El Segundo Comandante del ELN, Antonio García, denuncia las trampas letales que el Gobierno tiende, detrás de su posición contraria a los Diálogos, rechaza su negativa a acordar un Cese el Fuego Bilateral y desnuda sus tácticas de reclutar menores de edad para sus redes de espionaje.
Algunos años después de los tiempos del cólera, cuando la gente moría por montones, un lisiado de Guerra se suicidó para no llegar a viejo o para evitarse los tormentos de la memoria, otro se moría en vida por amor y un tercero -ya viejo- por caerse de una escalera tratando de agarrar a un loro. Hoy, en tiempos de la pandemia, la gente muere más que por el coronavirus, por la estupidez de los gobernantes; aunque algunos de estos morirán en el olvido por estúpidos; o mejor, por la estupidez de sus Guerras.
En el último tiempo de su Gobierno, Juan Manuel Santos tenía en marcha una operación de aniquilamiento contra integrantes del Comando Central del Ejército de Liberación Nacional (ELN); pero, siendo ya Nobel de Paz, no podía dejar una imagen de guerrerista, pues existía la posibilidad de entregar en marcha un Proceso de Paz al nuevo Gobierno de Duque. En estos planes participaron Generales de la Policía y el Ejército, así como el Ministro de Defensa Luis Carlos Villegas.
En el nuevo Gobierno, dichos planes siguieron caminando; pero las cartas se jugaron como lo hacen los tahúres oscuros, con unas cartas sobre la mesa y con las que guardan siempre dentro de las mangas de la camisa. Las colocadas sobre la mesa fueron las condiciones, o mejor imposiciones, para reanudar las Conversaciones, que de ser aceptadas por el ELN, serían ganancia plena para el Gobierno. Si estas cartas no funcionaban, echaban mano a las cartas guardadas, reactivar el golpe militar contra los dirigentes del ELN que participan en la Delegación de Diálogos; el plan estaba diseñado y elaborado; por eso el actual Comisionado Ceballos coqueteaba con iniciar un diálogo, que era una propuesta falsa, para ver si les cuadraba el plan para capturar o aniquilar la Delegación a su regreso. Aún siguen esperando dicha oportunidad.
El plan fue descubierto, los implicados en entregar la información y participar en su ejecución fueron capturados, luego de realizar unas coordinaciones con los mandos de la inteligencia del Gobierno, al quedar en evidencia, no pudieron negarlo, terminaron confirmando los propósitos, ampliaron mucho más los detalles, así como los nombres de los mandos que los dirigían. Ya podrán imaginarse esta belleza de información.
El ELN rechaza las exigencias unilaterales del Gobierno, como pre requisitos para iniciar los Diálogos y el plan para golpear a la Delegación queda develado, entonces, Duque opta por desconocer los Protocolos de Regreso, dicta orden de captura a los integrantes de la Delegación guerrillera y acosa a Cuba para que los extradite, violando las elementales reglas del funcionamiento internacional y ubicándose como un Estado forajido.
Cómo puede creerse en un Gobierno que usa los Diálogos para aniquilar a la Delegación de la contraparte. El anterior y este Gobierno, han usado la perfidia, totalmente contraria al Derecho de la Guerra y del Derecho Internacional Humanitario (DIH). Este caso podría ser presentado a la Corte Penal Internacional. Asunto que habrá de dilucidarse en cualquier Mesa que a futuro se abra.
Aún este Gobierno sigue contemplando dicha posibilidad, por eso sigue con su doble juego, y hasta tanto esto no sea de dominio público, no estará obligado a respetar las reglas de dichos procesos.
Cuando llegó la pandemia, el Secretario General de la ONU y el mismo Papa Francisco, instaron al mundo para realizar un Alto el Fuego en todos los conflictos armados existentes, para darle prioridad a las labores humanitarias y evitar así los padecimientos de todas las gentes. El ELN de buena manera respondió afirmativamente a dicho llamado y orientó a todas sus tropas realizar un Cese el Fuego unilateral y temporal, para que el Gobierno de Duque hiciese algo equivalente; pero no, que Cese ni que nada; todo lo contrario, lo que hizo fue intensificar las operaciones contra el ELN. Vio que era mejor aprovechar para jugar con las cartas marcadas, como el ELN no iba a operar militarmente, inundó de militares y paramilitares sus zonas de operaciones.
Luego, hace apenas unas semanas volvió otra vez el llamado, esta vez del Consejo de Seguridad de la ONU. El ELN, otra vez estuvo presto a asumir un Cese Bilateral si el Gobierno de Duque también lo asumía. Otra vez la negativa gubernamental, pues para el Gobierno la pandemia es una muy buena oportunidad: anulan el Estado de Derecho, gobiernan con Decretos excepcionales e imponen un Estado de Guerra Permanente contra el pueblo, con confinamientos, toques de queda y masacres por todo el país.
Dicen que “los síntomas del amor son los mismos del cólera”, y, según el mensaje del Secretario General de la ONU y del Papa Francisco, los síntomas de la pandemia deberían ser los mismos de la paz, por eso su mensaje; pero no, pues para Duque los síntomas del Covid-19 deben ser los mismos de la Guerra.
Como la confrontación contra las unidades guerrilleras no le han dado los resultados soñados, recurrió a reactivar a las estructuras paramilitares, en estrecha relación con los militares, y a la vez que se aprovecha de las cuarentenas para impedir la movilización de la gente que protesta, ha intensificado los asesinatos de dirigentes sociales; sobre todo en las áreas donde hay una exagerada militarización, como son los casos del Cauca, Catatumbo, Nariño y Chocó, entre otras.
No es posible entender cómo en medio de una crisis humanitaria mundial, donde la gente se está muriendo por el Covid-19, y por hambre por falta de responsabilidad del Gobierno; Duque siga como si nada pasara; una indolencia por tanto asesinato de dirigentes sociales, negando que haya masacres y solo lloriquea en las Redes Sociales porque judicializaron a su jefe; mientras da vía libre para la llegada al país de tropas gringas, así como de grupos de mercenarios de otros países, en su loco propósito orientado por Trump de atacar a Venezuela; y de paso desencadenar una confrontación que puede ser continental.
No puede haber equivocación, en el ELN ‘no estamos pidiendo cacao’, solo hablamos en voz alta, pues el Gobierno piensa que vamos a aceptar condicionantes para iniciar un Diálogo; solo colocamos las cosas en el punto donde el sentido común lo hace imperativo, que tanto el Secretario General de la ONU y el Papa Francisco lo han expresado al mundo, aunque también es un asunto de dignidad.
Hemos llamado la atención de los organismos humanitarios como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), para que le presten atención, pues el Gobierno colombiano, por medio de las Direcciones de Inteligencia de la Policía y el Ejército, está realizando el reclutamiento forzado de niños desde los nueve y diez años, para convertirlos en agentes de inteligencia, que luego los envía a infiltrarse en nuestra filas como guerrilleros y a participar en planes para golpear nuestras unidades. Varios de estos niños y jóvenes han sido descubiertos y han reconocido sus actividades, los hemos regresado a sus familias por medio de dichas instituciones humanitarias, pero éstas no han actuado de manera responsable y por esa vía se están inhabilitando; dichas instituciones se equivocan al decir que el ELN recluta niños, y están siendo complacientes y permiten que el Gobierno colombiano los siga reclutando y enviando a tales misiones peligrosas. Estos niños han sido reclutados obligados, con amenazas y chantajes contra la seguridad de sus familias.
En “El amor en los tiempos del cólera”, Florentino Ariza, uno de los protagonistas, “tenía cincuenta y seis años, muy bien cumplidos… porque fueron años de amor”, y resistió el tiempo para vivir el amor; en esta realidad de pandemia, estamos pasando también de los cincuenta y seis años de Guerra; con un Presidente que en su vida jamás conoció una Guerra, ni la va a conocer; pero se siente un gran militar; con la diferencia que en la novela del Gabo, otro protagonista inválido de Guerra, Jeremiah de Saint-Amour se suicidó para no llegar a viejo o ponerse a salvo «de los tormentos de la memoria». Duque no hará lo mismo por la Guerra que terminó de profundizar, no solo en Colombia sino más allá, o quién sabe; a lo mejor le dé por ahí en el futuro. Pese a todo, las palabras del Gabo a veces han resultado proféticas, ya lo escribió refiriéndose a un protagonista de su novela:
“Un personaje que se queda sin oficio en una novela no tiene sino uno de dos destinos: o destruye la novela o la novela lo destruye a él. Jeremiah de Saint-Amour, en cambio, ha pasado la prueba de fuego de que los lectores pregunten por él a pesar de su protagonismo efímero”.
Solo que en esta ocasión, no será en una novela, sino en la realidad, y lo que Duque terminará por destruir será el país. Sin saber cómo termine todo, desde ya podemos decir que nuestro protagonista es efímero, y nadie lo recordará ni preguntará por él; solo quedará el país destruido y el responsable habrá sido su jefe. Pero, para que sea como en la novela del Gabo, sería conveniente que usara sahumerio de cianuro de oro, así la historia podría quedar completa y con un buen final; pues, así no lo use, el país tiene ya “el olor de las almendras amargas”.