El Metro de Buenos Aires fue uno de los primeros sistemas de transporte subterráneo del mundo.
Lo que supo ser un orgullo de los habitantes de la capital argentina, hoy se ha convertido en una trampa mortal.
Desde hace años, el Gobierno porteño ha adquirido vagones construidos con asbesto, un material cancerígeno prohibido por la Organización Mundial de la Salud que fue comprado al Gobierno español.
Los trabajadores del “subte” detectaron por sus propios medios, la peligrosidad de esta sustancia en su lugar de trabajo a partir de la muerte de algunos operarios, sin embargo, las autoridades locales no han dado respuesta.
Una situación que podría estar afectando las vías respiratorias incluso de los pasajeros frecuentes de este medio de transporte que moviliza a millones de personas.