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 El miércoles 16 el pueblo Misak hizo justicia con alias Belalcázar, instrumento de la brutalidad de un imperio, acto de reparación que llega 485 años después de los crímenes que perpetró, y al caudillo que hoy nos sojuzga, ¿hasta cuándo le aplicaremos justicia? L

os delitos que le imputan a Belalcázar son Genocidio, despojo, acaparamiento de tierras, desaparición física y cultural de comunidades, tortura, asesinato, hurto, enriquecimiento ilícito, imposición de costumbres y creencias, desarmonización espiritual. Prontuario similar al del caudillo que van a excarcelar, gracias al empleado que él colocó en la Fiscalía; trato igual al que da la Justicia Penal Militar a los Policías que matan colombianos inocentes.

Las estatuas que derribó el pueblo la semana anterior, en Popayán, la de un agente del imperio hispánico y en Medellín la de un militar agente del imperio norteamericano, constituyen un adelanto de la reparación que le deben a millones de víctimas, objeto de violencia cruel y despiadada, con el fin buscado de saquear bienes comunes. Loable lucha por la verdad y la justicia que no la detendrán los planes de Guerra perpetua del imperio que comanda Trump.

El Secretario de Estado de Estados Unidos por cuarta vez vino al país a revisar el avance de su fracasada Guerra contra las drogas, que impone fumigar con Glifosato y mantener un frente de agresión contra la vecina Venezuela, metas que apenas buscan la reelección presidencial de Trump y que van en contravía del Proceso de Paz que intenta Colombia.

Así como el régimen hegemonizado por el ex Senador Uribe se sostiene por los hilos que lo atan a EEUU, en contraposición la lucha del pueblo colombiano debe unificarse e internacionalizarse para evitar la extinción de la humanidad y de todo el planeta, amenaza que proviene del 1 por ciento de súper ricos, quienes por su codicia pugnan por seguir imponiendo un sistema que acaba con la vida, niega la paz e incrementa la desigualdad social.

Acabar con la brutalidad de las Fuerzas Armadas requiere ir en contra del Genocidio que impone el plan de Guerra imperialista, lo cual es posible buscando una articulación de la lucha del pueblo colombiano con la de otros pueblos del mundo, que también están luchando por la vida, la paz, la democracia y la soberanía. Lucha y resistencia que discurre en las calles, dentro y fuera de las instituciones, en la que vale todo esfuerzo popular y social.

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