“Desde entonces el odio contra los osados/as inclaudicables se ha multiplicado y, a falta de la posibilidad de ejercer la violencia física contra los alzados, se ha puesto en marcha la misión imposible de matarlos moralmente.”
En Colombia no solo sucumbió el Acuerdo de Paz de la Habana, antes de llegar al territorio de ese país hermano, sino que a ese homicidio político le sucede un genocidio humano desplegado en todo el territorio nacional por la jauría al servicio de un Estado narco-terrorista, de una oligarquía capitalista perversa y de un imperio que interviene y tutela los aparatos militares y paramilitares desde siete bases militares y múltiples unidades especializada en las guerras de todas las “generaciones” de modernidad y post-modernidad.
El turno de carnicero le ha tocado al Presidente Iván Duque, instrumento de Álvaro Uribe Vélez, quien junto con el ex -presidente Juan Manuel Santos, han dado cátedra de crueldad desde sus Despacho en la Casa Nariño.
La nueva ola de asesinatos selectivos y masacres se inició tan pronto fue traicionada la paz, envilecido el texto del Acuerdo y anulados los candados que hubieran servido de garantía de vida para la “guerrillerada” desmovilizada.
Dos “comandantes comandantes” de la guerra por la paz, Iván Márquez y Jesús Santrich, entre muchos/a otros/as que no se prestaron a la claudicación, se salvaron de la extracción o la muerte decretada por de la jauría asesina.
A base de valor, dignidad, talento y osadía se escaparon de las trampas tendidas y diseñaron un plan para refundar, junto a miles de combatientes y militantes experimentados, la NUEVA MAQUETALIA; emulando aquella hazaña de la resistencia armada campesina encabezada por Manuel Marulanda, inmediatamente después del BOGOTAZO provocado por el vil asesinato de Eleazar Gaitán y en medio de la violencia feroz desatada por los conservadores contra los liberales y el pueblo de a pié.
Desde entonces el odio contra los osados/as inclaudicables se ha multiplicado y, a falta de la posibilidad de ejercer la violencia física contra los alzados, se ha puesto en marcha la misión imposible de matarlos moralmente.
LA INQUINA CONTRA SANTRICH.
Especial inquina provoca a estos genocidas las punzantes e ingeniosas críticas de Santrich, formidable y técnicamente actualizado comunicador, aun desde los trillos de la clandestinidad selvática de la Nueva Marquetalia.
Santrich -el talentoso y valiente comandante “no vidente” de las FARC-EP, fue –repito- uno de los principales artífices de la reciente propuesta de paz traicionada por Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe Vélez, Iván Duque, el generalato corrupto y la oligarquía criminal de Colombia (con la torpe ayuda de un grupo de dirigentes claudicantes de las FARC-EP).
Es un polemista con mucha gracia y un guerrillero radical.
Pero jamás un asesino, mucho menos un genocida, como lo quieren pintar desde el arcoíris de la funesta derecha colombiana y malevolamente lo describen los centros de mando del oprobioso Estado Narco-Terrorista establecido.
Así lo destaco porque hay quienes – incluido entre ellos el ex Alcalde de Bogotá y ex-candidato presidencial de fuerzas políticas que se definen como progresistas, Gustavo Petro– hace pocos días se han atrevido a comparar a Santrich con los traidores de la paz, que a su vez cargan sobre sus espaldas un montón de falsos positivos (6,402 en total ¡!!!), masacres, fosas comunes, motosierras, torturas y complicidades con el paramilitarismo y las tenebrosas DAS, CIA y MOSSAD.
La más recientes traición a la paz firmada en la Habana- precedida de otros intentos obstruidos y/o anulados por el Estado narco-terroristas colombiano- ha desatado nuevos genocidios, con centenares de asesinatos selectivos y masacres incluidas; todo esto a cargo del Gobierno de Iván Duque, amalgamado, como buen pupilo de Uribe, con el narco-paramilitarismo.
Es importante volver destacar que el hecho de las burdas jaurías neo-fascistas de Uribe y Duque, o las más perfumadas al servicio de Juan Manuel Santos y la oligarquía encopetada – ambas llenas de miedo por las cuentas pendientes- calumnien a Santrich, no es sorpresa.
Su esencia es el delito, el crimen y la mentira.
Los asesinatos físicos y morales son puntos permanentes de sus agendas ensangrentadas.
¿A cuántos no han matado después de calumniarlos?
Al comandante Simón Trinidad, cuya moral y valentía son inmensas, lo tiraron en una cárcel-tumba del imperio, luego de acusarlo de narco-traficante y de extraditarlo.
A Santrich quisieron hacerle lo mismo después de firmar la paz y a Iván Márquez y otros comandantes estuvieron a punto de exterminarlos en la mismísima zona de paz. Pero ambos fueron más inteligentes que sus brutales enemigos.
¿POR QUÉ ENTONCES PETRO SE SUMA A LOS CALUMNIADORES?
Ahora bien, lo que hizo Petro, a sabiendas de que se trata de una vil comparación, tiene otra lectura que es necesario hacer un esfuerzo especial para desentrañar.
Santrich ha sido un agudo crítico con el presidente Duque envuelto en una matanza parecida a la ejecutada contra la Unión Patriótica, que sumó más de 5,000 asesinatos; receta que también, aunque en menor medida, le aplicaron al M-19, movimiento guerrillero al que perteneció Gustavo Petro.
“Mamando gallo” -como le dicen en Colombia a burlarse del otro- Santrich le recordó al Presidente genocida que “a cada marrano le llega su sábado”, procurando que éste entendiera que la gracia del poder no es eterna; no más, nada de intencionalidad criminal, porque nadie que quiera matar alevosamente al otro, no comete la tontería de anunciarlo.
Pero el mayor “pecado” de Santrich en esa “mamadera de gallo” fue usar la frase “memento mori”, alusión latina que se emplea en arte y literatura para advertirle a los prepotentes y abusadores con mucho poder sobre la temporalidad de la vida y de los cargos; pecado mayor porque en esas jaurías abundan los ignorantes, pese a estar dirigidos por intelectuales orgánicos de las más espeluznantes fechorías de Estado
Marrano, por demás, es lo más bonito que se pueda decir, a un presidente como Iván Duque.
Petro, que ni es bruto ni es de esas jaurías, sin embargo optó por hacerle el juego a esas perversas acusaciones contra Santrich y decidió twittear de esta manera:
“Ahí tiene los extremos: en la extrema izquierda está Santrich y en la extrema derecha: Uribe, y se juntan, se necesitan, son tal para la cual, sin el uno no puede existir el otro.”
“¿Se les puede desextremizar? Sí, si el pueblo se decide por la democracia y la justicia”
También lo escuché decir hace unos meses, con singular prepotencia elitista, que Iván y Santrich eran “dos estúpidos”, porque según Petro, para ser genio hay que ser de derecha y entreguista.
¡Qué lindas porquerías!
Pero, al margen de coeficientes de inteligencia, la verdad es que para igualar con el Paraco Uribe a un intelectual revolucionario del calibre, la sensibilidad y la trayectoria de Jesús Santrich, hay que -además de no tener vergüenza- sumarse al club de los políticos calumniadores; obviando a la vez que a la gente más firme de su M-19, a sus comandantes más consecuentes, los asesinaron por ser de “extrema Izquierda”, por no renegar de la lucha antiimperialista y anti-capitalista, por no quedarse supuestamente “mancos” (ni de izquierda ni de derecha), y por rehusar la ruta de “hacerse potable a los gringos”, como lo ha hecho -y lo sigue haciendo- Gustavo Petro.
Es posible que el cálculo de Petro sobre las ventajas de meterse con esa fea canción donde no lo invitaron, esté relacionado con lo grato que puede resultar a Biden y comparsa leer o escuchar esas palabras de un político de su origen, potencial candidato presidencial con bastantes posibilidades de éxito.
Igual es curioso que excluye a Santos de la “extrema derecha”, oligarca de tomo y lomo e ideólogo de los “falsos positivos”. Mientras… Lo de no mencionar a Duque como parte actuante de la pandilla neofascista parece motivado por el miedo a una demanda presidencial.
¿Cómo se sentirán -después de ese twist ofensivo, mentiroso y peligroso- las personas y organizaciones amantes de la verdad que participaron de la opción electoral encabezada por Petro?
Ya lo decía Ernesto Guevara, otro “extremista de izquierda” (¿acaso equiparable como Santrich a Uribe?, que no había nada más “ambiguo” que el “progresismo”; esto, sin que entonces el Che pudiera presenciar y valorar la experiencia de este periodo de la historia en la cual los peores “progresistas” generalmente proceden de los renegados de las izquierdas que asumen la conciliación con un sistema que hay que abolir.
Un ex –izquierdista que procure con tal grado de pusilanimidad la luz verde de Washington para ser Presidente, puede encabezar cualquier cosa, menos un gobierno soberano, justo y democrático; aunque el pueblo vote por él, anhelando esos valores. El sistema impuesto está plagado de ese tipo de trampas y estafas.
Así, la Colombia al revés no puede enderezarse. Es preciso buscar otra opción y otra ruta.