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Mientras los que roban, asesinan y depredan el país pasan las condenas en sus casas o en el peor de los casos en guarniciones militares con todas las condiciones de un resorts, los que luchan se pudren esperando un juicio o cumpliendo una condena por exigir los derechos mas básicos de los colombianos

El debate en el país y en el mundo sobre la eutanasia es latente, mientras científicamente médicos y activistas entregan estudios y debaten sobre el derecho a morir dignamente, otros desde sus concepciones morales, regidas por su filiación religiosa o partidaria, pretenden obligar a familias y pacientes a vivir el via crusis de una enfermedad o condición terminal.

¿Pero morir dignamente solo esta relacionado con la eutanasia? Algunos podrían decir que sí, pero esta moneda tiene dos caras, una: aquellos que en los hospitales viven junto a sus familias el dolor de no poder partir y otros, los que desde las cárceles no tienen acceso a médicos y medicinas o a sus familias para morir acompañados.

Mientas en Chile, Perú, Colombia dictadores, narcotraficantes, asesinos y corruptos gozan de excarcelaciones, indultos y atención la medica necesaria, los presos políticos mueren en el aislamiento y el abandono estatal, sufriendo en un sistema carcelario que no brinda las condiciones necesarias para vivir o para morir dignamente, según cifras de las Contraloría General de la Nación a 2015 en el informe “El hacinamiento carcelario en Colombia: un problema estructural sin solución a la vista” se evidencia la crisis que los colombianos viven en las carceles del país donde el hacinamiento del 53% solo es la punta del iceberg.

¿Estos presos no merecen morir dignamente? El nueve de diciembre murió en las mazmorras del Estado Juan Camilo Calles Cabeza recluido en la cárcel Picota de Bogotá. Tras quince años de privado de la libertad.

Juan Camilo diagnosticado con con cáncer linfático y otras enfermedades, dio a conocer su padecimiento y exigió las condiciones necesarias para que sus derechos le fueran restituidos.

En sus peticiones exigía al sistema carcelario y a la justicia colombiana la posibilidad de morir al lado de sus familiares, petición que se quedo en el olvido, mientras el moría lentamente, el ocho de diciembre tras la presión de sus compañeros de lucha, fue remitido a la clínica Samaritana y un día después falleció.

En un comunicado los presos políticos expresaron, “Queremos una vez más denunciar que estas muertes son recurrentes en estás prisiones, que muchas veces por negligencia y falta de capacidad en la rama como es la salud mueren muchos detenidos y estos muertos pasan de forma desapercibida.

Por esta razón y muchas más, hacemos el llamado a todos y todas los presos del país a organizarnos y no permitir que el Estado nos hacine en estos sitios y nos valla matando poquito a poco”.

Casos como el de Juan Camilo se viven a diario. Mientras los que roban, asesinan y depredan el país pasan las condenas en sus casas o en el peor de los casos en guarniciones militares con todas las condiciones de un resorts, los que luchan se pudren esperando un juicio o cumpliendo una condena por exigir los derechos mas básicos de los colombianos.

El caso de los presos políticos, así como el de los líderes sociales debe estar a diario en el imaginario colectivo del  país, luchar por la vida y la dignidad no los convierte en delincuentes, ni en buenos muertos. ¡¡¡Ellos son la lucha y resistencia de los pueblos!!!

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