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Frente la dolorosa situación que vive nuestro país, en el tema de los Derechos Humanos (DDHH), se hizo inaplazable la visita a Colombia del relator especial de la ONU, Michel Forst. Y después de más de 20 días, viajando por las regiones más golpeadas con los asesinatos de los líderes sociales, dijo: “La situación de defensores de DDHH en el país es dramática”.

Esta situación ya había sido denunciada en esta columna varias veces. Poco interés les prestan a estas gravedades sociales las autoridades nacionales.Es incomodo decirlo, pero tienen que venir personajes mundiales de esta talla, a ratificar estas denuncias, para que el señor Presidente de la República le ponga atención a la magnitud del daño inconmensurable que están causando a nuestro tejido social, los sistemáticos asesinatos de líderes de DDHH que cada día registran las informaciones venidas desde las regiones.

Tiene que producirnos vergüenza esta situación. El alto relator de la ONU dijo que “en su condición, ha visitado muchos países, pero que la situación en Colombia es realmente dramática”.

Luego se refirió al miedo y el horror que viven las comunidades, ante los constantes ataques y las amenazas de los grupos paramilitares que golpean las desamparadas regiones rurales colombianas.

Como será el grado de terror que viven en su cotidianidad nuestros humildes campesinos frente a un Estado indolente y cobarde que ha permitido que se masacre a nuestras más indefensas comunidades indígenas y afros.

Por otro lado, se refirió a los funcionarios difamadores:

“Escuché una declaración del ministro de Defensa sobre los defensores y una más del gobernador de Antioquia que, para mí, son inaceptables… En la reunión con el Presidente le dije que era necesario hacer un llamado a los funcionarios para evitar los ataques públicos que tienen efectos desastrosos y difaman el maravilloso trabajo de los defensores”.

Hay que reconocer que en Colombia son aterradores los índices de impunidad. Más del 50% de los delitos cometidos contra los defensores de los DDHH quedan sin castigo. Esto parece no importarle a la gente, ni al Estado.

El alto relator de la ONU, se expresó así, frente a esta situación: “Me preocupa que mientras en todas partes del país hay una disminución de los homicidios, al mismo tiempo aumentan los asesinatos de los defensores de DDHH.”

Un punto que inevitablemente hay que tocar en estas denuncias, es el referido a “la sistematicidad de los asesinatos”.

Recordamos con verdadero horror cómo el ministro de la Defensa del expresidente Santos se refería, en forma olímpica, a este doloroso drama. Llegó a decir en varias oportunidades que “los mataban por líos de faldas…Y que no había ninguna sistematicidad en los asesinatos”. El relator especial de la ONU lo desmiente de un solo tajo, cuando dice: “Si hay una sistematicidad en los ataques contra líderes sociales”.

Negar la sistematicidad es como negar la luz del sol.

Con las centenarias reclamaciones de los campesinos sin tierra, los agresivos terratenientes no van a permitir que las leyes de distribución de la tierra, se aprueben a ningún precio y por eso pagan bandas paramilitares para que los campesinos desistan de sus justos reclamos. Y en ese contubernio diabólico que existe entre autoridades en los municipios, las investigaciones no avanzan y la impunidad reina en los cuatro puntos cardinales.

Ya lo hemos expresado por varias vías. En el Comité Permanente de Defensa de los Derechos Humanos (CPDH) hemos agotado todos los caminos pidiendo, exigiendo, suplicando que, ¡Por Dios, detengan el exterminio de los líderes de los Derechos Humanos!

Si esto no ocurre, no sé a qué medida extrema, de orden democrático, nos veremos expuestos…

Por último, queremos expresarle nuestro agradecimiento al alto relator de la ONU, Michel Forst. Su compromiso con los DDHH ha quedado fielmente demostrado. Todas las regiones colombianas a donde viajó y los líderes por él entrevistados, guardan con sumo cariño en el corazón, este gesto valiente e inolvidable.

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