Una oleada de movilizaciones ha permeado el contexto de los últimos meses en varios países de Nuestra América. La indignación se ha expresado en las calles de países como Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Colombia, en donde el movimiento popular presenta un camino para una posible transformación, a través de la movilización y la protesta social.
El 21 de noviembre de 2019 -21N- se configuró en Colombia la movilización más convocante desde los años setenta. Este año, el 9 y 10 de septiembre, la misma indignación del 21N se expresó en las calles, luego de que la policía asesinara a Javier Ordóñez, un abogado de 46 años. Tras este hecho, la policía masacró a otras 14 personas en las movilizaciones llevadas a cabo en Bogotá y Soacha.
A pesar de la evidente brutalidad policial, los medios de comunicación corporativos configuraron una matriz comunicativa que criminalizó a los manifestantes, y que ha sido reforzada por figuras públicas, e integrantes del Gobierno Nacional.
Algunas de estas afirmaciones aseguran que quienes se han manifestado son integrantes del ELN, y que esa misma insurgencia es la que ha orquestado las movilizaciones y las acciones directas como la incineración de algunos Comandos de Atención Inmediata -CAI- en Bogotá.
Estas afirmaciones ponen en riesgo la vida de las personas que participan de las movilizaciones en Colombia, desdibujando el derecho a la protesta y legitimando la violencia policial.
Los medios de comunicación Brasil de Fato, Marcha Noticias, Peoples Dispatch, Colombia Informa y Resumen Latinoamericano, realizamos una entrevista exclusiva a Antonio García, jefe militar e integrante del Comando Central del Ejército de Liberación Nacional -ELN-.
En esta primera parte (van a ser cuatro en total), García nos cuenta cuál es su perspectiva de la movilización social, no solo en Colombia, sino también en los demás países de Latinoamérica.
¿Cómo ven el campo popular en América Latina? ¿Se podrá invertir la correlación de fuerzas?
Desde hace unos años, viene una lucha en el continente por buscar soluciones a problemas viejos, que tienen que ver con la democracia, con la desigualdad social, con otras formas de gobernar, que busca la independencia en nuestros pueblos, que buscan la soberanía.
En la década pasada se vino configurando una correlación de fuerzas distinta en el continente, que tienen que ver con estas banderas de orden nacional, de mayor participación democrática en la búsqueda de soluciones a los problemas que tenían los pueblos de América Latina.
Pero como respuesta a esos países que fueron cambiando el mapa de esta región, el imperialismo norteamericano trazó una política de agresión, de acoso, de bloqueo, de interferencias, para poner en crisis los gobiernos que buscaban de una manera democrática solucionar sus problemas.
Así, el intervencionismo norteamericano terminó posicionando unos retos a los pueblos, cambios de gobierno, manipulaciones, injerencias. Y el mapa de América Latina empieza a cambiar.
La nueva institucionalidad que se había generado con el Alba, con el Mercosur, con otras alternativas económicas y políticas, se vieron bloqueadas, y el imperialismo empezó a crear una nueva organización y proyección política alrededor de gobiernos de derecha que vuelven a retomar el hilo del neoliberalismo.
El mapa, aparentemente, se torna un mapa más de derecha. El imperialismo confiaba que estos intentos de retomar el curso hacia la derecha iban a ser de largo plazo. Pero efectivamente estamos hoy en el presente, viendo que eso vuelve y fracasa. Así como fracasó el neoliberalismo vuelve y fracasa ese intento de retomar un hilo de derecha para estos países de América Latina.
Vemos que vuelve una opción más alternativa, por ejemplo, en Argentina. En Brasil, Bolsonaro no ha logrado estabilizar su gobierno. Vemos a Evo volver nuevamente con su movimiento para retomar Bolivia. Las dificultades en las que entra Ecuador con los alzamientos y las protestas sociales. La gran movilización social y política de Chile. Y para rematar, el nuevo impulso que tiene la lucha social y política en Colombia, que vuelve a hacerse sentir en noviembre del año pasado.
Estamos ante una situación en América Latina de inestabilidad de los gobiernos que trataron de retomar los cursos de derecha. Y se abren opciones de cambio y transformación, de retomar. Esto ha sido de independencia y soberanía, de soluciones sociales a los problemas de los países de América Latina.
Ese es el mapa que hoy se empieza a configurar en América Latina. Y en particular en Colombia, que viene hacia un despertar con una participación masiva de nuevos actores sociales y políticos: la juventud. Y los viejos problemas represados que se juntan en una coyuntura favorable como fue la del 21 de noviembre del año pasado.
¿Cómo evalúan las movilizaciones del 9 y 10 de septiembre?
La respuesta que da el movimiento social el 9 de septiembre, es la continuidad que tuvo el proceso de movilizaciones del año anterior, que se expresó de manera contundente con el Paro el 21 de noviembre del año pasado.
Nuevas jornadas estaban propuestas y caminando a comienzos de este año, que por efecto de la pandemia no pudieron tener continuidad. Y es donde los gobiernos, sobre todo en América Latina, aprovecharon la pandemia para frenar el auge y la fuerza que venía teniendo la movilización social y política en la búsqueda de cambios, en busca de transformaciones.
Sin embargo, en Colombia, el 9 de septiembre llegó a toda la gente a través de las redes sociales; y eso hace que la gente se movilice como una respuesta contra la brutalidad de la policía. Fue una acción totalmente espontánea y lícita contra la policía que respondió de manera agresiva, desproporcionada.
Fue una gran masacre. Murieron muchas personas, muchos heridos, muchos prisioneros. Y ese es el mensaje que queda para para la sociedad: Estamos ante una policía brutal que responde de manera desproporcionada a la movilización espontánea de la gente.
Mucho se ha dicho de esa movilización que el ELN estuvo en esas protestas. Todos sabemos que una acción militar requiere de un plan, de una preparación y una logística de mover las unidades. El ELN no podía estar ahí en esa protesta, porque no alcanzábamos a llegar, nuestra logística no iba a llegar, nuestras unidades no iban a llegar. Fue una protesta espontánea de la gente. Si el ELN hubiese participado, hubiese sido de otra manera.
Lo que pasa es que el gobierno, sobre todo Duque, lo que hace es tirar una información, acusar al ELN de que estuvo ahí, para cubrir, para proteger la masacre que se hace contra la población.
Entonces, el análisis que hay que presentarle al país es ese. La gente no es tan torpe para creer el cuento de Duque. Los que nos movemos en el plano militar sabemos cómo se preparan las acciones, cómo se preparan los ataques cuando son a unidades policiales o militares. En este caso no fueron los policías los muertos. Los muertos fueron la gente que estaba desarmada y fue el uso de la violencia desproporcionada contra la sociedad.
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