Justo en la despedida de este año, encuentro oportuno escribir esta nota para compartir con mis lectores/as qué pienso como balance económico de 2015 y su repercusión en el cubano/a de a pie, tanto en el presente como en el futuro. Para ser breve, no me detendré en ratificar lo que expuse en Cuba: acierto en su rumbo económico, el pasado Junio, ni en Cuba:
su dinámica actual, estimula, hace un par de semanas; al paso que anticipo mi aplauso porque apostamos por la prosperidad a partir de nuestros propios pies y pensamientos.
Ante todo, significo que encuentro sobresaliente los resultados en la Economía cubana en este año que concluimos. Es alentador que cerremos con un Producto Interno Bruno (PIB) que crece un 4 por ciento, mientras que América Latina decrece ligeramente, particularmente por la caída de los precios del combustible que afectó a países de la región, como Brasil y Venezuela. Y no vacilo en proclamar como un ejercicio de buen magisterio la intervención al respecto de Marino Murillo, Ministro de Economía y Planificación, ante el plenario de nuestro Parlamento.
No obstante, me detuve en apreciar que el mismo Murillo sobre el precio de los productos agropecuarios reconoció que han subido en los últimos años y que es complicado hacer coincidir la ley de oferta y demanda con regulaciones del Estado a los precios; al tiempo que sentenció: “Existen posibilidades reales de establecer precios topes, pero se debe diseñar una estrategia efectiva que permita el cumplimiento de los mismos”. Ello me generó un sabor no agradable y, en correspondencia, pregunto para meditar: ¿Por qué a esta altura no se ha diseñado una estrategia efectiva que permita “establecer precios topes”, si “Existen posibilidades reales” para concretarla?
En paralelo, me detuve a examinar lo trascendido acerca del debate sobre precios y mercado mayorista en el marco de la aprobación del Presupuesto del Estado para el 2016, particularmente en el momento que Irma Shelton Tasset, Diputada y Periodista, preguntó por qué los sistemas de gestión no estatal que incluyen Cuentapropistas (existen unos 500 mil trabajadores/as en este sector) y Cooperativas no agropecuarias (están registradas más de 500 en todo el país), no disponen de un mercado mayorista para adquirir sus insumos y acuden a los locales donde compra toda la población, que termina afectada, pues algunos productos se agotan demasiado rápido.
En este orden de ideas, me pareció comprensible que Marino Murillo le respondiera a Shelton Tasset: “Lo primero es abastecer el mercado minorista, porque si no está abastecido y creamos una red mayorista, entonces la demanda del primero se trasladará al segundo, por lo tanto, el minorista debe estar abastecido”. También, su razonamiento vinculado a la complejidad generada por la dualidad monetaria que infelizmente todavía Cuba soporta, así como su entendimiento de que “tenemos que ordenar el mercado mayorista para las fórmulas no estatales, donde logren comprar sus productos al precio minorista actual menos el 20 por ciento”. Y simultáneamente, en lo personal, me sentí animado a ratificar lo que redacté en Cuba: ¡Hágase el Mercado Mayorista!
Entretanto, observé cómo adquiría cuerpo concreto Cuba: una propuesta para su Parlamento, escrita 30 meses atrás, donde dejé esta inscripción: “La venidera sesión es una oportunidad para meditar en cómo seguir contribuyendo más y mejor a resolver los problemas del pueblo, en particular contra el creciente galopar de los precios” —al margen de que no pude constatar una respuesta al sentir que plasmé en Cuba: entre el Béisbol y la Contraloría en Abril último.
Entonces, considero que el quehacer en Cuba desde el punto de vista de su Economía en el 2015 es meritorio, sin lugar a duda alguna, independientemente de que es insuficiente lo realizado respecto a lo que necesita la persona de a pie para incrementar su bienestar y tranquilidad. No obstante, el hecho de que cada vez más trabajemos mejor en base a nuestra propia realidad cuyo reflejo lleva a la proyección según la que el PIB en el 2016 debe crecer un 2 por ciento —téngase en cuenta la marcada complejidad del escenario internacional, y aun descartando las buenas que pudieran traer el debilitamiento del Bloqueo—, me induce a pensar que son halagüeñas las perspectivas de Liborio. ¡Amén!