Aviso

Resultado de imagen de Salarios, producción y dinero en guerra económica | Pasqualina Curcio 

Pasqualina Curcio

Hay quienes bajo un dogma monetarista pretenden cerrar el debate con una frase: “no hay dinero pa´ salarios”. A esta afirmación y con el mismo tono de rendición le añaden otras: “no podemos ajustar los salarios si no producimos”. Culminan diciendo: “estamos bloqueados por el imperialismo”. 

Parten de un diagnóstico errado. No es el bloqueo económico impuesto por EEUU la principal causa del deterioro del salario, claro que influye, pero no es lo determinante. Lo que más peso ejerce es el ataque al bolívar que ni siquiera incorporan en su discurso, presumimos que tampoco en sus análisis a pesar de que, el propio imperialismo ha confesado que es una de las armas de la guerra económica que ha usado contra los venezolanos. A partir de ese diagnóstico equivocado comienzan a entramparse en contradicciones y paradojas incluso en sus propias teorías. Lo mostraremos con un ejemplo sencillo.

Imagine una economía donde solo se produce pan. Todos los días se producen y consumen 10 panes a un precio de 1 bolívar cada uno. Por lo tanto, se necesitan 10 bolívares en esa economía para poder producir y consumir esa cantidad de panes. De repente, al día siguiente, un agente externo interviene en la dinámica propia de los mercados y ataca el bolívar, manipula el tipo de cambio y con su poder mediático dice que éste ya no es 1 Bs/US$ sino 1.000.000 Bs/US$. 

Los que producen panes, en su lógica de maximización de ganancia y con el argumento de la “reposición de inventario” incorporan esa variación del tipo de cambio, aunque sea ficticia, en su estructura de costos y en 24 horas remarcan el precio del pan fijándolo en 1.000.000 de bolívares cada uno. Los únicos que no tienen el poder de ajustarse al nuevo tipo de cambio son los trabajadores, a menos que el Estado interceda por ellos. Cualquier parecido con nuestra realidad es a propósito, incluso en magnitudes.

¿Qué hacemos con los panes? Son pocos quienes podrán demandar y comer pan a 1.000.000 de bolívares cada uno. Si se quiere seguir produciendo y sobre todo consumiendo los 10 panes, ahora se necesitan más bolívares circulando en esa economía, específicamente 10.000.000 en vez de 10 (surge de multiplicar los 10 panes por 1.000.000 de bolívares cada uno). Los panes se van a dañar. No hay quien los compre todos. Los panaderos hornearán menos panes. 

El ataque al bolívar, que es un fenómeno externo a la dinámica de los mercados, dio como resultado un aumento del precio del pan que, dado un salario fijo, implicó una caída del poder adquisitivo, una disminución de las cantidades demandadas y producidas, pero sobre todo y lo más importante, una disminución del consumo por parte de los pobladores de ese país. 

Mientras esta situación de asedio persista en esa economía, los panaderos, por muy buenas intenciones que tengan, no aumentarán la producción de pan ni que le exoneren todos los impuestos, ni que le otorguen infinidad de concesiones y ni que el Estado le regale las divisas. ¿Para qué van a producir si nadie se los va a comprar?

Entonces, le preguntamos a los monetaristas: si ustedes afirman que para poder aumentar los salarios primero hay que aumentar la producción ¿cómo piensan hacer si, de hecho, la producción no va a aumentar hasta tanto el panadero observe un incremento de la demanda de su pan, para lo cual, primero es necesario que aumente el salario de quienes los demandan? ¿Están o no entrampados en su propia lógica y en su propia teoría?

La única manera de resolver esta paradoja es aumentando la cantidad de dinero que circula en la economía en la misma proporción que aumentan los precios. Dinero que debe destinarse a estimular la demanda por la vía, entre otros, del consumo de los hogares, y para ello es necesario, orientarlo hacia el aumento de los salarios nominales en la misma proporción que los precios, a eso se le conoce como indexación.

Para quienes insisten en el argumento, también dogmático, de que un aumento de dinero “inorgánico” generará inflación porque no está respaldado en la economía real y por lo tanto en la producción de bienes, debemos decir que es falso. Ese aumento de dinero estará respaldado en la producción de los 10 panes, ni más ni menos. Esa economía tiene la capacidad de producirlos sin que eso se vea reflejado en un incremento de los precios. ¡Ah! ¿Con más ceros a la derecha? Pues sí, pero en una situación en la que el pueblo trabajador podrá comer sus 10 panes diarios.

Veamos ahora qué ocurre en la economía venezolana: ha habido una depreciación inducida del bolívar por el orden de 234.009.360.274% desde 2013 consecuencia de la manipulación política del tipo de cambio, lo que ha generado incrementos de 59.840.139.762% de los precios durante el mismo período. Los salarios solo han aumentado 5.783.132.430%. La excusa para no ajustarlos en la misma proporción que los precios, ha sido que “no hay dinero”. Obviamente, ante tamaño ataque criminal contra el bolívar nunca habrá suficiente dinero tal como mostramos en el ejemplo del pan. En esta situación, el BCV, entrampado en su propia lógica monetarista, en lugar de aumentar los bolívares en la misma proporción que los precios y el tipo de cambio, lo que ha hecho es disminuirlo 92% en términos reales entre 2013 y 2020. 

¿Qué ha logrado con esta medida además de abrirle espacio al dólar? No ha impedido la caída de la producción que ya va por 70% a pesar de todas las concesiones otorgadas a los capitales nacionales e internacionales. Mucho menos ha recuperado el salario real, por el contrario, este ha caído 99% entre 2013 y 2020, impactando en una caída de 50% del consumo de los hogares, 30% del gasto del gobierno y 88% de la inversión (estas caídas son entre 2013 y 2017, no tenemos los datos desde el 2018 pero no debieron haber mejorado).

En cuanto al otro argumento que rezan los de la escuela de Friedman acerca de que no se debe aumentar la cantidad de dinero porque genera inflación, debemos recordarles, incluso basándonos en su propia teoría que la economía venezolana está produciendo muy por debajo de la capacidad instalada, según Conindustria, al 22%. Así que cualquier aumento de la cantidad de dinero no se traducirá en aumento de precios. En términos económicos, nos encontramos en el tramo elástico de la oferta agregada, muy lejos de la plena capacidad de producción, cualquier aumento de la demanda agregada, consecuencia de una política monetaria expansiva, implicará aumentos de la producción nacional mientras el nivel de precios permanecerá relativamente constante, ceteris paribus la oferta agregada.

En el marco de un ataque al bolívar y de una guerra económica, la única manera de aumentar la producción nacional es estimulando la demanda mediante el aumento de la cantidad de dinero, el cual debe redireccionarse necesaria y exclusivamente a través del Estado para financiar el gasto y la inversión públicas, los salarios de sus trabajadores y por tanto el consumo en esos hogares, lo que a su vez permitirá dinamizar la economía como un todo que, bajo un efecto multiplicador llegará también a los sectores privados. Esta política monetaria expansiva debe estar acompañada por una reforma tributaria que, además, permita redistribuir la riqueza la cual, durante los últimos años, ha sido exageradamente apropiada por la burguesía aprovechándose del fenómeno hiperinflacionario.