Aviso

 
Por Iñaki Urdanibia

«La lucha del relato es fundamental y los israelíes se muestran como las víctimas, obviando las décadas de ocupación y privación de derechos de los palestinos. Los miembros de Hamás son “salvajes terroristas”, las decenas de civiles muertos son “daños colaterales” usados como “escudos humanos” y la destrucción sistemática de hospitales, escuelas, mercados, cementerios uy demás son “actos de autodefensa»

A cualquiera que vea los informativos de la televisión vasca, EITB, le resultará familiar la imagen de Mikel Ayestaran (Beasain, 1975), siempre informando desde -y sobre- Oriente Medio, au milieu de la mêlée, y es que Ayestaran no habla de oídas, aunque la escucha juega un papel esencial en su labor periodística, free lance, no ciñéndose al karaoke dominante, de quienes repiten las desinformaciones o informaciones sesgadas de Israel y los amigos de su política brutal, sino hablando con la gente del lugar del que informa, dejando que sus voces, y sus padecimientos, se oigan, dándose a conocer. La cercanía es fundamental, tanto en su presencia en la zona (siete años en Jerusalén y dos en Estambul, en donde habita en la actualidad con su familia), como por las informaciones que ofrece, que dan cuenta de la situación, con nombres y apellidos, y de su propia experiencia sur place. Amén de sus vívidas, y vividas, crónicas, es autor, con el que ahora presenta, de cuatro libros; de alguno de ellos informé en el momento de su publicación:https://laescueladeguajara.wordpress.com/category/mikel-ayestaran/.

Ahora, oportunamente, añade otro título a su producción: «Historias de Gaza. La vida entre guerras», editado por Península. Ya desde el mapa inicial de la Franja de Gaza, del 7 de octubre de 2023, hasta el final del volumen, no hay respiro a través de los 26 capítulos, que recorre el libro en el que Ayestaran nos sirve de guía, invitándonos a acompañarle en la travesía. La toma de pulso del lugar y de sus habitantes es riguroso y nos hace sentir de cerca los padecimientos que se describen, del mismo modo que él no oculta los suyos…hasta las lágrimas. Avanzamos junto a él en sus viajes y quienes le acompañan a modo de guías, a los que nombra destacando su saber y categoría humana: taxistas, fíxer, amigos y familiares de éstos que en más de una ocasión son asesinados y sus casas destruidas. La Historia, con mayúsculas, es el escenario de fondo sobre el que se van desgranando diferentes episodios humanos, de carne y hueso, entreverados con su propia experiencia.Como no podía ser de otro modo, el 7 de octubre de 2023 es la señal de salida, lo que no quiere decir que el autor no eche la mirada atrás hasta los tiempos del dominio británico y antes (desde el faraón Tutmosis al rey británico Jorge V, y hasta la rabioa actualidad), ya que constata que Gaza, por su situación estratégica, su salida al mar y ser la puerta que se abre entre África y Asia, y del Mediterráneo con Arabia, siempre ha sido objeto de disputa de diferentes imperios, y lugar de resistencia que le asemeja a la aldea gala de Asterix y Obelix. A partir de ahí, Ayestaran nos conduce al conocimiento de la Nakba que supuso más de 700000 expulsados, a los que se sumaron los provocados por la guerra de 1973…hoy se contabilizan bastante más de cinco millones de refugiados palestinos. El brutal atentado de los islamistas de Hamas, no es el inicio, obviamente, sino otro de los episodios de enfrentamiento, un punto y seguido, que fue respondido, y lo sigue siendo, con un espíritu aniquilador del Estado Israel y su poderoso ejército, que imponen el terror, la destrucción y los desplazamientos forzados de la población sometida a la falta de agua, alimentos y electricidad…de la sanidad, qué decir, si en cuenta se tiene que en no pocas ocasiones son objeto de los bombardeos de la aviación israelí. Esta brutalidad genocida, va acompañada de una campaña de propaganda plena de exageraciones y falsedades que sirven como coartada para la empresa asesina…es el sacrosanto derecho a defenderse, que esgrimen las autoridades israelíes, siendo coreadas por los medios y gobernantes de Occidente. Las declaraciones de diferentes fuentes sionistas marcan el tono, al señalar a los palestinos como animales que han de ser tratados como tales, y así queda patente que la labor de limpieza étnica funciona a todo gas, hasta el punto de que a este paso allá no va a quedar nadie; leo al historiador especialista en la Shoa, Omer Bartov: lo que buscaban desde el principio era dejar inhabitable toda la franja de Gaza, y debilitar a su población hasta acabar con ella o hasta que se viera obligada a salir del territorio de cualquier forma posible», y si esto lo decía en agosto de 2024, su suposición se ve confirmada con creces. Los nombres propios, como no podía ser de otro modo, asoman: así Balfour, Ben Gurion, Yaser Arafat,, Rabin, Bill Clinton, Ariel Sharon que con su provocadora visita a la Explanada de las Mezquitas -uno de los lugres sagrados de los árabes- originó la segunda Intifada – destacable resulta que los palestinos tenía más armas que en la primera- y se muestran los momentos en que pudieran nacer ciertas esperanzas con la Conferencia de Paz de Madrid, los Acuerdos de Oslo, y los intentos del encuentro de Camp Davis, propiciado por Clinton. Ayestaran toma el pulso de la situación de los gazatíes y la permanente inseguridad a la que están sometidos que hace que entre la vida, por llamarla así-, y la muerte se den unos límites realmente borrosos, ya que la parca puede llegar en cualquier momento. Subraya los controles del ejército invasor, y los permisos que son necesarios, expedidos por éste, para poder moverse a los lugares que ellos dictan. Cuenta el periodista cómo recibió la noticia de la tregua, el 24 de noviembre, y da cuenta igualmente de la constante violación de las leyes del derecho humanitario internacional, en lo que hace al intercambio de los cuerpos de los fallecidos, y otros. Todo hay que decirlo, y así Ayestaran da voz a las opiniones de algunos ciudadanos israelíes, y a pesar de las justificaciones de éstos, queda claro que no hay una guerra, sino que «todo un ejercicio de tiro al plato con unos aviones de última generación lanzando bombas sobre un espacio sin defensa aérea de ningún tipo»; un conflicto totalmente desproporcionado. También nos presenta algunas cafeterías por él frecuentadas, las visitas a centros de mutilados, entregados al deporte…sin faltar referencias al menú de Gaza, y el predominio del arrozY las bombas, los estruendos, las ruinas, la destrucción, la muerte y los nombres propios de las víctimas: Taaleb Daur, Yaaqub Nabhan, Mariam Dahlan y su hijo Mohamed,…«zapato a zapato, nombre a nombre, historia a historia, los muertos y desaparecidos recuperan su dignidad y se convierten en los grandes protagonistas». Y la mirada se desplaza, a la par de los ataques, a otras geografías como Líbano, y a otras organizaciones como Hizbulá, la Yihad islámica, dándose un desplazamiento en lo que hace a las información desde el gazacentrismo, luego será Siria; del mismo modo que sale a relucir las condiciones que se sufren en Katiba, el principal centro penitenciario de Gaza, en donde, la visita al lugar fue en 2021, conoció el corredor de la muerte y el módulo especial en el que cumplían condena los acusados de «delitos contra la seguridad interna», léase colaborar con Israel. Y las protestas pacíficas sofocadas a sangre y fuego y…Occidente mirando para otro lado… y la mirada nada optimista de Mikel Ayestarán: «Lo de Gaza acabará como siempre, con un paréntesis hasta la próxima guerra», y es que el que siembra vientos recoge tempestades, y por aquellos parajes hay muchos vientos sembrados, muchas promesas incumplidas…y el odio acumulado.