1. La pandemia como un reflejo de la crisis civilizatoria.
La pandemia de coronavirus SARS-CoV-2, que produce la enfermedad respiratoria COVID-19 que en la actualidad venimos presenciando a nivel mundial con sus secuelas de miles de muertos expresa la crisis civilizatoria a la que el capitalismo ha condenado a la humanidad. Un tema relevante de esta crisis es el relacionado con el calentamiento del planeta, el denominado cambio climático producido por la emisión cada vez mayor de gases efecto invernadero resultado de la utilización a gran escala de fuentes de energía no renovables -basadas en la explotación del petróleo y la minería a gran escala -, por la agroindustria, la ganadería extensiva, por la deforestación y el derroche energético que compensa las exigencias del consumo mercantilizado uno de los soportes de la rentabilidad capitalista, cuyo ejemplo de ello constituye la obsolescencia programada.[1]
El calentamiento global ha terminado por colocar en riesgo la vida; flora, fauna y la propia humanidad. Ha reducido la masa de hielo en los casquetes polares aumentando el nivel de los océanos -ocho centímetros en los últimos 23 años-[2], produce de manera recurrente sequías e incendios devastadores como los presenciados en Australia en los últimos años. Dicha hecatombe ambiental es la responsable, igualmente, de la desaparición de más de 150 especies de animales por día, amenazando a un millón de especies más, así como al 40% del medio marino mundial. Aumenta la temperatura de los océanos matando especies marinas y debilitando un ecosistema que actúa como sumidero atrapando el 30% del dióxido de carbono que transita por la atmósfera y absorbiendo el 80 % del calor causado por los gases de efecto invernadero. Este aumento de la temperatura global ha venido en ascenso ininterrumpido en las últimas décadas (gráfica 1).
* El aumento de la temperatura desde el comienzo de la primera revolución industrial llegó 1.0 °C en 2017. Si se mantiene la tasa de crecimiento actual, dicho aumento alcanzará 1.5 °C alrededor del 2040.
Fuente: Tomado de Oficce for Climate Education, OCE, (2018) con base en el Reporte Especial de Resultados del Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC (2018).
De la misma manera la contaminación del aire produce efectos perjudiciales a la salud humana, según la OMS el 90 % aproximado de la población mundial alojada en las ciudades respira un aire cuyos índices de contaminación exceden los niveles reconocidos como aceptables por los organismos internacionales responsables de estas evaluaciones. Esta contaminación ha terminado por convertirse en la segunda causa de muerte por enfermedades no transmisibles en el planeta.[3]
Luego, esta contaminación ambiental constituye uno de los planos de la explicación de las causas de las pandemias. No es casual que desde la segunda post guerra cuando se intensificó la utilización del petróleo y sus derivados como fuente energética no tan solo en la industria y el transporte, sino, también en el desarrollo de materias primas sintéticas (el caso del plástico) el aumento de epidemias ha sido notable (gráfica 2).
Gráfica 2. Aumento de epidemias en el mundo desde 1940.
Fuente: Lindgaard y Poinssot (2020).
El crecimiento de pandemias asociadas a los coronavirus ha sido exponencial en los últimos años. «Desde el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) que golpeó a China en 2002-2003 hasta el MERS-Cova (Coronavirus del Síndrome Respiratorio del Medio Oriente) que golpeó la Península Arábiga en 2012, pasando por el actual SARS-Cova- 2, los virus de la familia de los coronavirus parecen ser, con las diversas pandemias de influenza, uno de los grandes peligros para la salud del siglo XXI…” (Sebilotte, 2019)
Sin embargo, ha sido la agroindustria expandida en zonas silvestres y selváticas en los países de la periferia el detonador directo de estas pandemias. Esta expansión a zonas no convencionales debe contextualizarse en el marco del intercambio ecológico desigual. Efectivamente, “El intercambio ecológico desigual que viene dirigiendo el peor daño de la agricultura industrial al Sur Global, se ha desplazado de la apropiación de los recursos de las localidades por parte del imperialismo, impuesta por los Estados, hacia nuevos complejos de la mercantilización a escala internacional. La agroindustria está reconfigurando sus operaciones extractivistas en redes espacialmente discontinuas y en territorios de diferentes escalas…”(Wallace, Liaban, Chaves y Wallace, 2020)
Al invadir los monocultivos agroindustriales las áreas selváticas y boscosas no tan solo causan deforestación, contaminación de aguas y suelos sino que además liberan patógenos que habitan esos ecosistemas, “Mientras que muchos patógenos selváticos se están muriendo con sus especies huésped, un subconjunto de infecciones que una vez se agotaron relativamente rápido en el bosque, aunque sólo sea por una hecho irregular de no encontrar sus especies huésped típicas, ahora se propagan a través de poblaciones humanas susceptibles…” (Wallace, Liaban, Chaves y Wallace, 2020)
La ausencia de condiciones sanitarias en los países del sur resultado de la imposición de planes de ajuste facilita aún más la propagación. El comercio internacional con sus redes de transporte cada vez más internacionalizadas culmina la tarea.
La cría industrial de animales, principalmente pollos y cerdos, cuestionables desde cualquier punto de vista bioético constituye otro foco de propagación de patógenos. El hacinamiento, cada vez mayor por las exigencias del mercado, la utilización de pesticidas, antibióticos y transgénicos explican el porqué propicia los contagios:
“Es porque hay muchos animales que están juntos, hacinados. Esto se repite tanto en los pollos como en los cerdos que no se pueden mover y por lo tanto tienden a crear nuevas enfermedades. Hay cepas diferentes de virus, de bacterias, que se trasladan entre muchos individuos en un espacio reducidos. Los animales son sometidos a aplicaciones regulares de pesticidas para eliminar otra serie de cosas que están dentro del criadero. También hay venenos en los alimentos en general es maíz transgénico el que se les da. Todo está muy relacionado con el negocio de venta de transgénicos para forraje. Les dan una cantidad de antibióticos y antivirales, para prevenir las enfermedades lo que va creando resistencias cada vez más fuertes.” (Ribeiro, Silvia, 2020).
Igualmente, la comercialización de e estos animales en largos tramos y en los diversos puntos de la geografía planetaria dispersa los patógenos con las consecuencias conocidas. Los resultados están a la vista, los grandes perjuicios que el sistema agroalimentario globalizado viene produciendo sobre la naturaleza y sobre la humanidad exigen cambios radicales. Es necesario diseñar sistemas de producción de alimentos en economías locales de pequeña escala, agroecológicos, que respeten los ciclos biológicos del suelo, las plantas y los animales y ante todo planificada por las comunidades las cuales deben decidir sobre las prioridades de los bienes a producir en la solución de sus necesidades.
Igual criterio debe plantearse frente a la obtención de fuentes de energía; la transición de la energía fósil a otras fuentes energéticas como la solar y la eólica, debe sustentarse políticamente en la democracia social y en circuitos cortos interconectados. Producirla y transportarla desde sitios distantes significa un costo energético innecesario solamente bajo este nuevo tipo de prácticas sociales podrá la humanidad reversar lo que Marx denominó la ruptura metabólica que el capitalismo produce destruyendo la naturaleza. Indiscutiblemente estas transformaciones solamente pueden conseguirse cambiando las relaciones de producción, porque tal ruptura no se da solamente como separación de los productores de los medios de producción, sino que se trata de un proceso expropiatorio de vasto alcance, en diferentes escalas y dimensiones de la vida. Implica simultáneamente también el desgarramiento de los cuerpos de sus territorios; la separación del campo respecto de la ciudad y el “trazado de la línea abismal” (Souza Santos) entre las zonas coloniales y las metrópolis imperiales. (Machado, 2013)
2. Las dimensiones económicas de la crisis
Al terminar la primera semana de mayo el COVID-19 había infectado aproximadamente a 3,7 millones de personas en el mundo, con un número de muertos alrededor de 264.000 y la recuperados, 1.200.000:
“Estados Unidos, España, Italia, Reino Unido, Alemania Francia, Rusia, Turquía, Brasil e Irán son los países más afectados por la pandemia en cuanto a número de contagios confirmados y los únicos donde se ha superado la barrera de los 100.000 casos. Los diez países han adelantado a China, el epicentro original donde surgió la pandemia en diciembre de 2019. Tan solo en Estados Unidos se han confirmado más de 1,2 millón de casos de Covid-19, es el país más afectado y con mayor número de muertes contabilizadas, más de 73.000. España, con más de 221.000 casos, es el segundo país con más contagiados, seguido de Italia, con más de 214.000…” (RTVE, 2020)
El caso de Estados Unidos confirma el fracaso en el país líder de la globalización financiera de las políticas sociales. En lo concerniente a la salud la situación es dramática: según un análisis de la Fundación Kaiser Familia, unos 27 millones de estadounidenses no tienen o no pueden costear un seguro de salud, por lo que, generalmente, tendrán que pagar de su bolsillo el valor de las medicinas de prescripción (Serrano, 2020).
Estos norteamericanos pobres son los que vienen colocando el mayor número de muertos una vez desatada la pandemia. El 35% de los muertos en la ciudad de Nueva York, la del mayor impacto a causa del contagio, son de origen latino y el 28% pertenecen a la comunidad afro. En Chicago, una ciudad de 2.7 millones de habitantes el 72% de las muertes, (1824 contra 3275), son de origen afro, aunque esa comunidad tan solo representa el 30% de la población. (Serrano, 2020)
En lo referente a Italia y España, la precariedad de sus sistemas de salud confirma que la Unidad Europea fue un acuerdo regional entre países con capitales desiguales, que aumentó esas desigualdades, estableciendo una transferencia de riqueza de los países mediterráneos hacia los centrales, obligándolos a realizar planes de ajuste más severos. Igualmente confirmó que la Unidad Europea constituye una unidad regional solamente de mercado, un bloque continental carente de solidaridad. En el momento en que miles de muertos al día caían en los anfiteatros, las casas y las calles italianas y españolas el Consejo Europeo los abandonó a su propia suerte.[4]
Gráfica 3. Casos confirmados de COVID-19 en todo el mundo a primero de abril y previsión de crecimiento mundial
Fuente: Tomado de CEPAL (2020) con base en Bloomberg Economics.
Los efectos de la pandemia sobre el conjunto de la economía han sido devastadores En reciente informe la OIT calcula que “El covid-19 hará desaparecer globalmente, solo entre abril y junio de este año, el 6,7% de las horas de empleos, lo que equivale a la pérdida de 195 millones de puestos a tiempo completo”. (Orgaz, 2020)
En uno de sus últimos informes el FMI estima que “el PIB global en 2020-21 será unos 9 billones de dólares inferior al que hubiera alcanzado en ausencia del virus; una pérdida superior al tamaño conjunto de las economías de Alemania y Japón”. (Bankia Estudios, 2020). En estas mismas proyecciones la contracción del comercio mundial alcanza una cifra cercana al 14%. al finalizar el año en curso. (Tabla 1).
Tabla 1
Fuente: Bankia Estudios con base enFMI
Un elemento a resaltar en el análisis de la actual situación es el de que la economía internacional ya había iniciado el camino de la recesión desde antes de que se conocieran los primeros casos de COVID-19. En efecto, la tasa de crecimiento promedio durante la última década (2011-2019) a nivel mundial tan solo llegó al 2,8% y el comercio mundial tuvo una contracción de 0.4% el año anterior lo que no había ocurrido desde la crisis del 2008. La economía china ya había presentado dos años consecutivos de crecimiento del PIB con indicadores del 6.5 %, cuando previamente obtenía resultados del 12,5.%
En el marco de una economía financiarizada, el crecimiento del capital ficticio que desde los inicios de la década del setenta ha recibido los dineros resultado del desplazamiento de capitales empresariales con tasas de ganancia decrecientes, además de los dineros provenientes del despojo especulativo de familias y Estados, crecimiento separado de la “economía real”, ha terminado por producir un aumento exorbitante del endeudamiento tanto público como privado el cual superó en septiembre de 2019 el 322% del PIB mundial, una cifra equivalente a US 253 billones (CEPAL, 2020).
Este endeudamiento en momentos de descenso de la rentabilidad en los mercados de capitales produce aumentos considerables en los pasivos crediticios de los intermediarios del crédito. Dado el poder político de los grandes grupos financieros internacionales sobre los Estados han logrado imponer una política monetaria instrumentalizando a los Bancos Centrales para que mediante emisión de dinero realicen “operaciones de salvamento” adquiriendo esos pasivos crediticios sin que los operadores privados pierdan la propiedad de sus establecimientos financieros. Esto significa una transferencia de riqueza desde lo público a lo privado sin antecedentes en la historia del capitalismo y en la medida en que la crisis estructural del capitalismo se profundiza esta transferencia aumenta. Desde que fue oficializada la crisis financiera del 2008 la Reserva Federal norteamericana, y los Bancos Centrales del G-20 han venido implementando, con algunos intervalos, la política de expansión monetaria denominada Quantitive Easing mediante la cual compran títulos de deuda pública y títulos corporativos privados bajo el argumento de otorgar liquidez al funcionamiento del sistema financiero y al mercado de deuda pública.
La agudización de la recesión económica producto de la pandemia de la COVID-19 con millones de trabajadores confinados en sus hogares, con la contracción de la demanda interna y los cortos circuitos generados en las cadenas de valor internacional aumenta el riesgo de los inversionistas financieros que en condiciones normales esperaban mayores rendimientos (CEPAL, 2020) aumentando de paso la volatilidad financiera. Una preocupación adicional en los mercados financieros es la de la posible cesación de pagos por parte del sector corporativo no financiero en los Estados Unidos que cuenta con un endeudamiento considerable. Por todo ello, la volatibilidad ha aumentado en las últimas semanas en los mercados bursátiles (gráfica 4).
Gráfico 4. Índice de volatilidad financiera, noviembre de 2018 a marzo de 2020
Fuente: Tomado de CEPAL (2020) con base en Bloomberg Economics.
En este marco de incertidumbres para las inversiones tanto la FED como los Bancos Centrales del G-20 han decidido realizar las “emisiones necesarias” para que funciones los mercados financieros prolongando el Quantitive Easing que ahora la Fed le agrega el calificativo de Infinita, al tiempo que bajó la tasa de interés en las últimas semanas a niveles negativos lo que ya venía realizando el BCE desde hace varios años. Esta política monetaria expansiva viene produciendo un crecimiento exorbitante de capital ficticio que tendrá consecuencias en el futuro inmediato. En la gráfica 5 puede observarse en la hoja de balance de la FED, el crecimiento de las emisiones de esta entidad que el 24 de abril alcanzaron US$6.57 billones.
Gráfica 5.
Fuente: Tomado de publicación oficial de la FED.
3. América Latina ante la crisis
La crisis ha evidenciado el hecho obvio de que los impactos ante situaciones como la de expansión del COVID-19 afectan principalmente a personas con menores ingresos.
América Latina viene demostrando su fragilidad en la gestión de la pandemia del COVID-19 resultado de una inversión presupuestal precaria en el sector salud que en el 2018 llegó alrededor del 2,2% del PIB regional (CEPAL, 2019b) muy por debajo del 6% PIB recomendado por la Organización Panamericana de la Salud, OPS, con sistemas de salud débiles, fragmentados, segregados, geográficamente centralizados y con pocas instalaciones concentradas principalmente en los centros urbanos y con un promedio de camas por hospital inferior al del promedio internacional.
Gráfica 6. América Latina y el Caribe: número de camas de hospital por cada 1.000 habitantes, 2018 o último dato disponible
Fuente: Tomado de CEPAL, 2020, sobre la base de Agencia Central de Inteligencia (CIA), The World Factbook 2018, Washington, D.C., y datos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, en su informe sobre los problemas sociales de la región en 2019 constató como la pobreza aumentó entre 2014 y 2018 llegando a un promedio de 30,3% y en el caso de la pobreza extrema del 11,0% que por obvias razones durante la crisis va a aumentar.
En efecto el 53,1% de las y los trabajadores de la región se encuentran en la informalidad y antes de la pandemia los cálculos proyectados del crecimiento económico regional no superaban el 1,5%. Actualmente, esos cálculos apuntan a un decrecimiento del 6% aproximado del PIB regional lo que tendrá graves consecuencias sobre esta franja de la población.
Taboola – Body
El orden económico y social del neoliberalismo periférico sustentado en la exportación de materias primas y en la atracción de inversiones de portafolio con el desarrollo de la pandemia, confirma una vez más su inviabilidad para lograr el bienestar del conjunto de la población en la región en tanto los niveles de dependencia externa derivados de los flujos financieros internacionales y la demanda de las principales economías del mundo de recursos primarios minimizan las posibilidades de salir en el corto plazo de la crisis con capacidades propias.
La caída vertiginosa del precio internacional del petróleo, que se venía recuperando luego de su tendencia a la baja en el lapso 2014-2017, y de las materias primas en general y la correlación de estos con el valor de mercado en el segmento de los commodities, en los mercados de capitales, incluso en los escenarios más optimistas (tabla 2) evidencian dificultades en lo que se refiere a la generación de divisas por parte de la región.
Tabla 2. América Latina y el Caribe: efectos del COVID-19 en las exportaciones de bienes por subregiones y países de exportación principales, pronóstico para 2020
(Variación porcentual)
Nota: Se asumen las siguientes tasas de crecimiento para 2020: 1,0% (mundial), 1,0% (Estados Unidos), 0,3% (Japón), 0,5% (Reino Unido), -0,2% (Unión Europea, 27 países), 3,0% (China) y -1,8% (América Latina y el Caribe), más una reducción media del 16% en la cesta de exportación de productos primarios de la región.
Fuente: (CEPAL, 2020).
Ante semejante situación y teniendo en cuenta la deuda social acumulada que venimos soportando los pueblos de América latina resulta imperioso, poner sobre la mesa el debate en torno al tamaño y estructura del gasto público regional, la arquitectura tributaria y la relación de esta con la distribución del ingreso, los sectores estratégicos en que por cuestiones incluso de seguridad nacional los Estados deberían intervenir (alimentos, servicios públicos, medicamentos y sanidad), el rol de la política monetaria y cambiaria, así como las determinantes del endeudamiento público.
Si bien estos elementos hacen parte de las discusiones que como sociedad tendremos que abordar en un escenario post-pandemia, el debate desde ya debe ambientarse y debe permitir ir buscando desde ya salidas alternativas a la crisis.
Desde esta perspectiva de análisis la deuda pública bruta de los gobiernos centrales es un tema de primordial importancia por cuanto a finales del 2018 representaba el 42,3% del PIB en América Latina. Si bien la deuda se redujo, luego de la crisis internacional de 2008 como consecuencia de las medidas de ajuste macroeconómico caracterizadas por el disciplinamiento fiscal que conllevaron al conjunto de la población a pagar los costos de la volatilidad financiera, el escenario internacional de desaceleración económica en medio de la dependencia externa llevo nuevamente a un incremento sostenido de la deuda desde 2011, haciendo pagar intereses por concepto de servicio en un promedio del 2.4% PIB, lo que e constituye una suma superior a los esfuerzos financieros gubernamentales para atender los sistemas de salud que como ya se indicó llegan alrededor del 2,2% del PIB.
Gráfica 7. Evolución de la deuda pública de América Latina como porcentaje del PIB 2000-2019
Fuente: CEPAL, 2019a.
Gráfica 8. Evolución del pago de intereses de deuda pública de los gobiernos centrales en América Latina como porcentaje del PIB 2000-2019
Fuente: CEPAL, 2019a.
Ante la necesidad de atender los déficits primarios y corrientes producidos por el deterioro de ingresos fiscales y en un contexto de contracción del comercio mundial el endeudamiento en general y el endeudamiento público en particular, con su secuela de rigideces fiscales obligatorias para cumplir con el pago de la amortización de capital e intereses. En el 2019 el gasto corriente primario se redujo en la región al 17,4% del PIB, el nivel más bajo desde 2014, CEPAL, 2019a.
Gráfico 9. Pago de intereses de deuda pública de los gobiernos centrales en América Latina como porcentaje del PIB 2018 (azul) vs 2019 (rojo)
Fuente: CEPAL, 2019a.
Pero no solo han sido afectados los gastos corrientes, lo que equivale a reconocer limitaciones mayores para cubrir los gastos de funcionamiento para atender las demandas sociales de la población, el deterioro público también afecta las inversiones en desarrollo de infraestructura y de capital. El escenario sobre el que las elites latinoamericanas proyectaban la recuperación económica incluía pronósticos más favorables en el crecimiento esperado del PIB y de los precios internacionales de las materias prima y alimentos. Estas proyecciones han quedado superadas por la realidad.
Ante semejante situación cobra sentido abrir un debate amplio debate entorno a la deuda pública y los costos sociales que las poblaciones han tenido que pagar con los planes de ajuste exigidos por los acreedores. En general, debe ser perentorio frenar la especulación de los mercados financieros y desarrollar mecanismos de suspensión de la deuda pública y externa, acompañadas de auditorías ciudadanas que develen el carácter especulativo del actual sistema financiero vertebrado en torno a las directrices de las IFIS (FMI y BM). Una auditoría de estas características plantearía en secuencia la necesidad de organizar un sistema crediticio en el que el ahorro colectivo le sirva al conjunto de la población. La nacionalización de la banca debe ubicarse en esta perspectiva. La pandemia del Covi-19 ha confirmado que es necesario organizar la economía en función de las necesidades de la humanidad., como deber ético con la vida y el futuro de nuestra especia.
En el corto plazo la suspensión del pago del servicio de la deuda externa en los países de la región abriría un espacio al gasto público social articulado a un plan de choque que incluya recursos fiscales y de emisión monetaria de los bancos centrales para implementar programas de ejecución directa, sin que estos recursos transiten por los bancos privados. Estos programas deben servir para aliviar la difícil situación que actualmente padecen los trabajadores y la población que subsiste en la informalidad. Un programa como el de la Renta Básica Universal, por lo menos en el lapso que dure la pandemia, está a la orden del día, acompañado, por programas que posibiliten mejorar en lo inmediato la infraestructura hospitalaria así como la entrega al personal médico y paramédico de equipos de trabajo adecuados. Deben incluir, igualmente, la distribución de alimentos en los barrios populares de las grandes ciudades.
Optar por una salida alternativa de estas características significa tomar una decisión política democrática por la dignidad humana y por la vida, al igual que es una decisión política la de las tecnocracias neoliberales, que siguiendo las orientaciones del capital transnacional, gestionan la actual crisis, la peor en la historia del capitalismo, entregándole cantidades enormes de recursos a los bancos y a los grandes empresarios mientras someten al abandono y a la desesperanza a la mayoría de las poblaciones humildes.
En el campo de las argumentaciones jurídicas debe recordarse que el derecho internacional reconoce en situaciones como las que estamos presenciando con riesgos inminentes para la vida de miles de personas que además se encuentran en condiciones de desnutrición, el “Estado de Necesidad”. Conforme a esta definición, reconocida por tratados internacionales, los Estados pueden desde ya suspender el pago de los endeudamientos externos rompiendo con los condicionamientos de las IFIS en beneficio de los desposeídos.
Daniel Libreros Caicedo. Abogado y Politólogo. Docente e investigador de la Facultad de Derecho, Ciencias Política y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Director del Centro de Pensamiento de Política Fiscal de la misma universidad. Integrante de Alternativas Programáticas UN y la Red de Trabajo Fiscal en Colombia.
Diego Carrero Barón. Economista, Magister en Estudios Políticos. Docente de posgrados de la Escuela Superior de Administración Pública, ESAP, e investigador del Centro de Pensamiento de Política Fiscal de la Universidad Nacional de Colombia. Jefe del Observatorio Técnico Catastral de la Unidad Administrativa Especial del Distrito Capital, UAECD en Bogotá. Integrante de Alternativas Programáticas UN y la Red de Trabajo Fiscal en Colombia. @diegocarrerob
Referencias
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Bankia Estudios (2020). FMI / Covid-19 causa la recesión más grave desde la Gran Depresión [en línea] https://www.bankiaestudios.com/estudios/es/publicaciones/fmi-covid-19-causa-la-recesion-mas-grave-desde-la-gran-depresion.html
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Machado, Horacio (2013). “Crisis ecológica, conflictos socioambientales y orden neocolonial: Las paradojas de Nuestra América en las fronteras del extractivismo”, Rebela, Revista de Estudios Latinoamericanos [en línea] https://horizontescomunitarios.files.wordpress.com/2016/10/machado-araoz-crisis-ecolc3b3gica-conflictos-socioambientales-y-orden-neocolonial.pdf.
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Sebilotte, Paul (2020). “Rendre le pangolin familier – Pour une lecture anticapitaliste des pandémies”, 6 de Abril de 2020 [en línea] http://vaneromlouise.canalblog.com/archives/2020/04/06/38171326.html.
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[1] Esto explica la movilización y demandas de las así llamadas generaciones de millennials – nacidos entre 1982 y 1995- que representarán aproximadamente el 70% de la fuerza laboral de la humanidad en 2025, y los centennials, nacidos desde el segundo lustro de la década de 1.990, que se ha concentrado en gran medida en reclamar derechos ambientales y de la naturaleza
[2] La NASA ha reconocido´ en varios informes que en la actualidad “El nivel del mar está aumentando más rápido que hace 50 años y es muy posible que empeore en el futuro”, lol que llevaría a que hacia finales del siglo el agua de los océanos ascendería a casi un metro sobre la tierra firme (hasta 0,9 metros proyecta Naciones Unidas), con consecuencias devastadoras (Acciona, 2019).
[3] Según un informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud “más del 90 % de la población urbana mundial respira un aire exterior cuyos niveles de contaminantes exceden a los indicados en las directrices de la OMM. La contaminación del aire dentro y fuera de los hogares en la segunda causa de muerte por enfermedades no transmisibles en el mundo…” (OMM, 2019)
[4] Fueron los representantes de los países bajos los que lideraron la oposición a estas ayudas directas utilizando los mismos argumentos del 2008, En su momento el primer ministro japonés opinó al respecto: “repugnante, realmente repugnante» la declaración del ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra, sobre la necesidad de investigar las cuentas de Italia y España, que ahora reclaman ayuda para afrontar la pandemia, por no haber ahorrado en los años pasados.” (Alonso, 2020).
vientosur.info/spip.php?article16047