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Durante más de seis décadas, Cuba ha resistido las sanciones y presiones de Estados Unidos. El último trabajo de Noam Chomsky y Vijay Prashad muestra cómo el embargo es menos una respuesta a las políticas de Cuba que un esfuerzo a largo plazo para socavar su soberanía y sus ideales revolucionarios.

El 30 de octubre, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, 187 países votaron a favor de una resolución no vinculante para poner fin «al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba». Esta resolución se aprobó con un apoyo casi unánime todos los años (excepto en 2020) desde la caída de la Unión Soviética, hecho que privó a Cuba de un importante socio comercial y sumió a la nación de diez millones de habitantes en una depresión económica conocida como «Periodo Especial». Sacudida por desastres naturales, crisis migratorias, intentos de sabotaje y una pandemia mundial, la Revolución Cubana capeó sus retos apoyándose tanto en políticas públicas como en soluciones de mercado, junto con el apoyo internacional.

La resolución de la ONU pretende normalizar las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Cuba, congeladas desde que la administración de John F. Kennedy impuso el embargo, tras la Crisis de los Misiles de 1962. En 1982, la administración Reagan etiquetó a Cuba como «estado patrocinador del terrorismo» (SSOT, por sus siglas en inglés), una designación reinstaurada por las administraciones Trump y Biden después de que Barack Obama la levantara brevemente en 2015. En su reciente libro, On Cuba: Reflections on 70 Years of Revolution and Struggle, Noam Chomsky y Vijay Prashad remontan la hostilidad de Estados Unidos hacia la soberanía cubana incluso más atrás, a la Doctrina Monroe de 1823, contrastando las historias cubana y haitiana para arrojar luz sobre el antiguo sentido de derecho de Estados Unidos sobre las islas cercanas.

En una entrevista reciente con Jacobin, Prashad expone la historia de la enemistad de Washington hacia Cuba, argumentando que los políticos estadounidenses percibieron durante mucho tiempo a la independencia cubana como una amenaza a su visión de un hemisferio occidental obediente. Prashad explica cómo esta hostilidad refleja un patrón más amplio, que apunta a socavar la autodeterminación de toda América Latina y muestra cómo Estados Unidos consideró a la soberanía regional como incompatible con sus propios intereses estratégicos y económicos.

Desafiando el embargo

Karthik Puru

En la introducción del libro, Manolo De Los Santos escribe sobre el importante papel que desempeñaron desde el principio los intelectuales estadounidenses —como Noam Chomsky y Malcolm X— y movimientos como el de liberación negra en cuanto al apoyo a la Revolución Cubana, ya que el gobierno de Estados Unidos demoró el reconocimiento. Dado que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel está recabando ahora apoyo para Palestina, ¿puede hablarnos de cómo la solidaridad internacional fue crucial para la supervivencia de la Revolución Cubana?

Vijay Prashad

Después del colapso de la Unión Soviética, Cuba entró en una grave crisis llamada Periodo Especial. Hubo una oleada de solidaridad en todo el mundo. En India, el movimiento comunista participó activamente con los movimientos campesinos para recaudar 20.000 toneladas de grano que se enviaron de Calcuta a La Habana. Fidel Castro pronunció un emotivo discurso, diciendo: «Este es el pan de la India que comeremos». Más tarde, la victoria de Hugo Chávez y el inicio del movimiento bolivariano de Venezuela en 1998 se convirtieron en un salvavidas para Cuba. Sin embargo, con la intensificación de los ataques a Venezuela en los últimos diez años, Cuba volvió a entrar en una grave crisis, y Estados Unidos endureció su bloqueo.

Durante los últimos treinta años —todos los años excepto los de la pandemia— todos los países del mundo, excepto Estados Unidos y su aliado Israel, votaron contra del embargo ilegal de Estados Unidos a Cuba. El embargo es ilegal, según la Carta de la ONU, porque Estados Unidos no dispone de la resolución del Consejo de Seguridad necesaria para imponerlo. Estados Unidos puede elegir no comerciar con Cuba, pero es ilegal que utilice su influencia sobre la economía mundial para imponerle sanciones a terceros que quieran hacerlo.

Sin la solidaridad internacional, Cuba tendrá dificultades para recuperarse de su crisis eléctrica. Estados Unidos no permitirá el envío de máquinas que les ayuden a reconstruir las centrales eléctricas dañadas por huracanes e incendios. Sin la ayuda de México, Barbados, Rusia y Venezuela, Cuba estará en una situación difícil. A los que dicen que el gobierno cubano tiene la culpa, les digo: ¿por qué no poner fin al embargo y dejar que el gobierno fracase por sí mismo? No es el gobierno el que está fallando, sino que el embargo está estrangulando al país. Estados Unidos sabe que el embargo funciona. Por eso lo mantiene.

KP

En el libro, se remonta la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba no sólo a la independencia de Cuba y a la invasión estadounidense de 1898, sino también a la fundación de Estados Unidos y a la Doctrina Monroe. ¿Cómo se le responde a quienes sostienen que calificar la política estadounidense de «imperialista» es demasiado simplista, especialmente por describir a Cuba como una «colonia virtual»?

VP

En 1804, cuando la Revolución Haitiana liderada por Toussaint L’Ouverture y otros derrocó al sistema de esclavitud, franceses, británicos y estadounidenses intentaron aplastarla. ¿Por qué? Porque envió a todo el hemisferio el poderoso mensaje de que la esclavitud era la antítesis de la civilización, y de que la libertad, la fraternidad y la igualdad significan el fin de la esclavitud de las personas.

La Revolución haitiana suscitó temores de contagio —la preocupación de que sus ideales se extendieran a las plantaciones del sur de Estados Unidos o a otras islas del Caribe—, por lo que tuvo que ser golpeada y restringida. Ese era un aspecto de la mentalidad posterior a 1804. En cuanto al segundo aspecto, cuando se lee River of Dark Dreams, de Walter Johnson, queda claro que los intelectuales de la esclavitud estadounidense estaban interesados en crear una economía política a lo largo del río Misisipi y en el Caribe, que por supuesto incluiría a Cuba, una isla de esclavitud muy importante en aquella época.

A principios del siglo XIX, altos funcionarios estadounidenses fantaseaban con la idea de que toda la economía del Misisipi sería gestionada por estas islas de ultramar que proporcionarían puertos. No soy un gran lector de John Adams ni de Thomas Jefferson, pero cuando introduje el libro de Johnson en nuestras conversaciones, Chomsky se explayó sobre cómo Estados Unidos, especialmente tras la Revolución Haitiana, empezó a hacerse a la idea de que Cuba iba a caer en sus manos. Ocho décadas más tarde, Estados Unidos secuestra la Guerra de Independencia cubana de 1898 y asimila Cuba al dominio estadounidense. Para entonces, la economía del «río de oscuros sueños» del Mississippi, como es lógico, había desaparecido, por lo que el proyecto cambia. Cuba después de 1898 se convierte en el «paraíso de los gángsters», un lugar para el turismo y el juego.

La Revolución Cubana de 1959 supuso una ruptura con las fantasías posteriores a 1804 sobre los designios estadounidenses de que Cuba pasara a formar parte de Estados Unidos, desplazando a la isla hacia la soberanía, algo que Estados Unidos consideró inaceptable. Este sentimiento de derecho sobre Cuba sigue arraigado en las altas esferas de la administración.

Dos revoluciones, una estrategia imperial

KP

Usted describe este sentimiento de derecho como derivado de la afirmación de dominio hemisférico de la Doctrina Monroe, que el Corolario Roosevelt lleva más allá con lo que usted denomina su «principio mafioso»: cimentar no sólo el control del gobierno estadounidense sobre el hemisferio occidental sino también el control corporativo del propio gobierno estadounidense. Esto suena como si estuvieras describiendo el capitalismo en su forma actual; ¿entonces lo estás remontando todo a Teddy Roosevelt?

VP

Para entender el Corolario Roosevelt, hay que remontarse a la crisis venezolana de 1902 y 1903. En aquella época, el presidente de Venezuela era, curiosamente, un hombre llamado Castro —Cipriano Castro— que le dijo a los acreedores europeos que el gobierno venezolano no debía pagar las deudas de guerras anteriores. Esencialmente, argumentó que se trataba de «deudas odiosas» —por utilizar un término anacrónico— y que los acreedores le habían prestado a todo tipo de entidades sin escrúpulos, así que ¿por qué debía el pueblo venezolano asumir los costos?

En respuesta, Gran Bretaña, Italia y Alemania bloquearon Venezuela con sus armadas. Castro pensó que Estados Unidos protegería a Venezuela diciéndole a los europeos que se largaran. Pero en lugar de eso, Roosevelt emitió su Corolario, y me alegro de que te hayas fijado en su aspecto más fascinante.

La Doctrina Monroe original de 1823 dice que Estados Unidos tiene derecho a intervenir en todo el hemisferio para protegerlo de la intervención europea. De hecho, incluso puede leerse como un documento relativamente progresista que declara que Estados Unidos protegerá el hemisferio occidental del colonialismo europeo, aunque también tiene la arrogancia de presentar a Estados Unidos como una «ciudad sobre la colina» con derecho sobre el hemisferio. Roosevelt, pensando como un capitalista, lo lleva en una dirección alejada de la visión aristocrática y pastoral de James Monroe. Su Corolario dice que si le pediste dinero prestado a alguien —europeo o no europeo— le tienes que pagar a tus acreedores y que si no lo haces, EEUU intervendrá.

Así que, en lugar de proteger a Venezuela de sus acreedores europeos, Estados Unidos intervino para proteger los derechos del capital financiero. Por eso se producen tantos golpes de Estado, porque Estados Unidos se siente con derecho a intervenir en un país —Chile, por ejemplo, en 1973— para proteger al capitalismo contra el desarrollo socialista. Cuando se forma la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948 en Bogotá, Colombia, su carta incorpora de hecho el Corolario Roosevelt, estableciendo una alianza anticomunista. Por eso, cuando se produzca una revolución de izquierda en Cuba, la OEA se posicionará en contra.

KP

Me alegro de que menciones a la OEA, que en el libro se utiliza como punto de partida para contrastar la historia entre Estados Unidos y Cuba después de 1959 con la historia entre Estados Unidos y Haití después de la «contrarrevolución» de 1961, como la llaman. ¿Cómo se argumenta en el libro el hecho de que las diferencias de trato entre Haití y Cuba por parte de la OEA y Estados Unidos dejan claro que el bloqueo a Cuba es una medida imperialista?

VP

Durante nuestras conversaciones para el libro comparamos la Revolución Cubana con otros movimientos históricos. C. L. R. James la conecta con la Revolución Haitiana de 1804, comparando a Toussaint y Castro en un interesante epílogo a Los jacobinos negros .

A mí me pareció más esclarecedor comparar Cuba con la «revolución» de François «Papa Doc» Duvalier en Haití en 1957, una toma del poder por parte de una derecha que impuso el terror con los escuadrones de la muerte Tonton Macoute. Dos años después, hay una revolución en Cuba en la que no existe nada de la cultura de los escuadrones de la muerte de Haití. Había violencia, pero esa violencia no se convirtió en algo permanente. En Haití, la violencia fue la herramienta que mantuvo a Papa Doc, y más tarde a «Baby Doc» Duvalier, en el poder, y también lo que llevó a su caída. La revolución cubana sobrevivió porque no dependió de la represión y la violencia de la misma manera.

Si la OEA tuviera principios, habría condenado al régimen de Papa Doc y pedido la vuelta a las elecciones en Haití; incluso podría haber sancionado a Duvalier o animado a Estados Unidos a intervenir. Nada de eso ocurrió. Tras la revolución de 1959, Estados Unidos intentó matar a Castro más de seiscientas veces, trató de invadir la isla en Bahía de Cochinos y otros lugares, y no le permitió a Cuba entrar en la OEA debido a su gobierno comunista. Ni Estados Unidos ni la OEA actuaban por principios, sino que era pura geopolítica. A Haití, como aliado, se le dio un pase mientras que Cuba fue tratada como adversario, a pesar de que Cuba nunca ha tomado una posición adversaria hacia los Estados Unidos.

Imperialismo y soberanía

KP

El libro señala la hipocresía de llamar a Cuba «Estado patrocinador del terrorismo» mientras que Estados Unidos lleva a cabo actos explícitos de terror contra Cuba, como parte de lo que Chomsky llama su respuesta «frenética» a la revolución. En Estados Unidos, acontecimientos como Bahía de Cochinos, la Crisis de los Misiles Cubanos, la Operación Cóndor y la Operación Mangosta se mitifican como «historia de la Guerra Fría», pero en el libro se explica que las acciones de Cuba fueron medidas defensivas contra la agresión estadounidense. ¿Puedes hablarnos de ello?

VP

Antes de hablar de la etiqueta de «Estado patrocinador del terrorismo» que se aplica a Cuba, hablemos de lo que Estados Unidos está haciendo hoy: enviar bombas de mil kilos a Israel, con las que Israel está aniquilando a los palestinos de Gaza. Israel está llevando a cabo actos de terror y Estados Unidos los está respaldando. No se fíen de mi palabra: Leon Panetta, ex director de la CIA, dijo que el ataque con buscapersonas que Israel llevó a cabo en Líbano fue un acto de terror.

Hay muchos ejemplos de Estados Unidos apoyando, alentando y a veces financiando actos de terror contra la Revolución Cubana, mientras que Cuba nunca ejerció ningún impulso para cometer actos de violencia contra el gobierno estadounidense.

Cabe señalar que la Revolución Cubana tuvo lugar en 1959 y, sin embargo, Estados Unidos no calificó a Cuba de «Estado patrocinador del terrorismo» hasta 1982. ¿Qué cambió? Bajo Reagan, Estados Unidos estaba librando guerras sucias en Centroamérica, canalizando dinero ilegal en el asunto Irán-Contra, a pesar de las restricciones del Congreso, para llevar a cabo masacres en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. En aquella época, el gobierno cubano estaba entrenando a revolucionarios de toda América Latina, pero Cuba no intervenía con tropas ni suministraba armas. Las condiciones en algunos países llegaron a ser tan espantosas que, de hecho, el gobierno socialdemócrata de Venezuela intervino para proporcionar apoyo aéreo a algunos de los grupos guerrilleros. Sin embargo, Venezuela nunca fue etiquetada como Estado patrocinador del terror.

En la década de 1980, Estados Unidos apoyó a la Sudáfrica del apartheid, un régimen terrorista, pero fueron los cubanos quienes enviaron tropas y agentes de inteligencia a Angola para ayudar a las fuerzas de liberación. Con la derrota de Sudáfrica en la batalla de Cuito Cuanavale en 1987, el Estado del apartheid fue finalmente llevado a dialogar con el Congreso Nacional Africano. Cuando Nelson Mandela salió de la cárcel, fue a La Habana en su primera visita al extranjero y dio las gracias a los cubanos.

Cuando estuve en Namibia, la gente de la Organización Popular del Suroeste de África me dijo que los cubanos son los únicos que intervienen sin querer nada a cambio de su intervención. Intervienen por principios, a diferencia de Estados Unidos, que intervino en Sudáfrica por razones geopolíticas y —recuperando el corolario de Roosevelt— para proteger los intereses del capital.

KP

En tu opinión, Cuba representa no sólo un desafío al dominio estadounidense sobre el hemisferio de la Doctrina Monroe sino también un faro del socialismo. ¿Por qué es importante que veamos la Revolución Cubana como un modelo de resistencia al imperialismo y como una inspiración para los gobiernos que avanzan hacia el socialismo?

VP

Para cualquier país del mundo, la primera prioridad es anteponer los intereses de su pueblo. Para ello, necesita ejercer la soberanía sobre su territorio, reclamando el control sobre sus recursos y resistiendo a las fuerzas externas que insistirán en ser dueñas de sus minas, sus sistemas energéticos, etc. La propiedad privada, incluso más allá de las fronteras internacionales, es sacrosanta. Ese es el Corolario Roosevelt.

La tendencia a establecer la soberanía choca directamente con el imperialismo. Tomemos el ejemplo de Guatemala bajo Jacobo Árbenz: no era socialista; era simplemente un liberal que quería una vida digna para los guatemaltecos. Para que los guatemaltecos más pobres vivieran con dignidad, dijo que había que quitarles algunas tierras a las multinacionales —no todas, sólo las que no utilizaban— y dárselas a los pequeños propietarios y agricultores. La United Fruit Company, propietaria de grandes extensiones de tierra, ni siquiera quería darle tierras en barbecho a los campesinos sin tierra. Para ellos, sentaba un mal precedente, así que presionaron para que se diera un golpe, con el apoyo de funcionarios como John y Allen Dulles, que tenían acciones en la United Fruit. El Che Guevara fue testigo de ello y se dio cuenta de que cualquier intento de soberanía nacional se encontraría con la reacción imperialista.

Todo lo que Cuba está diciendo es: queremos controlar nuestros propios sistemas eléctricos y condiciones justas para nuestra caña de azúcar, y queremos construir una sociedad digna. Pero esta visión choca con las corporaciones multinacionales y la idea de propiedad. El imperialismo y la soberanía no pueden coexistir. Uno tiene que triunfar sobre el otro. Esa es la lucha en Cuba.

Romper el bloqueo

KP

Cuba se enfrenta hoy a muchas cosas: huracanes, crisis energética, emigración masiva a Estados Unidos y, por supuesto, el bloqueo y los intentos de derrocar la revolución, una política enraizada en el Corolario Roosevelt y llevada a cabo a través de la OEA. ¿Cómo están combatiendo estos retos Cuba y otros países latinoamericanos que se enfrentan a presiones similares?

VP

Miren los esfuerzos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Cuando Cuba fue excluida de la Cumbre de las Américas, AMLO se indignó y dijo que México tampoco asistiría. Desde entonces, México encabezó la lucha contra el aislamiento de Cuba. Cuando fue presidente, AMLO fue audaz e intentó construir foros internacionales post-OEA que no estuvieran anclados en la historia anticomunista. ¿Por qué la OEA debe tener su sede en Washington? ¿Por qué Washington debe dominar la agenda de la OEA? Si se quiere un organismo hemisférico, ¿por qué no se incluye a Cuba?

La verdadera cuestión en este ciclo recurrente de crisis que afronta Cuba es que nadie fue capaz de enfrentarse directamente a Estados Unidos, aparte de las votaciones en la ONU para intentar romper el bloqueo. ¿Por qué los barcos de ciertos países no siguieron adelante? Cuba alquiló barcos eléctricos turcos durante un tiempo. No es que se le impida a los barcos entrar y salir de Cuba, pero en última instancia, el bloqueo tiene que terminar. Si el bloqueo terminara, Cuba podría transformar su industria farmacéutica, exportar medicamentos que salvan vidas y formar asociaciones internacionales para patentes conjuntas. Ahora mismo, los medicamentos innovadores de Cuba no pueden llegar al mundo debido al embargo.

El pueblo de Cuba se mantiene fuerte porque sabe que si la revolución cae, se volvería a los días anteriores a la Revolución Cubana de diciembre de 1958. Y nadie quiere volver allí. ¿Pueden avanzar? Necesitan capital, necesitan recursos y necesitan obtenerlos de alguna parte. ¿De dónde? No lo sabemos. Tal vez de uno de los países BRICS o posiblemente de Turquía, que, hay que señalar, incluso se ofreció a recibir a israelíes heridos a las manos de Hamás.