
En la guerra contra la prensa más letal de la historia moderna, Israel extermina a los periodistas en Gaza sin que nadie rinda cuentas. Los medios occidentales, incapaces de liberarse de su sesgo proisraelí o incluso de disimularlo, apenas alzan la voz. En el Día Internacional de la Libertad de Prensa, rindamos homenaje a estos héroes asesinados.
Desde el inicio de la guerra contra Gaza, el mundo ha sido testigo del periodo más letal para los periodistas en la historia moderna. El número de periodistas asesinados por Israel durante esta guerra varía drásticamente según la fuente: mientras que las organizaciones locales en Gaza suelen reportar las cifras más altas, los organismos internacionales de vigilancia tienden a citar cifras más bajas. Esta disparidad se basa en definiciones controvertidas [frutos de contorsiones de cobardía]: ¿quién se considera periodista y quién no?
El 7 de abril de 2025, Euro-Med Monitor informó que el número de periodistas asesinados por Israel en Gaza había aumentado al menos a 211, una cifra anterior al asesinato de la periodista Fatima Hassouna y su familia, ocurrido días después de ese informe. El Sindicato de Periodistas Palestinos (PJS) estima la cifra en 210, además de 398 heridos, 48 detenidos y 88 instituciones destruidas por ataques israelíes, la mayoría en Gaza. El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) informa de 176 periodistas y trabajadores de medios asesinados: 168 palestinos, dos israelíes y seis libaneses, lo que convierte esta guerra en la más letal jamás registrada por la organización. La Federación Internacional de Periodistas (FIP) y Reporteros sin Fronteras (RSF) manejan cifras similares, aunque no idénticas.
La discrepancia en los datos suele deberse a las definiciones. Mientras que algunos consideran periodistas a todas las personas que se dedican a recopilar o difundir noticias —incluidos autónomos, fixers [persona local que ayuda a los periodistas extranjeros a trabajar sobre el terreno], camarógrafos y reporteros en redes sociales, muchos de los cuales carecen de acreditación formal pero son esenciales para documentar la vida bajo el asedio—, algunas organizaciones internacionales tienden a exigir acreditaciones oficiales o cierto nivel de actividad profesional para reconocer a alguien como periodista. Esto excluye a muchos que informan activamente desde el terreno en una zona de guerra sitiada, donde Israel prohíbe el acceso a periodistas internacionales a menos que estén integrados en el ejército israelí.
Pero hay un hecho indiscutible: desde el 7 de octubre, nunca antes habían sido matadas [digámoslo claramente: fueron deliberadamente atacadas y asesinadas] tantas personas que cubrían la realidad de una guerra en un solo conflicto.
Asesinados junto a sus familias
La tragedia se agrava por las circunstancias de muchas de estas muertes: decenas de periodistas fueron asesinados junto con sus familias, a menudo cuando sus casas fueron bombardeadas sin previo aviso. El CPJ, el PJS y RSF han documentado numerosos casos en los que murieron familias enteras. Por ejemplo, el veterano periodista Mohammed Abu Hatab, corresponsal de Palestine TV, fue asesinado junto con al menos once miembros de su familia en Khan Younis a principios de noviembre de 2023, después de que su casa fuera alcanzada por un bombardeo israelí. La imagen de su chaleco de prensa ensangrentado se convirtió en símbolo de los riesgos a los que se enfrentan los reporteros en Gaza.


Haneen Mima, cuya hermana, la periodista Salam Mima, fue asesinada por Israel en octubre de 2023, relata cómo sobrevivió a los ataques que mataron a sus seres queridos y la dejaron al cuidado del hijo de su hermana, el único miembro sobreviviente de la familia. Estas historias, como la del emblemático periodista Wael al-Dahdouh —quien perdió a la mayor parte de su familia en bombardeos israelíes y resultó herido— reflejan el doble trauma de la pérdida personal y el peligro profesional constante.


En uno de los casos más recientes y conmovedores, la joven periodista y cineasta palestina Fatima Hassouna fue asesinada junto con toda su familia en Rafah el 16 de abril de 2024, apenas un día después de que la película Put Your Soul on Your Hand and Walk, de la directora iraní Sepideh Farsi, que incluye conversaciones entre Farsi y Hassouna, fuera seleccionada para su proyección en el Festival de Cine de Cannes. Un vídeo de Hassouna, radiante de alegría al enterarse de la selección, se difundió ampliamente en redes sociales, convirtiéndola en un símbolo de la promesa y la creatividad perdidas de Gaza. La película, que retrata la vida cotidiana bajo el bloqueo, servirá ahora como testamento póstumo de su talento y del alto precio que se paga por silenciar a los narradores de Gaza.
Antes de morir, Hassouna escribió en redes sociales:
Trescientos días me acompaña «Anya», mi cámara y mi único buen amigo, que sabe captar las cosas y sacar las fotos como yo quiero. Trescientos días que mis hermanos y yo morimos en esta matanza. La sangre corre por el suelo hasta tal punto que temo el momento en que la sangre de mis hermanos me salpique y me manche. Trescientos días vemos solo el color rojo y el negro, olemos la muerte, comemos amargura y no tocamos más que cadáveres.
Es la primera vez que sufro una pérdida tan grande, he perdido a once miembros de mi familia, lo más querido que tengo, pero nada puede impedirme seguir adelante. Salgo a la calle todos los días, sin rumbo, solo quiero que el mundo vea lo que yo veo, capturo lo que documenta este periodo de mi vida, capturo esta historia que quizá mis hijos conozcan, o quizá no.
Aquí morimos todos los días, de muchas formas y colores. Yo muero mil veces cada vez que veo a un niño sufrir, me desmorono, me convierto en cenizas, me duele lo que hemos llegado a ser, me duele esta absurdidad y este monstruo que nos devora cada día.
Cada día, cuando salgo de casa, veo a mi madre despidiéndose de mí, pero no me giro, no quiero ver esos ojos, no quiero que mi madre sienta esa tristeza, pero ¿qué hay en este país sino la muerte?
Hablando de la muerte, que es inevitable, si muero, quiero una muerte estruendosa, no quiero aparecer en las noticias de última hora ni en una lista con otros nombres, quiero una muerte que se oiga en todo el mundo, que deje huella para siempre, imágenes eternas que ni el tiempo ni el espacio puedan borrar.
-Fatima

Su mensaje resuena con el de otros colegas que dejaron palabras al mundo después de su muerte, o poco antes de ser asesinados. Fue el caso del periodista de Al Jazeera Hossam Shabat, quien escribió:
Si estás leyendo esto, significa que he sido asesinado, probablemente de forma selectiva, por las fuerzas de ocupación israelíes. Cuando todo esto comenzó, solo tenía 21 años, era un estudiante universitario con sueños como cualquier otra persona. Durante los últimos 18 meses, he dedicado cada momento de mi vida a mi pueblo. Documenté los horrores del norte de Gaza minuto a minuto, decidido a mostrar al mundo la verdad que intentaban ocultar. Dormí en las aceras, en escuelas, en tiendas de campaña, en cualquier lugar donde pudiera. Cada día era una lucha por la supervivencia. Aguanté el hambre durante meses, pero nunca abandoné a mi pueblo.
Por Dios, cumplí con mi deber como periodista. Lo arriesgué todo para informar de la verdad y ahora, por fin, descanso, algo que no había hecho en los últimos 18 meses. Hice todo esto porque creo en la causa palestina. Creo que esta tierra es nuestra y ha sido el mayor honor de mi vida morir defendiéndola y sirviendo a su pueblo.
Ahora les pido: no dejen de hablar de Gaza. No permitan que el mundo aparte la mirada. Sigan luchando, sigan contando nuestras historias, hasta que Palestina sea libre».
— Por última vez, Hossam Shabat, desde el norte de Gaza]

Sin justicia, sin rendición de cuentas
Los periodistas locales de Gaza han alzado repetidamente la voz contra este nivel sin precedentes de ataques selectivos. En vigilias y emisiones, han relatado el trauma de informar sobre la muerte de amigos, colegas y familiares. A pesar de estos llamamientos, los ataques han continuado sin tregua. Las organizaciones defensoras de la libertad de prensa han exigido investigaciones independientes, pero pocas se han materializado y ninguna se ha llevado a cabo dentro de Gaza.
La fotoperiodista de Agence France Presse Christina Assi estuvo al borde de la muerte durante el ataque deliberado de Israel contra un grupo de periodistas que cubrían el sur del Líbano el 13 de octubre de 2023, en el que falleció el periodista de Reuters Issam Abdallah. En una charla pública durante el Festival Internacional de Periodismo de Perugia, declaró: «Las cámaras nos están convirtiendo en objetivos, y el chaleco de prensa es, básicamente, una sentencia de muerte en este momento».

Assi añadió: «Hace unos días me desperté con la imagen espantosa del periodista palestino Ahmad Mansour ardiendo vivo, y todo el mundo fue testigo de ello. Es horrible. ¿Cuándo va a terminar esto?».

Durante ese mismo festival, muchos participantes guardaron un minuto de silencio, cada uno sosteniendo el nombre de uno de los 220 periodistas asesinados desde el 7 de octubre. Este acto solemne fue un momento excepcional de reconocimiento colectivo en un panorama mediático global que a menudo ha sido acusado de minimizar el sufrimiento palestino.
«Si no fuera por la medicina moderna y por mi increíble equipo médico, hoy no estaría aquí sentada», explicó Assi, una afirmación que refleja los riesgos adicionales que enfrentan las personas en Gaza, donde la atención sanitaria ha sido prácticamente aniquilada.
«Todavía no hemos obtenido justicia, y no ha habido detalles ni investigaciones por parte de Israel», añadió Assi. «Solo nos hemos encontrado con silencio y con la normalización de la violencia contra los periodistas. Quiero saber quién nos hizo esto y quiero ver a los responsables ante un tribunal».
El sesgo de los medios occidentales
Estos crímenes contra la prensa se suman a la preocupación de larga data por el silenciamiento de las narrativas palestinas y el sesgo de los medios occidentales, y en algunos casos, su complicidad con el encuadre del conflicto promovido por Israel. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha calificado las acciones de Israel en Gaza como un «caso plausible de genocidio», y otros informes han concluido que, en efecto, se está produciendo un genocidio.
Mientras tanto, tras más de año y medio, ningún medio de comunicación occidental importante ha logrado enviar reporteros independientes a Gaza. Prohibidos por Israel de informar de manera autónoma desde el interior de Gaza, los periodistas extranjeros solo pueden acceder si están acompañados por el ejército israelí [no es raro que se prohíba el acceso a los periodistas a las zonas de conflicto, pero suelen encontrar formas indirectas de llegar allí, siempre que su redacción les respalde: de lo contrario, firmarían su sentencia de muerte, si no física, al menos profesional y social…]..
Al mismo tiempo, se ha ejercido escasa presión internacional sobre Israel en lo relativo a los ataques contra la prensa. De vez en cuando, organizaciones de derechos humanos y de libertad de prensa emiten declaraciones de condena, pero una rendición de cuentas significativa sigue siendo esquiva. Las Naciones Unidas y varias ONG han solicitado investigaciones independientes, pero hasta abril de 2024, ninguna ha tenido consecuencias.
A medida que crece el número de víctimas, también aumenta la sensación de abandono entre los periodistas de Gaza, que siguen siendo testigos e informando en las condiciones más extremas.