Colombia es más importante para “la totalidad de intereses” de los EEUU en la Región, que la neo colonia de Puerto Rico. Enormes intereses neocoloniales económicos y políticos del neoliberal complejo militar industrial y financiero actualmente gobernante. Intereses geoestratégicos locales con países limítrofes “desafectos a Washington” como Nicaragua y Venezuela que son concurrentes con los intereses globales o mundiales como la pertenencia de Colombia a la OTAN, y para lo cual tiene en territorio colombiano 7 grandes y estratégicas bases militares.
Compleja constelación de intereses contradictorios a tener en cuenta en “el análisis concreto de la situación concreta” de la actual coyuntura colombiana y el estallido social de grandes proporciones iniciado el 28 de abril y en desarrollo o definición, que no se debe menospreciar o aminorar con el cuento piadoso de que Colombia es una Democracia Asediada por unos terroristas vestidos de civil, rebautizados como llamados “vándalos”, ahora que el fascismo contrainsurgente colombiano armado por el imperialismo muestra su verdadera cara cruel, sádica y genocida y, su miniführer subjudice apoyado irrestrictamente en los dos
factores de su omnímodo poder con los que sigue contando (la alianza militar-narco paramilitar y la impunidad otorgada por la Fiscalía de bolsillo) que lo han sostenido durante toda su carrera, reivindica vía falsimedia la teoría nazi posmoderna de la guerra civil molecular permanente.
He descrito muchas veces con amplitud lo anterior, al contribuir con mis opiniones a esclarecer los conceptos históricos esenciales de nuestra realidad en un análisis, tanto de corto como de largo alcance, con las categorías de Imperialismo, contrainsurgencia y fascismo, que unidos o mezclados actúan como un potente hilo rojo que permite conducir y guiar el pensamiento en el ascenso a la cumbre de la abstracción analítica de nuestra realidad, y así superar las eternas listas descriptivas y factuales de los innumerables e infinitos fenómenos y hechos que ocurren en una realidad inmediata de la lucha de clases llevada a la guerra.
Sin embargo hay un dato nuevo que llama nuestra atención, y es el hecho de que el gobierno de Mr. Biden a través de su diplomacia global, en lugar del “tradicional apoyo irrestricto” al gobierno democrático de Colombia legítimamente constituido, talvez presionado por el clamor democrático de la sociedad civil norteamericana y mundial, ha pedido el respeto por los Derechos Humanos en Colombia y sobre todo, ha desautorizado los “desmanes” de la Fuerza Pública colombiana que asociada con el narco paramilitarismo una vez más ha reprimido brutalmente y con una violencia aterradora de la actual protesta social.
Y no es para menos, el incendio social que desde la época de la insurrección comunera de 1781 se centraba en la toma de Bogotá; hoy 240 años después, por el efecto de los más de 40 años de desarrollo del más desbocado neoliberalismo autoritario y contrainsurgente en Colombia, ha trasformado radicalmente lo que sociólogos y analistas han denominado la realidad regional y el gamonalismo político burocrático (de los padres de la patria) que la hacía funcionar aceitadamente con dineros y auxilios llamados mermelada.
Así tenemos que, es en las regiones y ciudades intermedias donde más duro se ha sentido, desarrollado y potenciado el incendio social, descentralizando la protesta, la Movilización y el paro Social y poniendo en escena otros liderazgos sociopolíticos, barriendo los antiguos pelechadores, promeseros o demagogos populistas y poniendo en peligro la acumulación de capital conseguido en estos 40 años de genocidio gota a gota, y de despojo millonario de víctimas.
Por esta razón el “chanchito cebado” que funge de subpresidente colombiano con todos los títulos que la legitimidad de papel le ha otorgado como “Jefe de Estado, Primera Autoridad de la Nación, Comandante Supremo de las Fuerzas Militares”, etc, ha tenido que obligatoriamente abandonar la cómoda casa de presidencial para ir humillado y “clandestino”, en horas de la madrugada, a reunirse con sus operadores y agentes represivos en la ciudad de Cali. La arrogancia y el desprecio a la plebe comunera alzada ha debido ceder y ha hecho correr al nuevo Arzobispo Virrey Caballero y Góngora con todas sus túnicas escarlata hacia Zipaquirá, a realizar unas nuevas conversaciones con los alzados “contra los impuestos y su mal gobierno” y a preparar una nueva perfidia conta ellos con un Te Deum.
Hay quienes ven el la desautorización a las FFMM de Colombia un abandono del gobierno de los EEUU a Uribe Vélez con su pelele, uno de su mejores operadores colombianos como en los casos de Sadam Husein, carepiña Noriega, o Carlos Castaño. Caeríamos en el terreno de las suposiciones. Lo que en cambio si es cierto es que el gobierno de Washington está siguiendo de cerca la situación en Colombia y ha evaluado los daños que ha causado el huracán y los barridos dentro de sus operadores que está haciendo. También es un hecho comprobado que para los gobernantes estadounidenses democracia= elecciones y con esto, ya debe estar preparando quien va a reemplazar “electoralmente” al pelele cebado cuyo fin político está asegurado y muy probablemente no pueda pasar los 18 mese que le restan de período presidencial a la defensiva y en la ineptitud angustiosa que ha demostrado.
¿Quién será el escogido a sucederlo? Alguien que con suficiente demagogia populista, que tenga alguna imagen de progresista, o de izquierda, que asista a los cocteles que hace la gran embajada blindada de Bogotá, pero por sobre todo, OJO, que prometa continuar la lucha para llevarle la democracia a Venezuela, restaurar sus antiguas instituciones y suprimir definitivamente ese peligro a la seguridad de los EEUU que declaró el presidente Obama hace 6 años.
Espejito, espejito ¿Quién será ese afortunado? Debe estarse preguntando muy quedo y con perfil bajo, algún camaleónico narciso autoritario, despeinado.
* Alberto Pinzón Sánchez