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La reciente noticia de que Soberana, el candidato vacunal cubano para prevenir el contagio con el SARS-CoV-2, entra en fase de ensayos clínicos a finales de agosto y que los resultados del estudio estarían disponibles en febrero próximo, coloca a Cuba entre el grupo de países que hoy desarrollan vacunas contra el virus que causa la COVID-19 y han emprendido la fase final de sus proyectos.

Según han destacado las autoridades y líderes del proyecto científico, el candidato vacunal está basado en plataformas tecnológicas y de producción ya existentes en el país, y parte de la plataforma de una vacuna desarrollada en Cuba y con años de uso y probada eficacia.

Para brindar detalles sobre el proceso investigativo y de ensayos clínicos, directivos del Instituto Finlay de Vacunas, investigadores del proyecto de desarrollo del candidato vacunal y la directora del Centro para el Control Estatal de la Calidad de los Medicamentos (Cedmed) comparecen este jueves en la Mesa Redonda.

“Era imposible predecir que una vacuna pudiera ser hecha en un año”

Al iniciar su intervención en la Mesa Redonda, el doctor en Ciencias Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay de Vacunas (IFV), recordó que el pasado 14 de agosto se celebró el 139 aniversario de la presentación por Carlos J. Finlay de su teoría sobre el mosquito como agente transmisor de la fiebre amarilla.

Refiriéndose al rápido logro de un candidato vacunal en Cuba, dijo que el mundo en seis meses ha cambiado mucho. El virus apareció entre finales de 2019 e inicios de este año y ya hay decenas de vacunas en investigación. Sin embargo, hay enfermedades como el VIH-Sida que existen hace muchos años y para las que no se han desarrollado vacunas.

“Ante un virus desconocido como el Sars-CoV-2, era imposible predecir que una vacuna que lleva años para desarrollarse pudiera ser hecha en un año”, señaló Vérez Bencomo.

Explicó que las primeras opciones de vacuna en las que se trabajó, a partir del conocimiento previo, apuntaban hacia cultivar el virus, inactivarlo y utilizarlo. Desde enero se movieron algunos intentos en este sentido.

Posteriormente, cuando se conoció el genoma del virus, empezó a pensarse en un grupo de vacunas basadas en la información genética. “Es decir, introducir el material genético de este virus en un adenovirus y conseguir que se introdujera en nuestras células para generar los antígenos. Esta era la opción más rápida, aunque había cierto respeto hacia ella”.

En estas ideas se trabajaba desde marzo. Sin embargo, cultivar el virus en grandes cantidades implica ciertos riesgos en términos de producción. Por tanto, utilizar alguna de estas tecnologías era prácticamente imposible para la industria cubana.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que el sistema regulatorio mundial comenzó a variar y permitió a científicos, equipos de investigación y entes reguladores adaptarse en función de esta pandemia. “Se trató de mantener los protocolos de seguridad, pero se acortaron mucho los plazos de desarrollo”, destacó Vérez Bencomo.

Recordó que “a finales de marzo, la pandemia iba tomando fuerza en Cuba, existía gran incertidumbre, había mucha tecnología fuera de alcance para nuestro país y pensamos que era imposible lograr alguna vacuna antes de que acabara el año. No existe una ocasión previa en la cual la humanidad haya generado tanto conocimiento científico en un periodo tan corto”.

Entre toda la información sobre el virus y la enfermedad producida en estos meses desde el inicio de la pandemia, está la generada por instituciones privadas, pero también el conocimiento público y de acceso gratuito. Este último permitió acelerar muchas cosas. A partir de ese conocimiento, el proceso de entrar el virus a la célula humana fue reduciéndose en tamaño.

“Es decir, el virus tiene su llave para abrir la cerradura de la célula que necesita colonizar. La cerradura, cabe señalar, es la misma para el SARS-CoV y para el SARS-Cov-2. Sin embargo, la llave del primero es mucho más mala que este virus que produce la COVID-19. Es una de las razones por las cuales este virus se produce más rápidamente, porque tiene una mejor llave”, explicó el director general del Instituto Finlay de Vacunas.

Conocido este mecanismo, se empezó a entender mejor el nuevo coronavirus. Su clave radica en que posee la llave escondida. “Pero si usted coge esa llave, la produce por biotecnología y la utiliza dentro de una vacuna, ya no está escondida, está en una vacuna que hará que su organismo produzca anticuerpos contra esa llave”, dijo Vérez Bencomo.

Muchas vacunas conocidas en el mundo emplean este procedimiento, y tanto el Instituto Finlay como otros centros de investigación en Cuba tienen experiencia con ellas. “Entramos en un camino más transitado, de más seguridad y en el cual nosotros sí podíamos competir más rápidamente”.

Una vez que ese conocimiento comenzó a generarse a finales de abril y principios de mayo, en Cuba empezaron a pensar, desarrollar y acelerar todo.

“Sabíamos que teníamos que agarrar el machete y competir por esa vacuna”

El director general del Instituto Finlay recordó una reunión sostenida con el presidente Miguel Díaz-Canel el 19 de mayo, en la que el mandatario cubano insistió en que no saldríamos totalmente de la pandemia hasta que no tuviéramos una vacuna.

“Fue una reunión clave. Salimos de allí decididos a entablar el combate. Ya teníamos los conocimientos, sabíamos que teníamos que agarrar el machete y competir por esa vacuna”.

A nivel global, el desarrollo de vacunas transcurre en cuatro etapas. En el actual contexto, los sistemas regulatorios han buscado acortar los tiempos. Desarrollar un candidato de forma acelerada implica montar unas fases sobre las otras, partiendo del supuesto de que muchas cosas van a confirmarse en el camino.

“El autorizo es una etapa muy importante, el primero de los cuatro escalones. Ahora mismo, tenemos que vencer una primera fase de ensayos clínicos con un número pequeño de personas. Después, pasaremos a fase 2 con mayor cantidad de participantes. En esas etapas se comprueba que la vacuna tenga la capacidad de producir la respuesta inmune necesaria”, precisó el director general del IFV.

Posteriormente, la fase 3 o de eficacia consiste en que, aunque se observe una respuesta inmune capaz de prevenir la enfermedad, se demuestre que la vacuna es eficaz previniendo la enfermedad, sobre todo en el caso de la COVID-19, que es una enfermedad nueva.

“Ese es el camino que queda por recorrer” –señaló el científico–. “Logramos vencer el primer escalón en tres meses. Un escalón que, en términos de coronavirus, es un escalón importante. Hay más de 200 candidatos vacunales en desarrollo en el mundo. Solo 30, incluido el nuestro, han logrado la aprobación para iniciar ensayos clínicos”.

Los países que hoy tienen más candidatos vacunales en desarrollo son China, Estados Unidos, Inglaterra, Rusia y Alemania. Son países desarrollados, con multinacionales conectadas.

“El candidato vacunal cubano, Soberana, es el primero de Latinoamérica y el primero de un país pobre en recursos económicos, pero grande de espíritu, la razón también por la que lo hemos logrado”, subrayó Vérez Bencomo.

¿Cómo logra Cuba desarrollar este candidato vacunal en apenas tres meses?


 

El licenciado Yury Valdés Balbín, director adjunto del Instituto Finlay de Vacunas, comentó que la visita del presidente cubano fue muy estimulante, pero a la vez significó un enorme reto para los científicos que intervienen en el proyecto.

“Recuerdo que al finalizar la presentación tuvimos un encuentro con él y allí nos definió que este era un tema de soberanía para el país. Cuando llegamos a la oficina estábamos convencidos de que teníamos que cambiar todo lo que habíamos planificado, teniendo en cuenta la variable tiempo”.

Hasta ese momento, el grupo de trabajo usaba la vacuna antimeningocócica en dos consejos populares de La Habana.

Se imponen dos preguntas fundamentales: ¿cómo es posible haber hecho esto en apenas tres meses?, y ¿cómo logra hacerlo Cuba?

Valdés Balbín explicó que “como la variable tiempo era una de las fundamentales, se tuvieron en cuenta cuatro pilares: la apuesta científica de usar como antígeno principal el RBD (Dominio de Unión al Receptora, Receptor Binding Domain, por sus siglas en inglés) a partir de nuestro potencial.

“El segundo elemento fue la plataforma a utilizar, y en este sentido es importante recalcar que todas las plataformas vacunales que existen hoy se montaron sobre otras plataformas de vacunas, y eso lo pudimos hacer por nuestra capacidad en la producción de vacunas.

“El tercer pilar es la gestión del conocimiento en tiempo real, y esto se debe a que nunca habíamos tenido tanto conocimiento científico a la vez sobre un tema. Esa información puede ser veraz hoy, pero dentro de tres días puede dejar de serlo. Por tanto, había que tener capacidad de análisis crítico”.

Sobre el cuarto principio, generar alianzas, el especialista apuntó que se basa en el principio fundacional del sistema de ciencia en Cuba, impulsado por el Comandante en Jefe. “En este proyecto tuvimos que buscar al mejor para cada reto científico, buscando la capacidad técnica y científica para resolver los problemas”.

Tres instituciones han sido fundamentales en el eje estratégico:

El Instituto Finlay de Vacunas
El Centro de Inmunología Molecular
La Universidad de La Habana
Esa “no fue una alianza que surgiera en medio de la pandemia, sino que se fortaleció y se redireccionó por las necesidad del momento”, precisó el director adjunto del Instituto Finlay de Vacunas.

En paralelo, otras dos organizaciones tuvieron gran protagonismo. Por un lado, la organización superior de dirección empresarial del grupo BioCubaFarma, que articuló el sistema de intercambio de conocimiento, y por otro el Ministerio de Salud Pública.

¿Qué plataformas tecnológicas se emplearon?
Valdés Balbín puntualizó que la gestión de la ciencia se hizo a partir de un mecanismo eficaz e innovador en el que están articulados nueve ejes de trabajo, los que han trabajado “intensamente” en paralelo.

En el mecanismo diseñado no se espera a terminar una etapa para comenzar la otra. “Se ha trabajado en paralelo, siempre venciendo hitos. Cada uno de ellos va dando el conocimiento científico para hacer las correcciones necesarias”, explicó.

Cada eje contó con un líder, que a la vez contó con el apoyo de especialistas de diferentes instituciones. “Si el 19 de mayo se realizó la reunión, el 22 se redireccionó el proyecto. Siempre tuvimos en cuenta el factor incertidumbre, pues a mayor incertidumbre científica mayor tiempo. Por tanto, se apostó por aquellos proyectos o pasos con menor nivel de incertidumbre”.

Otro elemento clave son las transiciones. “Si bien el desarrollo de un candidato vacunal puede durar entre 10 y 15 años, aquí estamos hablando de desarrollarlo entre 10 y 15 meses”, destacó el directivo del IFV.

Esa circunstancia hizo necesario un sistema articulado de manera diferente. “Este es un proyecto en el que todos los actores son necesarios y tiene una actividad en la obra”, puntualizó.

Al comentar sobre las plataformas tecnológicas empleadas, el director adjunto del Instituto Finlay de Vacunas recordó que Cuba trabaja en varios proyectos, por lo que se definieron cuatro plataformas para estos cuatro proyectos. “El CIGB también está trabajando en otros proyectos que le dan fortaleza a nuestro sistema. Es importante aclarar que, en este momento, no se puede precisar cuánto tiempo de inmunidad tendrán estas vacunas”.

Al comentar sobre la plataforma basada en la vacuna antimeningocócica VA-MENGOC-BC, la cual se aplica hace más de 30 años en el país, dijo que se basa en el RBD con una vesícula de membrana externa y utiliza la alúmina.

En tanto, los proyectos 2 y 3 se basan en reacciones químicas para obtener macromoléculas que permitan potenciar la respuesta inmunológicas. El 4 intenta la administración nasal.

“Uno hace un abanico de riesgos porque no se pueden gestionar a la vez todas. En el caso de la primera, del FIV y en la categoría Front Runner, el 23 de junio ya había vencido los hitos más importantes. La 2 lo hizo el 4 de agosto y pasó a la categoría Front Runner”, explicó.

Las cuatro fases de la etapa 1 del proyecto farmacéutico son el desarrollo y obtención de la RBD, la evaluación preclínica de los modelos de animales, la obtención y liberación de los lotes de los ensayos clínicos y el autorizo para comenzar los ensayos clínicos.

“Los lotes para el ensayo clínico se produjeron el 17 de julio y a partir del impulso que logramos, pensamos que para el 13 de agosto podríamos lograr un resultado importante. El 4 de agosto se hizo la liberación de los lotes, el día 3 se entregó el expediente y el 10 se realizó la discusión técnica con el Cedmec”, contó Valdés Balbín.

“Podemos asegurar que habrá una vacuna, pero le recordamos a la población que la vacuna más importante es la responsabilidad”, insistió.

Biotecnología cubana: Capacidad de borrar las fronteras entre instituciones científicas
Al intervenir en el espacio televisivo, la doctora en Ciencias Belinda Sánchez Ramírez, directora de Inmunología e Inmunoterapia del Centro de Inmunología Molecular (CIM), destacó que para los científicos de esa institución fue un privilegio participar en este proyecto.

“Desde que el IFV nos dio esta oportunidad, hemos trabajado muy unidos, hemos funcionado como un único centro y esta experiencia en medio de la pandemia de COVID-19 deja como sello de la biotecnología cubana la capacidad que tenemos de borrar las fronteras entre cada una de nuestras instituciones”, dijo.

En el caso del CIM, “la razón por la que el Instituto Finlay de Vacunas nos convoca está relacionada con la proteína RBD. Sus investigadores la identificaron como el antígeno preciso para desarrollar la formulación vacunal de la que estamos hablando. Es una proteína compleja (glicosilada); aunque se pueden utilizar otras tecnologías para producirla, es más factible hacerla en la tecnología de células de mamíferos”.

Explicó que no hay nada que se parezca más a estas células de mamíferos como la humana, que una línea celular de mamíferos como las que se utilizan en el CIM desde hace más de 25 años para producir proteínas recombinantes utilizadas por la institución para el desarrollo de vacunas contra el cáncer, o los propios anticuerpos monoclonales humanizados, que no son más que proteínas recombinantes, y los cuales requieren por su complejidad la producción en células de mamíferos.

“El CIM tiene desde hace muchos años el foco en vacunas contra el cáncer y anticuerpos monoclonales. Por tanto, desde hace décadas fue necesario montar esas plataformas que hoy nos han permitido llegar hasta aquí. Para la institución era muy factible incorporarnos a este proyecto para generar la proteína RBD”.

A lo largo de los años, el CIM ha desarrollado en sus laboratorios la tecnología de ADN recombinante para la expresión de proteínas complejas en células de mamíferos. “Ya tenemos la capacidad de utilizar en nuestros laboratorios vectores mucho más desarrollados, no solo los plasmídicos, que hace muchos años se usaban, sino vectores lentivirales que permiten que la expresión de estas proteínas en las células de mamíferos sea alta”, explicó la doctora Sánchez Ramírez.

El CIM no solo tiene la capacidad de lograr desarrollar estas proteínas a nivel de laboratorio, sino de producirlas a una escala mayor. “Tenemos instalaciones para escala piloto, en el desarrollo de los procesos, y a partir de ahí la posibilidad de llegar a escalas industriales que utilizan grandes fermentadores y sistemas de purificación para producir considerables cantidades de proteínas”.

Parte de las drogas terapéuticas que el CIM produce son los anticuerpos monoclonales que se utilizan en terapias para pacientes de cáncer, los cuales usan dosis muy altas con respecto a las dosis de estos antígenos que se utilizan en vacunas preventivas como las que el Instituto Finlay está formulando.

“Estamos hablando de 100 000 veces más dosis de anticuerpo monoclonal que la que se usará en la más alta dosis de antígeno que se va a probar. El CIM está absolutamente capacitado para producir las cantidades de RBD que se necesitarán en los candidatos vacunales para cubrir la demanda nacional”, sostuvo la investigadora.

El CIM cuenta, además, con toda la batería analítica e inmunoquímica para probar que esta proteína es esa y no otra (evaluar la identidad de las proteínas recombinantes), lo cual es muy importante.

Es decir, “desde los laboratorios donde se hace la investigación, hasta los sistemas analíticos que están montados en nuestro sistema de control de la calidad, disponemos de tecnología, técnicas y equipamiento que nos permiten hacer este proceso de manera rápida, de modo que el candidato vacunal salga en el tiempo que estamos necesitando”, afirmó.

Dra. Belinda Sánchez: “Estamos muy felices, porque nos sentimos útiles”
La doctora Sánchez Ramírez destacó también la experiencia del CIM en el campo de la inmunología, ya que esa institución trabaja en el desarrollo de anticuerpos monoclonales para el tratamiento de pacientes.

“El conocimiento de la inmunología y el hecho de contar con especialistas en el manejo de equipos como el citómetro de flujo, además del manejo de técnicas inmunohistoquímicas como los ensayos ELISA, nos permitieron en tiempo récord, con todo un equipo de investigaciones concentrado en la COVID-19 (donde participó además el CIGB), montar muchas técnicas que permitían evaluar el antígeno que iba a ser parte del candidato vacunal, pero también la calidad de la respuesta que se inducía en los modelos animales que se inmunizaron”.

Justo por la tecnología de células de mamíferos, el CIM pudo producir en solo dos meses, además de la RBD, más de siete proteínas recombinantes que permitieron montar las técnicas analíticas.

“Porque no podíamos, en medio de un escenario donde arrecia el bloqueo, contar con ninguna proteína que compráramos a alguna compañía, y teníamos que montar las técnicas necesarias. De disponer de esos reactivos dependía poder evaluar cómo transcurre la respuesta inmune al antígeno vacunal. Hoy estos reactivos están siendo utilizados, incluso, por otras instituciones como el Centro de Inmunoensayo”, afirmó la directora de Inmunología e Inmunoterapia del Centro de Inmunología Molecular.

“Estamos muy felices con ello, porque nos sentimos útiles, y eso es lo mejor que le puede pasar a un científico”, dijo.

La investigadora subrayó que el CIM cuenta con un sistema de calidad certificado no solo por la agencia reguladora cubana, el Cecmed, sino por otras agencias reguladoras del mundo. “Eso ofrece la tranquilidad de que nuestros procesos tienen la capacidad de generar productos seguros”.

Con el objetivo de avanzar con rapidez, dentro del CIM las etapas se cruzaron. “Las etapas de investigación, desarrollo y calidad se trabajaron juntas desde el primer día. Desde el principio, los reguladores del CIM nos dijeron a los investigadores qué no se podía dejar de hacer para que el Instituto Finlay recibiera un antígeno con calidad”.

Antes de concluir, la doctora Sánchez Ramírez se refirió a la alta consagración al trabajo de los colectivos de ambas instituciones en estos meses. “Conocernos ha sido algo hermoso y esta experiencia inspiradora nos servirá para hacer mucho más en el futuro”.

Resultados de la evaluación preclínica del candidato vacunal
Asumir el diseño de este candidato vacunal ha sido un reto científico, dijo la doctora en Ciencias Dagmar García Rivera, directora de Investigaciones del Instituto Finlay de Vacunas (IFV) en la Mesa Redonda de este jueves.

“No había, por ejemplo, conocimiento previo de qué estructuras antigénicas en el virus eran relevantes para hacer un buen diseño de un candidato vacunal”. Por tanto, “era preciso que la ciencia estuviera censando todo el tiempo la información científica disponible”, explicó.

Afortunadamente –añadió–, se ha generado gran cantidad de información científica en poco tiempo y la comunidad internacional ha podido acceder a esa información de manera gratuita.

Esto ha permitido capitalizar el conocimiento en función de hacer un buen diseño de candidato vacunal y la apuesta al RBD. “Una proteína conocida que, además, tenemos aquí la capacidad de poder caracterizar hasta la saciedad”.

La directora de Investigaciones del IFV explicó que Soberana es una vacuna de subunidad. Además, ahondó sobre la combinación con la vacuna cubana contra la meningitis meningocócica, con más de 30 años de uso, probada en varios grupos etarios y de gran seguridad. “La idea fue concebir una vacuna basada en plataformas existentes, para acortar tiempos”.

Sobre la evaluación preclínica de este candidato vacunal, señaló que, en primer lugar, se logró una respuesta inmune inducida por la vacunación en modelos experimentales en animales de laboratorio.

En segundo lugar, se consiguió producir anticuerpos específicos contra la proteína RBD en ratones y conejos.

Asimismo, el candidato vacunal cubano demostró la capacidad de los anticuerpos de inhibir la interacción del RBD con el receptor ACE2 (el receptor que facilita la entrada del coronavirus en las células), así como la capacidad neutralizante de los anticuerpos frente al virus SARS-CoV-2.

Este último paso de trabajar con el virus vivo supuso una gran complejidad, pues en el país solo existe un laboratorio con nivel de Bioseguridad 3, el de la Defensa Civil, el cual lleva mucho tiempo trabajando en estandarizar este ensayo, señaló.

En la evaluación preclínica del candidato vacunal se tuvo en cuenta la inducción de respuesta de células T, con predominio del patrón Th1.

Además, se trabajó en modelos de infección viral en hámsters sirios para evaluar la eficacia protectora del producto.

García Rivera informó que siete días después de la primera dosis, subieron los niveles de anticuerpos RBD en ratones, consolidados aún más 28 días después.

“El hecho de que tengamos anticuerpos ya a los primeros siete días es una cualidad distintiva y probablemente atribuida a la formulación en que nos basamos. Eso es una cualidad diferente que nos permitió además solicitar en días recientes una patente en Cuba”.

Otro resultado de la evaluación fue comprobar que los anticuerpos inducidos por FINLAY-FR-1 inhiben la interacción entre RBD y su receptor.

Soberana, candidato vacunal número 30 que recibe autorización de ensayo clínico en el mundo

Sobre la fase de evaluación clínica, que comenzará el 24 de agosto, destacó que, además del Cedmed, la OMS registra el ensayo clínico del candidato vacunal cubano.

Soberana es el candidato vacunal número 30 que recibe autorización de ensayo clínico en el mundo, en una carrera de más de 200 proyectos en varios países. Menos del 20% de los proyectos en el mundo han logrado el autorizo de ensayos clínicos, puntualizó la científica.

“Esos 30 candidatos vacunales con autorización provienen de solo 14 países, y uno de ellos, ahora, es Cuba”, dijo.

Esta fase de ensayo clínico continúa siendo parte de la investigación de este candidato vacunal. “Por tanto, el tiempo que aún necesita la vacuna para llegar, es el mismo tiempo que la ciencia de este país necesita que los ciudadanos sigan siendo responsables”, advirtió.

“La solución no está a la vuelta de la esquina. Los tiempos de la ciencia están demandando mucho más y hay que acompañarlos con mucha responsabilidad”, subrayó.

Comenzó el reclutamiento de personas para el ensayo, el 24 de agosto inicia la vacunación
García Rivera informó que ya comenzó el reclutamiento de personas para el ensayo y este 24 de agosto iniciará la vacunación.

Los grupos etáreos van de 19 a 59 años y de 60 a 80. La diferencia se debe a que la capacidad de respuesta inmune no es la misma en un joven que en un adulto mayor. “Se trata de un esquema de tratamiento de dos dosis en 28 días, para seguir la respuesta durante dos meses”.

Sobre el proceso de selección, aclaró que es riguroso y se lleva a cabo sobre criterios factibles de seguimiento. El ensayo está diseñado para 676 personas, que deben dar su consentimiento firmado. El primer grupo será vacunado el lunes 24 de agosto.

Sobre el uso de placebos o controles, la doctora explicó que, de los 676, solo 76 van a recibir VA-MENGOC-BC, porque es importante que en términos de rigor esto sea así.

“Se ha hecho una inspección rigurosa de todos los procesos”
La ingeniera Yaquelín Rodríguez Valdés, subdirectora del Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed), destacó en la Mesa Redonda que el país no solo se ha preocupado por tener una potente industria farmacéutica, sino que siempre se tuvo en cuenta la necesidad de tener una entidad reguladora cuyo estándar estuviera acorde con la industria.

“Desde el mes de enero, cuando el país se preparaba para el enfrentamiento a la COVID-19, nuestro centro fue llamado para integrar el comité de innovación del Minsap. El Cecmed tiene un amplio reconocimiento internacional a partir de la preclasificación de la vacuna recombinante contra la hepatitis B por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), lo que demostró la existencia de una entidad reguladora fuerte. Fuimos la primera entidad reguladora de América Latina con esta condición”, dijo.

Desde 2010, el Cecmed alcanzó el nivel 4 para la regulación de medicamentos que concede la OPS.

El 13 de agosto fue la conclusión de un proceso con muchas fortalezas. “Al conocer la industria farmacéutica cubana y la especialización que tenemos, trabajamos para realizar un acompañamiento regulatorio de los productos innovadores; por lo tanto, no es una práctica nueva la que ha habido con la COVID-19”.

Esto permite, también en esta ocasión, que se acorten los plazos en la elaboración de los medicamentos. Igualmente, el hecho de que se emplease una plataforma conocida por el Instituto Finlay facilitó los procesos. Asimismo, “participamos en todas las reuniones de los proyectos vacunales y esto nos dio mayor conocimiento de lo que se hacía”.

“Igualmente entendíamos que era un estudio adaptativo”, apuntó Rodríguez Valdés. “Se ha hecho una inspección rigurosa de todos los procesos. No obstante, no se culminan los procesos, porque se continúa con los ensayos clínicos. El Instituto Finlay debe entregar informes parciales y luego un informe final para su aprobación. También se evalúan las buenas prácticas en estos procesos”.

“Quien realmente le puso el nombre de Soberana fue el pueblo”
En los finales de la Mesa Redonda, el doctor en Ciencias Vicente Vérez Bencomo, director general del IFV, se refirió al nombre de la vacuna, Soberana, que parte del pedido del presidente cubano de alcanzar soberanía en la vacuna contra el SARS-CoV-2.

El nombre fue otorgado por los científicos al nombrar el ensayo clínico, no a la vacuna. “Quien realmente le puso el nombre de Soberana fue el pueblo, por el orgullo que nos hizo sentir, y será el nombre comercial de la vacuna para su utilización en el país”, dijo.

Sobre la fase 1 y 2 de los ensayos clínicos, que comienzan el 24 de agosto, reiteró que debe terminar a finales de noviembre, y que se presentará un informe en enero y febrero.

“Nosotros haremos cortes de evaluación de la fase 1 y 2, que, si son positivos, nos darán la posibilidad de hacer una evaluación de eficacia. Es necesario, antes de utilizar una vacuna, demostrar su eficacia contra la enfermedad, y esas evidencias las vamos a buscar”.

“El elemento ético de inmunizar a miles de personas con un placebo o algo no relevante y enfrentarlas a la enfermedad, a nuestro juicio no es aceptable”, afirmó.

Por tanto, “se diseñará una forma de medir la eficacia que, en la medida en que se tenga disponibilidad de vacunas y existan resultados positivos, se encuentre la manera de, a partir de intervenciones en sectores de la población, avanzar en la búsqueda de la eficacia”.

Vérez Bencomo no quiso concluir sin alabar el trabajo de cada una de las personas que han trabajado en este proyecto y recordar el legado del Comandante en Jefe.

“Si no hubiese existido la Revolución, yo no hubiese podido estudiar ni ser científico. Por tanto, ¿a quién dedicárselo sino a Fidel? Por él, nosotros estamos aquí”.

Finalmente, recordando la canción de Buena Fe, Valientes, dijo sobre el logro alcanzado por estos científicos en solo tres meses y el esfuerzo anónimo de todos los que han estado combatiendo a la COVID-19: “No hay nada de valientes; es un beso a la Patria y nada más”.

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