Las imágenes de una movilización reproducen en líneas generales las mismas escenas, según el enfoque de quien transmite la información: personas aglomeradas con pancartas, represión policial o actos violentos de manifestantes. Pero ¿qué falta?
A los titulares no suelen llegar las formas de protesta alternativa de los jóvenes que expresan su descontento y rechazo a la violencia ejercida por los cuerpos de seguridad a través del muralismo, la danza, las coreografías, las dramatizaciones y las canciones. Tampoco se ven las mujeres que permanecen en la primera línea de las movilizaciones y que son reprimidas por la Fuerza Pública.
Además de estos recursos expresivos de los que se han valido los manifestantes, este año las movilizaciones salieron de Bogotá y de sus periferias y tomaron ciudades como Cali, que ha sido su epicentro, Medellín y Popayán, además de pequeños centros poblados alejados de las grandes urbes.
Para hablar de este movimiento espontáneo y masivo que se ha ido forjando en las calles sin un liderazgo destacado, RT consultó a cuatro especialistas que analizan el papel de los jóvenes y las mujeres en estas protestas, que ya alcanzan casi un mes.
Como telón de fondo de la situación compleja económica y social en Colombia está la pandemia y el incremento de la violencia en las regiones periféricas donde operan actores armados que se disputan el control territorial. Según el Instituto para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), en 2021 en el país suramericano han ocurrido 36 masacres, que han dejado 135 víctimas, y 65 líderes sociales y 23 excombatientes han sido asesinados.
"Esto ha tenido al país en un duelo muy grande ya las comunidades afectadas, con una indignación enorme porque son los jóvenes quienes han estado muriendo ", asevera Milena Trujillo Loaiza, integrante de la concejalía colectiva del político 'Estamos Listas'.
Juventud empobrecida y diversa
En Colombia históricamente han sido los jóvenes estudiantes los que se han movilizado, sin embargo, no son el único sector de la juventud que ha salido a protestar esta vez.
Las situación económica golpea con mayor fuerza a la juventud. Hasta los 25 años, la incidencia de pobreza monetaria es de 50,7% , mientras que la cifra de 'ninis', personas entre 14 y 28 años que no estudian ni trabajan, se ubica en 33%. Del mismo modo, la tasa de desempleo juvenil (entre mayo y julio de 2020) fue de 29,7% , lo que implica un aumento de 12,2% frente al mismo trimestre del año 2019.
La situación educativa no es más alentadora. La Asociación Colombiana de Universidades (Ascún) alertó que en el segundo semestre de 2020 la matrícula universitaria disminuyó 11,3%, con respecto al mismo periodo en 2019.
La feminista e integrante de 'Estamos Listas' explica que se han unido a las protestas los menores de edad "que no estudian ni trabajan por un abandono histórico estatal con las zonas más populares" y que "padecen el sinsentido de vivir en una ciudad que no les aporta nada más que violencia " , agrega.
Entre la diversidad de las voces más jóvenes en las movilizaciones se han sumado personas de barrios populares "que antes no se sentían identificadas con las manifestaciones y que son víctimas de políticas neoliberales y excluyentes que no les ofrecen ningún tipo de esperanza", expresa la también politóloga.
Los jóvenes también han sido de los sectores de la población más afectados por el conflicto interno entre grupos ilegales armados, que atentan contra ellos o que los reclutan para que pertenezcan a sus filas.
Las barras
Hay una "apuesta política desde el arte, la cultura, la creatividad" para manifestarse en contra del Gobierno y del uribismo, "que es el gran enemigo de estos jóvenes", apunta la integrante del movimiento político 'Estamos Listas'.
Entre los otros sectores que protestan están los hinchas de los equipos de fútbol, en ciudades como Medellín, que pertenecen a las llamadas barras. Estos grupos, que se creían congregados solo como fanaticada, "han incrementado su participación política a través del tiempo y han formado parte de varias movilizaciones", agrega.
Sus consignas políticas acompañan las marchas. "Cantan en contra del mal gobierno y sus letras son mucho más interesantes que las que han sido usadas por la izquierda del país, que suelen ser clasistas, misóginas y homofóbicas", explica Trujillo Loaiza.
Un nuevo movimiento
Frente a estas carencias y demandas, donde no sobresale algún tipo de liderazgo, el psicólogo y profesor universitario Carlos Mario Perea asevera que se trata de un "fenómeno distinto" donde se gestó "un movimiento que atraviesa la sociedad verticalmente y que no está siendo capitalizado por un sector en particular ".
"Hay por primera vez una sociedad insurrecta (…) y esa aquí es muy complicada por el conflicto armado", dice.
El autor del libro 'Con el diablo adentro. Pandillas, tiempo paralelo y poder 'considera que este movimiento que ha surgido "no delega su poder, no pide ser representado y ha emprendido un proceso de ocupación masiva de la calle" .
En estas acciones, que comenzaron a finales de abril con el rechazo a un proyecto de reforma tributaria presidencial que tuvo que ser paralizado, "los jóvenes son el corazón", asegura Perea, para quien además "hay otros sectores" y "un movimiento de sociedad que tiene que tomar decisiones para definir qué curso va a tomar esto ".
¿Por qué no las vemos?
"Las mujeres siempre hemos estado en las movilizaciones", dice Trujillo Loaiza, a pesar de que su presencia multitudinaria escapada de las portadas y de los titulares.
Aunque se asegura que la pandemia ha afectado a todos por igual, han sido las mujeres más vulnerables las que se han llevado la peor parte. Colombia no escapa de esta realidad, sumada a las condiciones históricas de pobreza, violencia y de desigualdad que en proporciones mayores al sector femenino de ese país. Las cifras oficiales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) reflejan esta situación:
- Las mujeres representan el 51,2% del total de la población (22,6 millones).
- Colombia ocupa el puesto 22 de 153 países en el Índice Global de Brecha de Género.
- Tasa de desempleo : 18,8% para mujeres y 10,1% para hombres.
- Del total de personas ocupadas : 12,5 millones son hombres y 8,2 son mujeres.
- De cada cuatro hombres que ingresaron a la ocupación en marzo, una mujer fue expulsada.
- 46,7% de las mujeres está en situación de pobreza frente al 40,1% de hombres.
"Toda guerra es una pérdida y un llanto para nosotras, por eso no apoyamos la violencia", dice Trujillo Loaiza, quien agrega que los abusos policiales contra los manifestantes "afectan directamente a las madres, a las hermanas, a las esposas y las hijas de quienes son violentados por la Policía ".
Entre la gran diversidad de mujeres que asisten a las marchas hay jóvenes de los barrios populares, de territorios alejados, campesinas, estudiantes, trabajadoras e integrantes de colectivos y organizaciones populares afro, indígenas, feministas, entre otras.
Trujillo Loaiza explica que entre las voces que se han alzado se encuentran las de las madres, "porque son ellas las que piden que no haya más situaciones de violencia y que pare la guerra que ha ocasionado el Estado". Y es que estas mujeres en algunas zonas integran la llamada "primera línea", que corresponde a la vanguardia de las movilizaciones.
Al preguntarle a Adriana Arboleda, directora de la organización de defensa de los derechos humanos Corporación Jurídica Libertad, sobre la razón para que este importante sector de las protestas no sea reflejado, asevera que "por desgracia" los grandes medios de comunicación "obedecen a estructuras jerárquicas patriarcales que no tienen en cuenta esa participación ni sus propuestas".
Esta invisibilización va más allá, según la docente Catalina Mora, que opina que las mujeres "no son reconocidas como sujetos políticos colectivos" y que sus exigencias "ponen el dedo en la llaga de las violencias que ocurren a nivel estructural y estatal".
La participación femenina también se enfrenta a otros obstáculos como el "machismo estructural" de los partidos y las organizaciones políticas que apoyan las manifestaciones, según Trujillo Loaiza.
¿Hacia dónde van las protestas?
Aún no es claro el rumbo que tomará un movimiento tan diverso, cuando se cumple casi un mes desde la primera convocatoria al paro nacional que ha causado que se archiven varias medidas impopulares de la administración de Duque, que ceda ante algunas exigencias y que hayan salido dos ministros y el alto comisionado de Paz, en medio de una atmósfera de presión social e ingobernabilidad.
Los entrevistados coinciden en que no se ha erigido un liderazgo que condense el descontento y las demandas hechas por los participantes. Aunque el Comité de Paro ha sido la cara más visible de estas manifestaciones, sus acercamientos con el Gobierno han sido lentos y sin grandes avances, según algunos expertos.
Mora, quien está sindicalizada y forma parte de la Asociación Distrital de Trabajadores de la Educación, cree que "la negociación no será tan sencilla" y que "la realidad desbordó esa lectura gremialista de algunas organizaciones". "Nos enfrentamos a un estallido social y popular", enfatiza.
Sobre la posibilidad de la atomización, ante la cantidad de reivindicaciones que se exigen en las calles, Perea cree que es "un peligro muy grande" y que internamente se deben resolver problemas como la representatividad y la estrategia para definir cómo va a funcionar porque "no se puede convertir en un movimiento hasta el infinito".
Mora habla de la necesidad de pensar "formas más propias de cómo aglutinar y recoger el sentir porque el desgaste del paro podría llevar a que la gente se desencante".
Trujillo Loaiza coincide con la docente y se refiere a "una falencia histórica" de la organización social de izquierda que no canaliza el descontento porque "habla en nombre de terceros que no representan".
En el punto de vista de esta feminista, en las movilizaciones faltan propuestas estratégicas que lleven a hablar de un proyecto para gobernar al país más allá del antiuribismo. "Creo que también hay una incapacidad de las fuerzas políticas progresistas y de la izquierda que no han ido a ningún lado en estas protestas", puntualiza.
Su opción para el escenario político es la ocupación del Estado por parte de las mayorías sociales. "Si no somos quienes gobernemos, los que estén representando a sus minorías no lo van a hacer en nombre de nosotros".