El profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) José Romero Losacco considera que uno de los grandes retos del socialismo del siglo XXI es negar la modernidad como modelo social, ya que a su juicio la misma es un proyecto civilizatorio basado en el consumo incesante y acumulación de capital.
Tras su ponencia denonimada Divergencia y brecha colonial, en la Cátedra Federico Brito Figueroa, organizada por el Centro Nacional de Historia (CMH), el también investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) dijo al Correo del Orinoco que el socialismo debe desvincularse de manera definitiva del horizonte civilizatorio occidental bajo el cual nació.
“El socialismo es una de las tres ideologías que se crean después de la Revolución Francesa, que emergen como la secularización de la promesa teológica que occidente comienza a hacer a partir del siglo XVI, ¿cuáles son las otras dos? el conservadurismo y el liberalismo; el socialismo en el extremo izquierdo, el conservadurismo en el extremo derecho y el liberalismo en el centro, por eso es que el liberalismo se convierte en el triunfante, desde el punto de vista ideológico, porque es el que plantea, a diferencia del conservadurismo, que el cambio social es inminente a toda formación histórico social, y por lo tanto es inevitable; lo que hay es que controlarlo y frente al socialismo dice que como el cambio hay que controlarlo, hay que controlarlo para qué, para evitar que se desboque y termine siendo lo que fue para el orden vigente en Francia antes de la revolución, lo que calificaríamos el desastre de la Revolución Francesa”, explicó.
En ese sentido, manifestó que, en su origen, las tres ideologías mencionadas no se propusieron criticar a Occidente, y señaló que cuando el proyecto socialista se materializó en el siglo XX, con la Unión Soviética, uno de los problemas estuvo en que sus impulsores no se percataron de que esa idea básicamente terminó proponiendo que todos iban a vivir bien, pero “con lo que vivir bien significa para occidente, que es el consumo sin fin y si el vivir bien es el consumo sin fin, el socialismo cae en contradicciíon, porque el consumo sin fin es la circulación de las mercancías, es decir, la realización del capital”.
“Entonces en el siglo XXI hay que retomar la crítica del capitalismo, hay que retomar la fuerte crítica que se hizo en el siglo XX, pero hay que despachar también lo que supuso un proyecto para la construcción del socialismo, que no negaba la modernidad, no negaba el horizonte civilizatorio de Occidente y si Occidente es una civilización de muerte, el socialismo no puede tener el mismo horizonte civilizatorio, porque el socialismo propugna por la vida”, opinó.
En este sentido, apuntó que el capitalismo es tan solo un subsistema económico de la modernidad, ya que el último es un sistema que está organizado a partir de las clasificaciones neorraciales y de género de las poblaciones del mundo.
“Occidente tiene otro problema y es que se secularizó, y al secularizarse, que fue el movimiento de la ilustración en contra de la imposición de la cristiandad, el dogma religioso de la cristiandad, se quedaron a medio camino y no se dieron cuenta de que al final siguen teniendo un proyecto subtrascendental, toda experiencia espiritual tiene una experiencia que trasciende a la vida del ser humano. La ilustración seculariza creyendo que enfrentándose a las formas de espiritualidad del catolicismo se enfrenta a todas las formas de espiritualidad, las mete a todas en el mismo saco, y resulta que no todas las formas de espiritualidad son las formas fetichizadas. Las revoluciones han sido espirituales, Moisés contra el faraón, Jesús Cristo contra Roma. Los pensadores ilustrados, e incluso la crítica postmoderna, terminan asumiendo el horizonte de la moderidad porque no se dan cuenta de que existe, porque no ven que la modernidad tiene un orden trascendente, que es el orden del capital”, ilustró.
DESCOLONIZACIÓN DE LA HISTORIA
Durante su ponencia, José Romero Losacco contrastó la experiencia histórica de Occidente con experiencias de otras naciones milenarias como China a fin de demostrar que la tan pretendida superioridad tecnológica y espíritu innovador de Occidente no es una caracteristica exclusiva inherente de esta civilización, sino que hay múltiples culturas que han inventado y transformado su relación con el mundo, no solo antes que Occidente, sino con distintos horizontes.
“Recalcaría que todo lo que nos enseñaron de historia, desde la edad antigua hasta la edad moderna, oculta, porque no es solo un relato sobre nuestro pasado, sino que además de eso implica una manera de pensar el futuro, una manera de construirnos expectativas sobre cuál es el devenir de la humanidad, si la humanidad ha sido la historia del crecimiento económico sin fin, progreso sin fin, pues nosotros terminamos teniendo como conciencia histórica la idea de que el futuro de la humanidad es la expansión económica ilimitada, que no es otra cosa que justificar históricamente que el capitalismo es la única forma de producir experiencia para la humanidad”, expuso.
Asimismo, indicó que en el modelo colonial capitalista se identifican ciclos económicos, caracterizados por etapas de expansión, seguidos por momentos de contracción y luego un nuevo ascenso. En referencia, manifestó que los períodos de crisis son resueltos, generalmente, con conflictos armados a gran escala.
“La acumulación incesante de capital, que es el horizonte del sistema, no es posible sin la guerra. La guerra también como la forma que subyace a la conciencia de este sujeto moderno colonial, que no es ético; si entendemos por ética el discurso que tiene como fundamentación la vida, la guerra es precisamente lo contrario, es la expresión de la muerte, tenemos un sistema que en todas sus dimensiones está articulado a partir de la muerte, está articulado a partir de la suspensión infinita de la ética, por eso estamos sometidos al desastre por el que atraviesa la humanidad y al desastre al que estamos sometiendo al planeta”, advirtió.