Si Biden quisiera un alto el fuego, podría comenzar por detener los envíos de armas a Israel.
Mientras los líderes mundiales se congregan en Nueva York para la Asamblea General de las Naciones Unidas, Israel intensifica sus ataques contra el Líbano y causa la muerte de cientos de civiles y el desplazamiento forzoso de aproximadamente medio millón de personas, al tiempo que se prepara para una posible invasión terrestre de ese país. Numerosos líderes mundiales, al tomar la palabra en la Asamblea General, acusaron a Israel de estar cometiendo un genocidio en Gaza y destacaron la impunidad que goza Israel gracias al blindaje diplomático y el apoyo militar que le otorga Estados Unidos.
El presidente Joe Biden enunció una tibia voluntad hacia una solución diplomática en el Líbano en una declaración conjunta emitida con el presidente francés, Emmanuel Macron, en la que los mandatarios expresan: “[Pedimos] un alto el fuego temporal para dar una oportunidad a la diplomacia […]. La declaración que hemos negociado cuenta actualmente con el respaldo de Estados Unidos, Australia, Canadá, la Unión Europea, Francia, Alemania, Italia, Japón, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, el Reino Unido y Catar”.
El ministro de Relaciones Exteriores israelí, Israel Katz, respondió rápidamente en redes sociales: “No habrá alto el fuego en el norte”, al tiempo que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, viajaba a Nueva York para intervenir en la Asamblea General.
Si Biden quisiera un alto el fuego, podría comenzar por detener los envíos de armas a Israel.
Lara Bitar es jefa de redacción de The Public Source, un medio de comunicación independiente con sede en Beirut. Desde ese ciudad, Bitar habló con Democracy Now! y expresó: “Nadie tiene realmente ninguna esperanza en estos procesos de las Naciones Unidas, ni en las palabras del Gobierno de Biden, ni en las palabras del Gobierno de Netanyahu”.
Bitar compartió las observaciones de uno de los reporteros del periódico que está trabajando actualmente en el sur del Líbano:
“La gente está muy muy cansada. No pueden dormir más que unos pocos minutos seguidos debido a los incesantes bombardeos de Israel. Los refugios están abarrotados de personas de edad avanzada que han vivido ya muchas masacres y han presenciado de primera mano los horrores perpetrados por el Estado colonial israelí. Una mujer, que tendría unos 80 años y llevaba la llave de su casa como colgante, le dijo que esto no es nada en comparación con lo que han vivido durante las últimas décadas: la invasión israelí de Beirut, en 1982; la primera masacre de Qana, en 1996; la segunda masacre de Qana, en 2006, y tantas otras… […] Para muchas de estas personas que han sido forzadas a dejar sus hogares y cuyas viviendas han sido arrasadas, el apego a su tierra solo se hace cada vez más fuerte”.
Israel sostiene que simplemente está tratando de permitir que los ciudadanos israelíes desplazados regresen a sus hogares en el norte de Israel y que, para ello, necesita expulsar a Hizbulá, la principal fuerza militar en el sur del Líbano. Israel y Hizbulá han estado intercambiando ataques transfronterizos desde octubre de 2023. Hizbulá sostiene que sus ataques son en solidaridad con el pueblo de Gaza y que continuarán mientras Israel prosiga con su ofensiva en el enclave palestino.
La semana pasada se produjo un impactante ataque en el Líbano, en el que miles de buscapersonas explotaron simultáneamente. Al día siguiente de ese suceso, varios “walkie-talkies” detonaron también de manera repentina. Se cree que Israel está detrás de estos ataques, presumiblemente dirigidos contra personas vinculadas a Hizbulá. Sin embargo, las explosiones fueron indiscriminadas. Un total de 42 personas perdieron la vida en los ataques, incluidos niños, niñas y civiles, y se estima que otras 3.500 resultaron heridas o mutiladas.
El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, dijo al Consejo de Seguridad: “El derecho internacional humanitario prohíbe el uso de bombas trampa en forma de objetos portátiles aparentemente inofensivos”. Y prosiguió: “Es un crimen de guerra cometer actos de violencia destinados a sembrar el terror entre la población civil”. Incluso el exdirector de la CIA y exsecretario de Defensa de Estados Unidos Leon Panetta calificó los ataques como actos de “terrorismo”.
Finalmente, el lunes pasado, Israel lanzó un bombardeo a gran escala sobre el Líbano. Se informa que entre los lugares atacados se encuentran hospitales, ambulancias y escuelas. Hasta el momento, al menos 650 personas han muerto a causa de estos ataques israelíes en el Líbano.
Aya Majzoub, directora regional adjunta de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África, dijo a Democracy Now! desde Beirut: “En un solo día, el lunes, más de 500 personas perdieron la vida [a causa de los bombardeos]. Es una de las cifras más altas de muertes diarias en conflictos bélicos recientes y es superior a la mayoría de las muertes diarias que se registraron en Gaza durante el último año. […] En 2006, la guerra de 33 días entre Hizbulá e Israel causó 1.100 muertes a lo largo de todo el conflicto. Ya hemos alcanzado la mitad de ese número en solo 24 horas. Así que estos números no tienen realmente precedentes”.
El Líbano alberga el mayor número de refugiados per cápita del mundo, con 1,5 millones de sirios y más de 250.000 palestinos. La economía del país se ha visto afectada por la guerra, las divisiones políticas y una devastadora explosión en el puerto de Beirut ocurrida en 2020. Mientras tanto, desde la guerra de 2006, Hizbulá se ha fortalecido, ha ganado experiencia de combate en Siria y ha construido un arsenal estimado de 200.000 misiles.
El secretario general de la ONU, António Gutteres, advirtió a los líderes mundiales reunidos en la Asamblea General: “El infierno se está desatando en el Líbano. […] El pueblo del Líbano, así como el pueblo de Israel y los pueblos del mundo, no pueden permitirse que el Líbano se convierta en otra Gaza”.