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Durante más de 40 años, la Guardia Interétnica, Campesina y Popular del departamento de Arauca ha trabajado y luchado por la pervivencia de las comunidades y la defensa del territorio. Actualmente, en medio del conflicto armado y la pandemia, continúan generando procesos de autonomía y protección de la vida.

Desde 1972, diferentes territorios de Arauca empezaron a materializar proyectos en torno a unas luchas reivindicativas que respondían a determinadas necesidades de las comunidades. Es así como los campesinos, indígenas, afrodescendientes y sectores juveniles deciden articularse y llevar a cabo un trabajo organizado.

En el año 2011 la Guardia Campesina se une a la Guardia Indígena y gracias a las constantes movilizaciones y diferentes espacios de lucha, nace la Guardia Interétnica Campesina y Popular.

“Nuestro objetivo es proteger, cuidar y armonizar el territorio y por ende la vida, diciendo también que hay que defender los derechos humanos, defendernos de unas agresiones latentes que hay en el territorio, protegernos entre nosotros mismos con métodos alternativos para mitigar un poco la situación del conflicto que vive el departamento”, expresó Bernabé Ortiz Lizcano, integrante de la Junta de Acción Comunal en el municipio de Tame, Arauca y de la Asociación Nacional Campesina José Antonio Galán Zorro -ASONALCA-.

De igual manera, la Guardia lleva a cabo procesos de formación, sensibilización y autocuidado. Uno de ellos es la concientización a las y los habitantes de las veredas, sobre la caza indiscriminada de animales en reservas naturales, con el fin de proteger el bosque natural y preservar el territorio.

La prevención ante la Covid-19 también es una de las acciones que lleva a cabo la Guardia. Se instalaron entre seis a siete puntos de desinfección para el cuidado de la comunidad y para las personas que entran a los municipios. Los elementos para los ‘puntos de registro y desinfección’, fueron en su mayoría conseguidos por los mismos campesinos.

 

“La comunidad ha aceptado y dinamizado la Guardia en torno a que cada uno de sus integrantes son propios o son del territorio, es decir, generan una vida colectiva y en esto gozan de determinado reconocimiento. Somos hijos naturales de la región y eso hace que nos conozcamos, tengamos unas dinámicas propias”, manifestó Bernabé Ortiz Lizcano.

Es importante resaltar que la Guardia Interétnica Campesina y Popular está articulada a una Coordinación Nacional, dentro de la cual se genera comunicación y encuentros con guardias del Nororiente, Suroccidente, Norte de Arauca y también con regiones como el Chocó, Valle del Cauca y la Sabana de Bogotá donde se llevan a cabo algunos procesos de guardias en formación.

Problemáticas en el territorio

El departamento de Arauca atraviesa una serie de problemáticas sociales, políticas, culturales, y económicas, donde hay un abandono estatal y una agudización del conflicto armado.

La Guardia ha tomado medidas y cuidados debido a la presencia de actores como la fuerza militar, los grupos armados y las bandas criminales. “Las situaciones más latentes han sido con la fuerza pública o con el Ejército Nacional, porque ellos conocen donde estamos ubicados y llegan a hostigar en las noches, diciendo alcen las manos, mostrando sus armas, apuntándonos”, afirmó Bernabé Ortiz.

Según denuncias de organizaciones sociales y de la comunidad, el ataque más reciente ocurrió en el mes de marzo de este año, cuando el Ejército Nacional le disparó a tres guardias que se encontraban relevando un punto de desinfección en la vereda Puerto Miranda, en el municipio de Tame. El hecho se dio en un Territorio Campesino Agroalimentario, violando la autonomía de las comunidades.

Otra de las problemáticas, es el auge petrolero que vive el departamento, donde las multinacionales atentan contra la vida y el territorio, agudizando así cada uno de los conflictos. Esto, acompañado de la complejidad política y la corrupción que hay en las administraciones.

En cuanto a lo cultural, se atraviesa un problema con respecto a la identidad campesina. “Nos planean otro modelo, otra forma en la cual dicen que podemos vivir. Nos plantean petróleo, mas siempre el departamento ha sido agrícola, nos plantean unos conflictos o un narcotráfico, mas siempre en el departamento han vivido campesinos y esto hace que el joven no quiera ser campesino sino que se vaya al pueblo, a lo urbano o que se vaya a trabajar a la compañía o la compañía genera todo un proceso de corrupción en las comunidades comprando determinadas personas para legitimar lo que ellos hacen en nuestros territorios”, manifestó Ortiz.

Asimismo, se presenta un abandono estatal, donde no se le brindan los insumos y las garantías al campesinado para que pueda trabajar. En ese sentido, la estructura política de la región se basa en que las administraciones locales se lucran y los municipios quedan en ruina.

Finalmente, durante el tiempo que se ha vivido de confinamiento debido a la pandemia, las comunidades han vivido un recrudecimiento del conflicto armado.

Según Bernabé “hemos vivido unos momentos en el departamento, como lo es el conflicto con el paramilitarismo, el conflicto entre las guerrillas, el conflicto con el Ejército. Hoy lo vemos en nuestros territorios, nuestras parcelas, que hay asesinatos selectivos (…) ya vemos muy normal que cada dos días, tres días el soldado o policía saque al muchacho porque llevaba una prenda y cosas así o vemos tan normal que un indígena se muera en un caño o un río porque ha tenido que salir desplazado de las comunidades, no tiene determinadas condiciones y opta por quitarse la vida o muere de hambre”.