La fecha del 4 de Febrero de 1992 en Venezuela, no puede pasar desapercibida para comprender la actualidad de la revolución bolivariana. Conmemorar este acontecimiento, a los 26 años, nos permite reflexionar acerca de la historia y la lucha de clases en América Latina y particularmente en Venezuela durante las dos últimas décadas.
Como antecedente histórico al levantamiento militar encabezado por el entonces teniente coronel Hugo Chávez, que le dió fuerza a su rebeldía política y sin el cual no se entendería lo que ha sucedido desde ese momento, fue la insurrección popular del Caracazo.
El llamado Caracazo o Sacudón se caracterizó por una serie de fuertes protestas populares en Venezuela durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, que comenzaron el 27 de febrero en Guarenas y terminaron el 8 de marzo de 1989 en la ciudad de Caracas cerca de la capital. Otras protestas violentas también se dieron en ciudades intermedias o más pequeñas como La Guaira, Maracay, Valencia, Barquisimeto, Mérida y Ciudad Guayana. El saldo de muertes empezó el 27 de febrero cuando fuerzas de seguridad de la Policía Metropolitana, Fuerzas Armadas del Ejército y de la Guardia Nacional salieron a las calles a controlar y a reprimir la rebelión popular. Aunque las cifras oficiales reportan 276 muertos y numerosos heridos, algunos reportes extraoficiales hablan de más de 3.000 desaparecidos. (Parecería que fue una nueva versión de la masacre de las bananeras en Colombia, ocurrida a principios del siglo XX).
Este acontecimiento social y político de la protesta y la resistencia social en Venezuela, fue el catalizador del levantamiento militar liderado por Hugo Chávez Frías, tres años después. La rebelión militar no se explica como un acto individual y heroico si no está inscrito en la crisis de la hegemonía de las élites venezolanas y por la resistencia social a las políticas neoliberales implementadas desde el gobierno de Andrés Pérez (Paquete económico de ajustes y de medidas económicas, financieras y fiscales) que descargaba la superación de la crisis de la economía, en los sectores populares. El teniente coronel Hugo Chávez, junto a otros suboficiales organizaron un levantamiento militar, contra el
gobierno, pero fracasaron en el intento de derrocarlo. Chávez, junto con otros suboficiales de dirigir la rebelión militar, es declarado culpable y fue encarcelado después de su rendición; el asumió toda la responsabilidad del acto de insubordinación.
El bipartidismo político de las élites venezolanas de derecha (AD-COPEI) tocó su fin en 1993, tras el fracaso rotundo del Pacto de Punto Fijo y los gobiernos de AD y COPEI. Es en ese contexto de crisis política del bipartidismo, que triunfó Rafael Caldera, al ser elegido presidente en su segundo periodo (1993-1999), a través de una convergencia política, mejor conocida como "El Chiripero" (Conjunto de partidos pequeños como Convergencia, Movimiento al Socialismo-MAS, Movimiento Electoral del Pueblo-MEP, Partido Comunista de Venezuela- PCV, Grupo de los Notables, entre otros.) En esas nuevas condiciones políticas, fueron amnistiados Chávez y los demás implicados en la rebelión militar, quienes organizaron junto con otros civiles, entre ellos su hermano Adán Chávez, el Movimiento V República,
Como fruto político principal del descontento de las clases subalternas a las políticas públicas del gobierno del presidente Caldera, quien retoma las directrices fondomonetaristas y neoliberales, salió fortalecido el proyecto liderado por Hugo Chávez, tras lo cual gana las elecciones presidenciales celebradas en 1998.
A partir de la elección del presidente Hugo Chávez (1999-2001), desde el Movimiento V República y el Polo Patriótico, con un programa social de superación de las desigualdades estructurales de la sociedad venezolana, y posteriormente la propuesta política del Socialismo del Siglo Veintiuno como proyecto alterno de sociedad y economía, se abrió un escenario para una apuesta rupturista con el neoliberalismo y la redefinición de la geopolítica en el patio trasero del imperio norteamericano. El Presidente Chávez impulsó y consolidó nuevas institucionalidades como UNASUR, TELESUR, PETROBRAS, ALBA, CELAC, junto a los gobiernos llamados “progresistas” de Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Argentina, Cuba socialista, Nicaragua y varios gobiernos en las islas menores del Caribe. Es en esas nuevas realidades políticas, económicas y sociales se encuentra la veta revolucionaria que le dió el liderazgo y papel protagónico al presidente Chávez, quien se había formado no solo como militar sino también como político, desde el ideario de Bolívar, junto a su hermano Adán Chávez, de tendencia marxista. Desde ahí se gesta la conjugación del pensamiento bolivariano con el pensamiento marxista, y se cristaliza una nueva esperanza en hacer posible el socialismo como alternativa societal, después del colapso de la URSS.
Todas estas nuevas realizaciones que ha generado la revolución bolivariana, son las que explican las razones por las que el imperio norteamericano ha buscado, mediante todas las estrategias contrarevolucionarias, liquidar el sueño de un nuevo modelo económico y social, que se ha incubado aunque con limitaciones, en Venezuela.
El imperio no solo busca instalar a los representantes aglutinados en la Mesa de Unidad Democrática MUD, sino apropiarse de las reservas petroleras y minerales, que le son vitales para el mantenimiento del dominio militar, económico y político en el mundo y además retomar el control geopolítico de América Latina con el apoyo de los actuales gobernantes de la gran mayoría de países de la región.
El escenario de la coyuntura del periodo de finales del siglo pasado, de rebeldía popular en Latinoamericana, fueron las bases para el llamado “giro a la izquierda” de gobernabilidad en varios países de la region, en donde el presidente Chávez jugó un papel protagónico. Hoy, estas experiencias de las dos últimas décadas, de los llamados gobiernos progresistas o alternativos, deberán ser evaluadas por las izquierdas para aprender a superar sus errores estratégicos y redefinir el actual rumbo de desesperanza en que se encuentran la mayoría de las comunidades. Hoy más que nunca es necesario asumir nuevos retos y horizontes liberadores de la humanidad, a través de la reflexión, el análisis y el debate.
Camilo Ruiz Alonso
Licenciado en Ciencias Sociales, Especialista en Investigación social y educativa, militante socialista, cooperativista, educador pensionado, y activista barrial.
Medellín, Febrero de 2 de 2018