones de dólares por el incremento de los costos de producción mientras los precios siguen estabilizados. Esta crisis ha hecho que muchos productores abandonen el campo y busquen otras posibilidades de ingreso.
Y no está demás recordar que la educación es casi toda paga, especialmente la universitaria, lo que ha movilizado a la población universitaria nacional.
A esos problemas y a otros que los colombianos conocen y sufren directamente, el gobierno de Duque ni los mira ni los examina ni los soluciona, prefiere escuchar la voz del amo paras convertirse en un factor que pretende desestabilizar el gobierno constitucional venezolano que preside Nicolás Maduro, y eventualmente provocar su derrocamiento.
En tal sentido, no debe descuidarse la advertencia del canciller Arreaza sobre la complicidad del gobierno colombiano en acciones injerencistas de la administración de EEUU, así como las más recientes declaraciones desde Moscú, según las cuales EEUU prepara el envío de fuerzas especiales y armas de guerra a un país vecino de Venezuela, seguramente Colombia, para ser utilizadas con motivo de sus esfuerzos por introducir “ayuda humanitaria”, un pretexto para provocaciones violentas en las zonas fronterizas, tal como sucedió ayer.
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