Aviso

 

por Thierry Meyssan

Erróneamente, muchos creen que la derrota del gobierno de Kiev en Donetsk y ‎Lugansk, así como en Jerson y Zaporiyia, marcará el fin de los combates. Ante la ‎resistencia a la aplicación de la resolución 2202 del Consejo de Seguridad de la ONU, ‎el presidente Putin ha señalado que quedan por liberar las regiones de Odesa y ‎Transnistria, enfrentamiento que el Pentágono ha venido preparando desde 2019. ‎Estados Unidos ya prepara el “segundo round” en Moldavia. Pero no porque Washington quiera defender a los ucranianos ni a los moldavos sino porque le interesa ‎seguir debilitando a sus propios aliados para hacerlos todavía más ‎dependientes de Estados Unidos. ‎

Las cifras de la guerra en Ucrania según el Mosad israelí, publicadas en el sitio web turco ‎‎“Hürseda Haber”.‎

© Voltaire, Actualidad Internacional - N° 27 - 10 de febrero de 2023

Las cifras de la OTAN sobre la guerra en Ucrania –constantemente repetidas por las agencias de ‎prensa occidentales– hacen pensar que el pueblo ucraniano está unido, junto al gobierno de Kiev, ‎y que resiste gracias al armamento occidental. ‎

Pero las cifras del Mosad israelí, publicadas por el sitio web turco Hürseda Haber, demuestran que ‎la realidad es muy diferente. ‎

Y no es nuevo este fenómeno. Durante la guerra en Kosovo, yo mismo editaba un boletín diario ‎donde “cruzaba” los despachos de las agencias de prensa occidentales con los de las agencias de ‎prensa de los Balcanes, así que no me sorprende el abismo existente entre las cifras de la OTAN ‎y las del Mosad. La OTAN tiene una larga experiencia en el “arte” de mentir a la opinión pública ‎occidental. Y es que la OTAN no divulgaba simples exageraciones sino mentiras descaradas. ‎Los lectores más veteranos seguramente recuerdan que aquellas mentiras conquistaron los ‎corazones de la ciudadanía de las potencias occidentales, incluyendo a los mismos que las ‎inventaban. Y que al final de aquel conflicto, cuando la alianza atlántica aceptó “generosamente” que lo que ‎quedaba del ejército serbio –en aquella época se decía “yugoslavo”– se replegara bajo la ‎protección del ejército ruso, todos pudieron ver con estupefacción ‎cantidades de tanques y aviones salir intactos de sus refugios subterráneos. ‎

Es que en plena guerra resulta imposible saber con precisión todo lo que sucede en el campo de ‎batalla. Cada ejército contabiliza sus bajas pero no sabe si todos los hombres que faltan están ‎muertos o heridos, prisioneros o en fuga. Los oficiales se ven obligados a tomar decisiones ‎en medio de la “bruma de guerra”, sin disponer nunca de estadísticas precisas, como las que ‎pueden existir en tiempo de paz. ‎

En todo caso, mientras que los gobiernos ya saben –todos– que Rusia ha ganado la guerra y que ‎seguirá avanzando para liberar la Novorossiya hasta alcanzar la región de Transnistria, algunos fingen creer ‎que los rusos ahora quieren invadir Moldavia… como hicieron en Ucrania. Nadie quiere recordar ‎que cuando la URSS se disolvió, la población de Transnistria proclamó su independencia… como ‎la de Crimea. Lo que importa es seguir presentando a Rusia como una tiranía que ha iniciado una ‎guerra de conquista y que aplasta todo lo que encuentra a su paso. ‎

La franja de territorio señalada en rojo, entre Moldavia y Ucrania, es la república ‎autoproclamada en la región de Transnistria.‎

También hay que recordar que cuando Moldavia proclamó su propia independencia también ‎reconoció como nulas las consecuencias del Pacto germano-soviético de 1939, principalmente… ‎la inclusión de Transnistria en la entidad política moldava [1]. Pero, poco después, ‎Moldavia reclamó Transnistria como su territorio. En junio de 1992, el coronel Howard J. T. ‎Steers, oficial de la inteligencia militar de Estados Unidos y consejero de la OTAN, coordinó una ‎operación para conquistar Transnistria. Y no se limitó a movilizar el pequeño ejército de Moldavia ‎sino que también movilizó el ejército de Rumania y numerosos delincuentes comunes rumanos ‎sacados de las cárceles. ‎

La región llamada Transnistria es un pequeño valle dotado de un microclima que propició que se instalara ‎allí una base secreta del complejo militaro-industrial soviético. Por consiguiente, la población de ‎Transnistria se componía simultáneamente de los pobladores originales de esa región y de ‎numerosas familias de científicos soviéticos y contaba con la protección de una pequeña base, ‎sede del 14º Ejército de las fuerzas armadas de la URSS. El presidente ruso Boris Yeltsin se negó ‎a defender Transnistria, como también rechazó el regreso de Crimea a la Federación Rusa. ‎

Cuando Moldavia, alentada por el coronel estadounidense Howard J. T. Steers, quiso ocupar ‎Transnistria, el 14º Ejército, que ya no era soviético sino ruso y contaba con más de 1 000 hombres, ‎recibió de Moscú la orden de no intervenir. Pero miles de mujeres de la población local rodearon la base militar rusa. ‎Los soldados rusos no dispararon sobre aquellas mujeres sino que, desobedeciendo las órdenes del ‎presidente Yeltsin, las dejaron entrar en la base. ‎

Aquellas mujeres se apoderaron así de 1 000 fusiles Kalachnikov, de un millón y medio de ‎cartuchos y 1 300 granadas y el pueblo armado de Transnistria rechazó la embestida del ejército rumano, que ‎seguía las órdenes del coronel Steers. ‎

Esa derrota de la OTAN nunca llegó a mencionarse en Europa. Sólo pudimos conocerla los que ‎viajamos a Transnistria [2]. ‎Fue un hecho tan impresionante y conmovió tanto a quienes lo vivieron que algunos incluso cambiaron ‎de bando. Ese fue el caso del jefe de la estación de la CIA, Harold James Nicholson, quien meses ‎después de lo sucedido en Transnistria se puso al servicio del KGB ruso. ‎

Transnistria se presenta hoy como la única verdadera heredera de la Unión Soviética e incluso ‎conserva lo mejor del sistema soviético, sin sus aspectos autoritarios y burocráticos. ‎

Cuando la RAND Corporation planificó la actual guerra en Ucrania, procedió a explicar los ‎pormenores a la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense. Eso ocurrió el 5 de ‎septiembre de 2019 y la RAND Corporation se apoyó para ello en 2 informes [3]. En esos ‎informes, la RAND Corporation explica que el objetivo de la operación es hacer que Rusia se ve ‎obligada a desplegarse más allá de sus ya muy extensas fronteras. Para eso es necesario que ‎Rusia tenga que entrar en Ucrania y, después, en Transnistria. ‎

Para entender lo que está haciendo el Pentágono hay que ir más allá de las fábulas que ‎cuentan las agencias de prensa occidentales y ver la situación desde el punto de vista de la RAND ‎Corporation, la cual prevé un “segundo round” que ya no sería ni siquiera alrededor de la ‎Novorossiya sino de Transnistria. ‎

Hace años que la Unión Europea venía organizando el bloqueo contra Transnistria, apoyándose ‎para ello en Ucrania y Moldavia, dos países que ni siquiera son miembros de la UE. ‎

El secretario de Defensa estadounidense, el general Lloyd Austin, sigue instando a sus aliados a ‎que entreguen su armamento y sus municiones… para que se sientan todavía más dependientes ‎de la protección de Estados Unidos. Al mismo tiempo, ahora acaba de obligarlos a aceptar que ‎se modifique el funcionamiento de la OTAN. Con las modificaciones –ya aceptadas– la alianza ‎atlántica puede convertirse en una “coalición de voluntarios” para la realización de operaciones ‎militares que nada tendrían que ver con el famoso Artículo 5, o sea sin que haya existido una ‎agresión contra alguno de los miembros de la OTAN. ‎

Eso no es nada nuevo. De hecho, eso fue lo que sucedió con la operación de la OTAN ‎contra Libia, cuando los países miembros de la alianza que se oponían a la guerra simplemente ‎fueron mantenidos al margen mientras que otros, no miembros de la OTAN, como Qatar, ‎participaban en la agresión. En aquel momento, la OTAN violó sus propios estatutos… pero ya ‎no tendrá que hacerlo porque acaba de modificarlos. ‎

En la práctica, eso quiere decir que el Consejo Atlántico ha perdido todo su poder. Ya ‎ningún miembro de la OTAN podrá oponerse a que la alianza entre en guerra y Estados Unidos ‎utilizará de todas maneras los medios de la alianza, en una “coalición de voluntarios”. ‎

Por consiguiente, la derrota de Ucrania –que ya ha perdido el Donbass y 4 oblast– no significa el ‎fin de la guerra. El Kremlin ha explicado que todavía le queda por liberar Odesa y conectar con ‎Transnistria las regiones liberadas y la OTAN ya pule su retórica. Se trata de confundir a la opinión ‎occidental haciéndole creer que Transnistria –hoy denominada República Moldava del Dniéster– es ‎parte de Moldavia y que el “oso ruso” arremete también contra esta última. ‎