Las relaciones de Alemania con Siria, excelentes en tiempos del emperador Guillermo II, son actualmente pésimas. Desde la guerra fría, la Alemania Federal se convirtió en el trampolín de la Hermandad Musulmana para derrocar la República Árabe Siria. Desde 2012, el ministerio alemán de Exteriores y el think tank federal SWP trabajan directamente para el Estado Profundo estadounidense, a favor de la destrucción de Siria.
En enero de 2015 una marcha por la tolerancia reunía en Berlín a responsables alemanes y líderes musulmanes, después del atentado de París contra la redacción del semanario Charlie-Hebdo. En aquella marcha, la canciller Angela Merkel desfiló del brazo con Aiman Mazyek, secretario general del Consejo Central de los Musulmanes. Aunque dice haber roto sus relaciones con la Hermandad Musulmana, Mazyek protege en el seno de ese Consejo a la Milli Gorus (la organización supremacista de la que fue miembro el actual presidente turco Recep Tayyip Erdogan) y a la Hermandad
Musulmana (matriz de las organizaciones yihadistas y presidida entonces por Mahmud Ezzat, quien fue el brazo derecho de Sayyed Qutb).
Históricamente, Alemania tenía excelentes relaciones con el Imperio Otomano a principios del siglo XX. El káiser Guillermo II, fascinado por el islam, facilitó la realización de búsquedas arqueológicas, principalmente en Baalbeck (actual Líbano) y participó en la construcción de las primeras líneas de ferrocarril, como la conexión ferroviaria entre Damasco (en la actual Siria) y Medina (en Arabia Saudita). El Reich y el Imperio Otomano enfrentaron juntos a los británicos cuando estos últimos organizaron la «Gran Revuelta Árabe» de 1915. Juntos perdieron la Primera Guerra Mundial y, por tanto, juntos se vieron excluidos de la región por los acuerdos Sykes-Picot-Sazonov.
En 1953, el presidente estadounidense Eisenhower recibe en la Casa Blanca una delegación de la Hermandad Musulmana encabezada por Said Ramadan. A partir de ese momento, Estados Unidos respalda el islam político en el extranjero.
Durante la guerra fría, la CIA “recicló” oficiales nazis para utilizarlos en la lucha contra la URSS. Entre esos oficiales nazis se hallaba Gerhard von Mende, quien había reclutado musulmanes soviéticos para utilizarlos contra la Unión Soviética [1]. En 1953, Gerhard von Mende, convertido en alto funcionario, instaló en Munich al jefe de la Hermandad Musulmana fuera de Egipto, Said Ramadan [2].
Durante aquel mismo periodo, la CIA envía oficiales nazis –bajo diferentes coberturas– a casi todas las regiones del mundo para luchar contra las fuerzas políticas afines a los soviéticos. Por ejemplo, Otto Skorzeny –el oficial nazi al que el propio Hitler había confiado el rescate de Mussolini, en julio de 1943– fue enviado por la CIA a Egipto, Fazlollah Zahedi –militar iraní arrestado por los británicos durante la Segunda Guerra Mundial debido a su simpatía hacia la Alemania nazi– era enviado a su país de origen y Alois Brunner [3] a Siria. Estos 3 personajes organizan los servicios secretos de los países donde habían sido enviados siguiendo el modelo de la Gestapo. Brunner es expulsado en el año 2000 por el actual presidente sirio Bachar al-Assad.
Durante el periodo que va desde la revolución iraní del ayatola Khomeiny hasta los atentados del 11 de septiembre de 2001, la República Federal de Alemania se muestra prudente hacia la Hermandad Musulmana. Sin embargo, a pedido de la CIA y dado el hecho que Siria había reconocido la República Democrática Alemana, la RFA acepta ofrecer asilo político a los golpistas que habían intentado derrocar al entonces presidente sirio Hafez al-Assad. Entre esos elementos se hallaba el antiguo Guía Supremo de la Hermandad Musulmana en Siria, Issam al-Attar, hermano de la actual vicepresidente siria Najah al-Attar.
En los años 1990, la Hermandad Musulmana se reorganiza en Alemania con ayuda de dos hombres de negocios, el sirio Ali Ghaleb Himmat y el egipcio Yussef Nada, a los que Washington acusará posteriormente de financiar a Osama ben Laden.
Durante muchos años, el universitario alemán Volker Perthes participó, del lado de la CIA, en la preparación de la guerra contra Siria. Perthes dirige el think tank más poderoso de Europa, el Stiftung Wissenschaft und Politik (SWP), y asiste a las negociaciones de Ginebra en nombre de la ONU.Cuando Estados Unidos inicia la «guerra sin fin» en el «Medio Oriente ampliado», la CIA empuja Alemania –ya reunificada– a abrir un «Diálogo con el Mundo Musulmán». En Berlín, el ministerio alemán de Exteriores se apoya para eso principalmente en el nuevo jefe local de la Hermandad Musulmana, Ibrahim al-Zayat, y en un experto, Volker Perthes. Este último se convertirá en director del think tank de Alemania: la Fundación por la Ciencia y la Política (SWP).
En 2005, Alemania participa en el asesinato de Rafic Hariri proporcionando el arma que sería utilizada para cometer el crimen –por supuesto, no se trata de un explosivo clásico, a pesar de lo que afirma la propaganda del «Tribunal» Especial [4]. Después de aportar el arma del crimen, Alemania pone el jefe de la Misión Investigadora de la ONU, el ex fiscal Detlev Mehlis [5], y también su segundo, el ex policía Gerhard Lehmann, un comisario implicado en el escándalo de las cárceles secretas de la CIA.
En 2008, mientras la CIA prepara la supuesta «guerra civil» siria, la OTAN invita a Volker Perthes a participar en la reunión anual del Grupo de Bilderberg. Perthes participa en el encuentro acompañado de una siria que trabaja para la CIA, Bassma Kodmani. Juntos explican a los demás participantes todas las ventajas que Occidente puede obtener derrocando la República Árabe Siria y poniendo en el poder a la Hermandad Musulmana.
En 2011, habiendo adoptado el doble discurso de la Hermandad Musulmana, Volker Perthes escribe en el New York Times una tribuna donde trata de ridiculizar al presidente Bachar al-Assad, quien denuncia un «complot» contra Siria [6]. En octubre del mismo año, Volker Perthes participa en una reunión de los jefes de empresa turcos. En esa reunión, organizada por la agencia estadounidense de inteligencia privada Stratfor, Perthes comunica a sus interlocutores la importancia de los recursos petrolíferos y gasíferos que tendrán la posibilidad de robarse en Siria [7].
Clemens von Goetze (director del Departamento III del ministerio alemán de Exteriores) y Anwar Mohammad Gargash (ministro de Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos), durante la reunión del Grupo de Trabajo a cargo de “repartir” la economía siria, encuentro realizado en Abu Dhabi.
Ampliando ese trabajo, Alemania organizó en Abu Dhabi una reunión de los «Amigos de Siria», bajo la presidencia de Clemens von Goetze. Este diplomático alemán repartió entre los participantes concesiones para la explotación de los recursos de Siria que quedarían a la disposición de los vencedores cuando la OTAN derrocara la República Árabe Siria [8].
A mediados de 2012, el Departamento de Defensa de Estados Unidos encarga a Volker Perthes la preparación de las medidas que habría que tomar en Siria después de haber derrocado la República, o sea la formación del gobierno que los agresores impondrían al pueblo sirio. Perthes organiza, en el ministerio alemán de Exteriores, una serie de reuniones con la participación de 45 personalidades sirias, como la ya mencionada Bassma Kodmani y Radwan Ziadeh, miembro de la Hermandad Musulmana llegado especialmente desde Washington [9]. En definitiva, Perthes acaba convirtiéndose en uno de los consejeros del estadounidense Jeffrey Feltman, el número 2 de la jerarquía de la ONU. De esa manera, Perthes participa a todas las negociaciones de Ginebra sobre Siria.
Las posiciones del ministerio de Exteriores de Alemania son repetidas, palabra por palabra, por el Servicio Europeo para la Acción Exterior creado por la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini. Ese servicio de la Unión Europea, bajo la dirección de un alto funcionario francés, se dedica a redactar notas confidenciales sobre Siria para los jefes de Estados y de gobierno de los países miembros de la UE.
En 2015, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, convertido este último en protector mundial de la Hermandad Musulmana, organizan el movimiento de más de un millón de personas hacia Alemania [10], a pedido de los patrones de la industria alemana. Muchos de esos migrantes son sirios que Turquía ya no quiere mantener en suelo turco pero cuyo regreso a Siria Alemania quiere evitar.
La canciller Angela Merkel viaja esta semana al Líbano y Jordania para abordar el tema de Siria.
Thierry Meyssan