Que el mundo está inmerso en un caos climático a la vez que en un nuevo clima prebélico, es algo que resulta difícilmente cuestionable.
Dos fuerzas de signo opuesto se hallan enfrentadas para decidir el futuro más inmediato de nuestro Planeta y de nuestro propio mundo: una, negativa, proviene de los gobiernos es la que lleva a la guerra, la destrucción medioambiental y la pobreza y esclavitud de los pueblos cada vez más vulnerables, indefensos y teledirigidos. La segunda tendencia la encarna lo mejor de los pueblos. Esta corriente es plural y multidireccional: es pacifista, ecologista, animalista y clama por la igualdad y la justicia social, defiende la justicia por encima del Derecho, la libertad de movimiento de los seres humanos antes que la de los capitales, y es partidaria de la democracia participativa. Está representada a nivel político por la izquierda alternativa, ecológica y asamblearia, contraria a la burocratización y al dirigismo, y por la conciencia a favor del respeto a la vida animal y la alimentación vegana o vegetariana. Organizaciones científicas y personalidades de ese mundo que todos conocemos no cesan de llamar la atención sobre la necesidad del abandonar los combustibles fósiles, aceptar la economía del decrecimiento y la austeridad del consumo, mientras otras organizaciones que también conocemos de sobra se centran en la defensa de los presos, la lucha contra la pobreza y las desigualdades socioculturales.
Numerosas fundaciones no gubernamentales independientes y renovadoras en campos tan diversos como pedagogía, periodismo, pacifismo, antimilitarismo, laicismo y muchos otros cuyos nombres y siglas excederían el propósito de este trabajo que solo pretende mostrar el otro lado de este mundo, el lado más luminoso y esperanzador, el amanecer del alma otra humanidad que habrá de formar una Nueva Era pacífica, cooperativa, fraternal, donde la libertad y el respeto, la justicia y la verdad sean las señas de identidad de las futuras generaciones.
Por desgracia para los movimientos liberadores de nuestro tiempo y que añade a la lucha por una nueva conciencia en las persona que lo forman, cada uno de esos movimientos va por libre y la falta de coordinación y unidad de acción impide formar parte de un proyecto convergente multidisciplinar que debería organizarse a escala mundial, lo que merma el avance que cada uno quisiera individualmente tanto para sí como para el conjunto de fuerzas alternativas con las que no interactúa.
Una disyuntiva dramática
Viviendo bajo el destructor cambio climático y la amenaza temible de la temperatura global con más de 1, 5 grados, nos enfrentamos a una disyuntiva crucial: ¿la voluntad del poder de quienes provocan el desastre, o la voluntad de un poder popular contrario a los gobiernos que ocultan la gravedad de lo que preparan y de lo que se vecina? Lejos de preparar a la ciudadanía, la distraen, la hacen creer en fantasías de todo género, y fingen controlar instituciones de poder que ya no controlan como fingen tener capacidad de decidir que solo ostentan los más ricos y poderosos organizados en multinacionales con más poder judicial, económico y político que el gobierno de cualquier país.
La guerra climática está abierta, y es la ocasión definitiva para nuestra liberación del capitalismo destructor y belicista y nuestra supervivencia como especie, pero el Sistema capitalista se obstina en negar los males que origina a la vez que quiere hacer callar a quienes los denuncian igual que cualquier delincuente niega haber transgredido una ley, el Sistema capitalista Ecocida y belicista que controla nuestro mundo se niega a reconocer la destrucción que provoca en la Tierra, la pobreza y exterminio de especies, o las causas reales y miserables de sus guerras fratricidas mientras se emplea a fondo para controlar la mente y la voluntad personal de la ciudadanía y en reprimir y obstaculizar a los movimientos de oposición al Sistema que padecemos con su ideología autoritaria creciente y represiva aplicada a escala mundial bajo disfraces democráticos.
La batalla real
La muerte que el Sistema abandera en todos los campos se obstina en superar a la vida, lo que es científicamente imposible, pero su obstinación puede matar a muchos antes del fin de la batalla. ¿Y de qué batalla hablamos? De la batalla de la razón contra la barbarie; de la verdad contra la mentira; del derecho a la vida contra su negación; del respeto al pensamiento individual, del libre albedrío de para decidir en qué país vivir y protegidos por ley, del respeto a los trabajadores contra el neo esclavismo y abusos patronales; de la Justicia contra el Derecho, y muchas cosas más. De esa batalla hablamos y solo la puede ganar uno de los contendientes: o una masa crítica de ciudadanos conscientes o las fuerzas represivas que protegen al 1 por ciento de privilegiados del mundo, causantes de injusticias, explotación y guerras a través del Derecho, y principales artífices del cambio climático o Apocalipsis mundial. Y de este infierno a que estamos abocados solo nos podría sacar un estado de conciencia espiritualmente más elevada capaz de vencer lo demasiado humano y su egocentrismo enfermizo a favor de la justicia, la igualdad y un vivir pacífico desde el amor altruista.