“A toda la humanidad
Ningún cañón borrará
El derecho de vivir en paz”
Victor Jara
EDITORIAL
A lo largo de las próximas semanas, Virginia Bolten publicará una serie de notas y entrevistas especiales sobre la situación chilena. Haremos un recorrido histórico con el objetivo de rescatar narrativas que puedan dar cuenta de este proceso de cambio, por el cual pasa nuestro país hermano en el marco de las insurgencias del último año, las luchas
territoriales, el vínculo con la impronta dictatorial como respuesta del Estado y las resistencias acumuladas entre los días de ayer y los de ahora.
En esta entrevista, realizada el 3 de noviembre, damos la voz a Lucía Sepúlveda Ruiz. Lucía es periodista de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas RAP-Chile, miembro de la Plataforma Chile Mejor sin TLC, del Movimiento por el Agua y los Territorios MAT y del Comité Feminista socioambiental de la 8M, quién nos cuenta los detalles del proceso constituyente.
Sabemos que Chile pasa por uno de los momentos más importantes de su historia: el proceso constituyente que empieza a dejar atrás, dicen todas las voces, la era Pinochet. Por lo que le preguntamos: ¿Nos podría contar cómo fue todo el proceso y, sobre todo, por qué tardó tanto para lográrselo?
La constitución que nos ha regido en estos últimos 30 años fue una constitución hecha en el año 1980, cuando Chile seguía en lucha contra la dictadura y había entonces algunos indicios de que el sistema para ellos se podía acabar. Había una reactivación importante, luego vinieron las protestas masivas de los años 81 y 82, salidas a la calle. Hubo antes tanta masacre que la lucha había decaído en masividad, aunque siempre había resistencia, pero en los años 80 la resistencia era más importante. Entonces ellos diseñaron esta constitución de forma visionaria para la clase dominante, los militares, para que se dieran normas hechas de tal manera que pudieran neutralizar cualquier situación futura que pareciera desventajosa para ellos; es decir, tenían que imponer ciertas normas en la constitución que impidiera cualquier cambio de fondo, y es lo que lograron.
Nos han tenido amarrados durante estos años, porque es una constitución que para cualquier cambio requiere, en el sistema legal del Congreso, una mayoría de dos tercios, que es muy difícil lograr. Por lo tanto, todas las veces que se quiso hacer modificaciones importantes no se logró, porque llegaban hasta ahí, abortaban en el camino. Por ejemplo, muchas leyes relativas a la mujer: la Ley de Divorcio costó muchísimas décadas sacarla, pero finalmente salió. Sin embargo, la del aborto solamente salió con las tres causales, no como una ley del aborto total, justamente por el poder que tiene la minoría organizada de esta manera con los dos tercios. Esa es una de las trampas que tiene.
Lo otro es que además, si llegará a pasar algo que no les gusta, tienen un organismo que se llama el Tribunal Constitucional, que en la práctica es como una tercera cámara, más allá de diputados y senadores. Si sale una ley que al sistema no le conviene, el sistema, los poderes fácticos, a través del presidente y la derecha en el congreso, manda esa ley al tribunal constitucional y el este la declara inconstitucional y no importa que la haya hecho el parlamento. Así ha pasado con leyes relativas a los derechos de consumidores, con leyes relativas a la educación, con leyes que planteaban eliminar el multiholding, que es cuando una sola empresa se pone distintos nombres para no pagar impuestos, para impedir la sindicalización… todo esto lo frenó el tribunal constitucional. O sea, cada vez que se quisieron cambios de fondo, en impuestos, en otras cosas, se declaraba por el tribunal constitucional ilegal, inconstitucional.
Además, ¿cuáles son las bases de esta constitución?, una constitución que no habla o no sostiene derechos de los pueblos. Una constitución debiera posibilitar y habilitar que un pueblo, una nación, pueda ir transitando siempre hacia una mejor vida respecto de sus derechos, pero esta habla de libertades que son para quienes están en un sistema privilegiado, habla de la libertad de enseñanza que quiere decir que la educación es privada, hay educación pública, pero la que tiene todas las ventajas es la educación privada. Habla entonces de libertad en la salud, tú puedes escoger tu sistema de salud, pero evidentemente el sistema de salud bueno no puedes escogerlo porque no tienes plata para pagarlo. Entonces, el Estado deja su rol de entregar servicios y de facilitar que la población tenga acceso a sus derechos y se lo entrega a los privados como así también la inversión de los privados en estos servicios, que puede ser la previsión, la educación, la salud; todo aquello que implique una ganancia está asegurada porque garantiza la propiedad por sobre todas las cosas, de la inversión de las empresas.
Cuando nosotros salimos de la dictadura pinochetista en el año 89, a través también de un plebiscito, pero con toda esta historia larga de resistencia anterior, hubo un pacto secreto, y el pacto secreto implicaba no cuestionar la paz. Entonces el programa de la oposición, en ese momento a dictadura, de los partidos legales o que tenían existencia abierta, nunca fue la posición de los restantes grupos; era de que iban a mantener la paz en el sistema. Primero dijeron que iban a cambiar la constitución, ese fue su discurso público, pero en definitiva jamás se plantearon en estos 30 años cambiar la constitución, derogarla y cambiarla por una constitución democrática, porque esta había sido hecha por los militares y sus asesores y sus ministros, ilegitima en su origen.
Y hay otro tema que no es menor, dada la crisis ecológica global y de Chile, que es lo relativo a los bienes comunes, los tratan como recursos naturales y respecto del agua establece que es una mercancía apropiable, entonces vienen las leyes que permitan que el agua se venda, que los ríos se vendan, que los glaciares sean intervenidos, de manera que todo esto tiene consecuencias enormes en la vida cotidiana.
Ahora, ¿por qué nos demoramos tanto?, porque al principio, luego de todas las décadas de lucha, toda la cantidad de muertos, de desaparecidos, de ejecutados políticos, la mayor parte de población confió. Estábamos los desconfiados, pero ya éramos los menos, la gente estaba exhausta de haber resistido, de tener tantos muertos, de todo lo que había pasado, entonces se decidió confiar en este que fue el elegido. Un poco se fue para la casa y la gran lección al día que todos decimos: nadie se puede ir para la casa, no podemos confiar en ninguna estructura política de la vieja escuela. Si hacemos eso, seremos nuevamente suicidas. Realmente este no sería el fin de la transición, porque el Congreso nos impuso una serie de trabas para la realización del “proceso constituyente” mismo, hasta la quitaron el nombre, le pusieron convención constitucional. En el plebiscito, la opción a votar no fue “asamblea constituyente”, en cambio pusieron “convención constitucional” y así, nos vimos obligados a optar entre las opciones “convención constitucional” y “comisión mixta”, que era elegir una convención integrada por parlamentarios y por ciudadanos. Nuestra opción era asamblea constituyente, eso era lo que queríamos todos y todas. Igual tuvimos que votar “convención constitucional” como una forma de reafirmar que era el pueblo el que iba a escribir la constitución.
De manera que en esa situación nos vemos ahora, de forzar los límites. Antes de la pandemia, todos los movimientos sociales rechazamos el llamado Acuerdo por la Paz que había hecho el Congreso; era un acuerdo que ponía unas reglas de juego insólitas, que eran estas preguntas que no nos gustaban para el plebiscito y, segundo, que la Asamblea no podía tocar el tema de los tratados del libre comercio, porque la ley del plebiscito decía que había que respetar todos los tratados firmados por Chile.
Volvieron a imponer la norma de los dos tercios para aprobar leyes que tiene la constitución actual, ahora aplicada a las decisiones constituyentes, y además decían que los convencionales debían ser elegidos por la ley que rige actualmente las elecciones normales de diputados y senadores. Esta es una ley que no permite espacio alguno para los independientes y este es un momento en que hay una crisis absoluta de legitimidad de los partidos. Pero hemos tenido grandes logros. Lo de la paridad de género se logró, porque la convención de esta constitucional tiene que tener paridad de género, pero como están con esas reglas, eso puede no significar nada, porque tú sabes que feminismos y mujeres hay muchas, entonces no quiere decir que realmente esa paridad, esa mitad de 155 que van a ser mujeres van a estar del lado del pueblo. Las reglas que nos ponen es ir a votar por las listas de los partidos, hasta ahora ni siquiera aceptan primarias, no abren sus listas.
Ellos ya están copados con su propia gente, realmente es una situación muy lamentable, y lo que se está planteando con las organizaciones es desbordar esto de manera que se vean obligados a cambiar la ley, pero estamos sobre los plazos, es una cuestión muy complicada, porque en enero hay que tener inscriptos los candidatos y en abril es la elección. Entonces comprenderás que son estos dos meses los que se tienen para lograr un cambio de fondo e imponer los criterios de las asambleas territoriales, de los distintos movimientos que se han organizado; esto es lo que se discute hoy en día, porque muchos están solamente por ir con listas independientes, que cuesta muchísimo porque todavía no se ha pasado ninguna ley que cambie la forma, se refiere a un quorum muy alto en proporción a los habitantes de cada distrito y para eso habría que buscar firmas. En este periodo, imagínate en dos meses, tener en pandemia una cantidad enorme de firmas para habilitar esas listas independientes, en las cuales podrían estar los movimientos sociales y la gente realmente representativa de los territorios, es la gente que ganó, en el fondo fue lo que posibilitó que hubiera plebiscito.
Fue una salida política que buscaron cuando Piñera ya no daba más, o sea, su gobierno estaba pendiente de un hilo, y el congreso lo salvó, o sea, la clase política salvó a Piñera con este acuerdo, con este llamado a cambiar la constitución, que no era tampoco el primer llamado de la gente, ni tampoco la primera demanda; las demandas primarias estaban relacionadas con los problemas básicos que tenemos: el tema de la previsión, la salud, la educación, el agua, la alimentación, el extractivismo. Cuando estábamos discutiendo en la asamblea, llegábamos a la conclusión que para cambiar todo esto teníamos que cambiar la constitución, pero los carteles que vos veías en la marcha no eran sobre la constitución precisamente, pero es la forma como te digo que encontró la clase política para salvar a Piñera.
Bueno, yo te diría que con la pandemia lo lograron, porque si no hubiera habido esto de que nos encerraron desde marzo en adelante, este acuerdo no hubiera valido nada, o habría sido cambiado ya; pero evidentemente que la pandemia generó, no te diría desmoralización, sino un cambio de energía hacia la sobrevivencia: el sobrevivir en términos de alimentación, hubo que organizarse territorialmente en ollas comunes, formas de abastecerse también, buscando vínculo directo con el campo en los territorios urbanos, hubo que ver la forma en que enfrentábamos la crisis sanitarias, las cesantías enormes… de manera que la gente estaba abocada a ello. Estábamos las organizaciones, los mismos movilizados, estábamos en otro giro y ahora tenemos que volvernos a meternos en esto, lo otro no ha dejado de existir, por eso te digo que es un momento extraordinariamente complejo.
Pero que a la vez es de una riqueza extraordinaria, porque lo que ocurrió el domingo 25 de octubre, el día del plebiscito, después de haber vivido las cuarentenas y restricciones y los riesgos como adulta mayor, te puedo decir que es sentir la felicidad de haber llegado a ver efectivamente que Chile era como pensábamos, no como nos decían. Porque ahí estaba todo el pueblo en la calle, ahí no importó pandemia, los jóvenes que habían dejado de votar hace mucho, se volcaron masivamente y tu salías a la calle ese día y había un ambiente de jolgorio, o sea, todo el mundo presentía lo que venía, era como de complicidad en los distintos sectores, una complicidad total.
Era recuperar lo que habíamos tenido en la Plaza Dignidad, en las grandes movilizaciones del 2019, en las primeras marchas así como la del 8 de marzo, que fue la última grande antes del plebiscito que tuvimos en el día internacional de la mujer, que ahí explotamos, fueron millones y millones de mujeres; así que el 25 de octubre fue un momento en que las poblaciones más afectadas se expresaron: las cifras promedio por la opción “Apruebo Convención Constitucional” fueron de 78,1% para todo el país, pero en las comunas (partidos, dirían ustedes) donde los efectos del modelo neoliberal y pinochetista son más evidentes, las cifras sobrepasaron el 90%. Son territorios rurales y tú sabes que la población rural suele ser la más conservadora, la que más reticencia puede presentar a los cambios; sin embargo, los siete territorios a lo largo del país que tuvieron más del 90% son aquellos que han sufrido más gravemente el embate del extractivismo; que están sin agua, que están con el aire totalmente contaminado, los que están cerca de las mineras, que no pueden cultivar las tierras porque están cercados por las forestales, etcétera. Entonces ahí es donde se expresa el resultado de este modelo. También las comunas populares y las y los jóvenes que no iban a votar, esta vez sí se volcaron a las urnas.
*Esta es la primera parte de la entrevista a Lucía Sepúlveda Ruiz, que tendrá tres entregas.