Aviso

 

Los periódicos se están haciendo eco de predicciones geológicas que anuncian el movimiento de las placas tectónicas que pueden llegar a cerrar el mar por el estrecho de Gibraltar.

Esta posible catástrofe no es nueva. Impresiona pensar que hace 1.500 millones de años era un erial que podía cruzarse a pie enjuto desde lo que hoy es Oran hasta Marsella, de Alejandría hasta Atenas, desde Túnez a Palermo, desde Valencia hasta Haifa. Si esta consideración nos impresiona, también nos hace temblar la posibilidad que dentro de unas pocas centurias pueda ocurrir lo mismo. Cerrado el mar por Gibraltar, a causa de la evaporación en unos 150 años se convertiría en un ataúd de sal y algas muertas. Si se reabriese el estrecho el Atlántico invadiría otra vez el suelo en solo dos años a razón de 10 metros de altura diarios. Hoy existe tecnología para poder animar esta transformación e impresionar todas las sensibilidades.

Uno no puede dejar de imaginar, por la experiencia acumulada de años, qué hallaríamos hoy en el fondo del mar si se desecara. El Mediterráneo no sólo es el mar más contaminado del mundo. En sus riberas y por sus hombres, a lo largo de la historia, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que también es el más culto de todo el planeta.  Aquí nació la cultura, la filosofía, el arte, la democracia, el pensamiento científico, la artesanía, la arquitectura y todo lo que se quiera uno imaginar. Si la contaminación suele medirse sobre los residuos de hidrocarburos, mercurio, plásticos, metales etc. la cultura tiene que ver básicamente con el número de muertos. En ningún mar se han librado tantas batallas como en el “mare nostrum”, desde Salamina a Lepanto, de Actium a Trafalgar. En ningún otro mar se han ahogado tantos hombres: griegos, egipcios, cartagineses, romanos, vándalos, árabes, bizantinos, turcos, criaturas asentadas en sus costas desde siglos, pero ahora también.

Gentes venidas desde muy lejos  – de Nigeria, de Pakistán, de Bangladesh, de Siria, de Etiopia de Eritrea… más de 10.000 cayucos hundidos entre Marruecos y España, entre Túnez e Italia. Tras siglos de tesoros en el fondo hoy en las orillas se recogen y se ponen a la venta zapatillas Nike ;el poder de la globalización olvida  sus nombres, pero no sus pertrechos y los pescadores recogen junto a las sardinas y los atunes en sus redes centenarias. Hoy los Ulises en busca de su Ítaca dorada, también son abandonados por los dioses y esa inmensa piscina es también una grandísima fosa común. Nunca en la historia las dos riberas estuvieron tan separadas como hoy por culpa de  la especulación capitalista: Ni el cisma de Bizancio que se separó de Roma, ni la expansión islámica, ni la ofensiva de las Cruzadas. La comunidad histórica y climática siempre tuvo conciencia de pertenecer a una unidad cultural. Sólo en los últimos 30 años el neoliberalismo económico ha sido capaz de levantar tantas barreras y tantos muros. La pugna histórica por dominar ambas riberas – Persia y Grecia, Cartago y Roma, Egipto o Granada, Fenicia o Catalunya, Venecia u Orán- produjo fértiles brotes de comercio, tolerancia y crecimiento cultural. Podemos preguntarnos si a día de hoy alguna de las dos riberas domina sus aguas. Y la respuesta es que el norte de Europa está desmeditarranealizando la cultura al separar ambas riberas.

El modelo impuesto por la UE al sur de Europa,  es el mismo que el de la ribera norte del  Mediterráneo ha querido imponer  a la ribera sur. Desde la “Conferencia de Barcelona” en 1995 hasta la posterior “Unión por el Mediterráneo” de 2010 y mediante tratados de cooperación, iniciativas extractoras y negociaciones supremacistas  intentaron desmediterranealizar África y el Próximo Oriente. Acuerdos firmados con dictadores a espaldas de las poblaciones han conseguido asegurar inversiones europeas mediante dos instrumentos ignominiosos: la ayuda a la represión ciudadana y a la llamada emigración ilegal, que viene a ser lo mismo que la acumulación de cadáveres en la fosa común llamada liberalización de la economía, aumento de la pobreza, del paro y por tanto aumentando los motivos para arrojarse al mar.

La gran sorpresa vino en 2011, con la sacudida sísmica que eufemísticamente ha sido llamada de manera inexacta y folklórica: la “primavera árabe”. De Túnez a Egipto a Libia, a Siria (con algunos pequeños brotes en Marruecos, Argelia y Jordania) alzó la voz contra estos dictadores que más allá de su posicionamiento en el tablero geoestratégico mundial, habían cedido por un igual a la ofensiva neoliberal. Esta enorme sacudida tuvo como efecto reconvertir el “mar del medio” en puente y revelar una enorme falla común. Las protestas en Grecia, Italia y Portugal, al hilo de una gran crisis, que no remite, iluminaron un gran espacio de miserias y de resistencias compartidas, un recinto colectivo en el que la conciencia de los problemas estructurales y de las tradiciones de lucha saltan de una ribera a la otra realimentando sin parar una nueva promiscuidad simbólica euromediterránea. Nadie negará que, como hace mil o dos mil años, los habitantes de la ribera del norte estamos más emparentados con Orán, Túnez, Estambul que con Estocolmo, Londres o Frankfurt, aunque nos quieran hacer creer lo contrario.

Frente a la desmediterraneización capitalista de la región hay que abrir una lucha en contra del paro, los desahucios, las privatizaciones, la corrupción y los déficits democráticos. Cuando pocos años después, a finales de 2015, las contrarrevoluciones triunfantes regresaron al primer plano y con  los viejos actores, la extensión y la profundización del neoliberalismo homicida campa con más ímpetu, y la desesperación llena el mar con cayucos, y con muerte. Solo una nueva conciencia común proporcionará la victoria sobre un modelo que lleva muchos años alimentando la doble fractura –una ribera y otra- como son el racismo y el islamismo radical.

Como podemos apreciar, la lucha contra el neoliberalismo, la defensa de lo público y la profundización democrática no es solamente tarea de la ribera del norte, que también necesita vacunas muy eficaces contra el racismo, es fascismo  y la vista corta del nacionalismo; también la población de la otra ribera tiene los mismos objetivos, porque padecen las mismas políticas de la Globalización neoliberal.

Prudenci Vidal Marcos

NIÑO DE DAMASCO

En esta esquina del Mediterráneo

te espero esta tarde de octubre

como quien quiere recuperar la memoria

para confundir tanta muerte en un sueño.

No podrás huir a tiempo…

Os representamos por estas calles

llenos de indignación, escombros e impotencia

en etérea dimensión contemplativa.

No podrás detener la ignominia

ni decir las palabras acertadas,

de salvación ni del olvido:

“¡Adiós, ojos maravillosos!

¡Adiós, imagen encantadora!

Reserva una copa de veneno

para todos aquellos que han roto

el sueño de tu futuro en paz”.

 

RESPUESTA DEL NIÑO

Olvidaréis mi nombre

y dejaréis de soñarme.

Definitivamente el amor de ahora

se convertirá en soledad entre éste

griterío que llena el mar.

Si dejáis de soñarme,

si muerto estoy en vuestros sueños,

nunca podréis enterrar la noche

ni volver de la sombra a la luz.

A mi lado está el silencio

y un milagro: mi cuerpo sin amor

que enamora ojos para mirar

un destino que no quiero ver.

Llega la noche y tengo sed de sol.

Nada puede consolar la ausencia

de mi hermano amado …

Amor inesperadamente descubierto

en un atardecer, en televisión.

Un amor fugaz, intenso,

correspondido y enseguida perdido.