Estados Unidos sabe que no tiene cabida discutir sobre el destino del presidente sirio ni que puede negociar al respecto con Moscú ni con Teherán. Según el diario libanés Al-Binaa, EEUU ha abandonado a sus aliados hasta cuando ellos se den cuenta de la realidad. La postura de Washington sobre Bashar al-Asad se está acercando a las de Teherán y Moscú.
Los estadounidenses ya no prestan atención a lo que dicen sus aliados porque ven que sus declaraciones son repetitivas y no tienen nada que ver con la realidad en el terreno.
Estados Unidos busca un equilibrio del poder en el mundo acorde con las realidades existentes y las teorías que emitió hace diez años Baker Hamilton; teorías que no fueron tomadas en cuenta por Washington sino hasta cuando fracasaron las guerras en Irak y Afganistán e Israel lanzó un ataque contra El Líbano.
Lo que llama la atención es que medidas como la creación de coaliciones, los conflictos internos, las revoluciones y las conspiraciones hicieron perder las oportunidades de las que hablaba Hamilton. El fin de esas oportunidades coincidió con la retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán. El resultado fue el fracaso de las políticas otomanas, así como el de los esfuerzos destinados a utilizar a Al-Qaeda para derrotar a los enemigos, tal y como solía hacerlo Arabia Saudí.
Irán y Rusia, socios regionales e internacionales
Libia y Siria son ejemplos de esos fracasos. Por otro lado, Daesh ha llegado a las puertas de Europa mientras Irán y Rusia ahora gozan de una capacidad sin precedentes, de tal modo que se han convertido en socios a nivel regional e internacional. Por su parte, EEUU ha dado grandes pasos en línea con las políticas de esos dos países.
Washington está dejando de un lado su doble estándar ante el terrorismo, es decir que quiere poner como una prioridad la lucha contra este flagelo. Estados Unidos está abandonando a sus aliados incapaces y traidores y pretende colaborar con los enemigos que ahora están convirtiéndose en sus socios.
La exclusión de la cuestión del futuro del presidente sirio de los diálogos internacionales
En este sentido, se definió el marco de las negociaciones en Viena sobre Siria, que dio lugar al fracaso de los saudíes y los turcos. Las resoluciones internacionales reconocieron que el destino del presidente sirio es un asunto interior.
En paralelo, se reforzaron las iniciativas que insistían en la necesidad de combatir el terrorismo y contar con el gobierno sirio como un socio en esta lucha. Además, la comunidad internacional aceptó que los mismos sirios deben decidir sobre el futuro político de su país en las urnas.
Al respecto hay puntos clave que merecen ser mencionados:
Washington ha dejado para un momento oportuno discutir sobre los acontecimientos en Siria con aquellos aliados que actualmente no pueden comprender las realidades. Por eso, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, visitó Rusia para encontrar con los rusos una solución que pueda convencer a los saudíes y sus aliados de unirse a los esfuerzos para poner fin a la crisis siria.
Estados Unidos podría presentar en el futuro a personajes como opciones para ser presidente de Siria.
EEUU busca establecer un sistema político en Siria parecido al de El Líbano
Cuando EEUU habla de una nueva Constitución en Siria busca distribuir las autoridades en un gobierno entre el presidente y el primer ministro según las divisiones sectarias.
John Kerry fue la primera persona que habló al respecto en Catar en 2012. Si fracasa el plan de EEUU para establecer un sistema político en Siria parecido al de El Líbano, Washington no se opondrá a la distribución de las autoridades según el método de Francia. Por su parte, Rusia aboga por un presidente sirio que tenga potestad de decidir sobre la política exterior y controle el Ministerio de Defensa mientras el primer ministro coopere con el presidente en los asuntos internos del país.
Rusia tiene dos líneas rojas al respecto: la primera es que se debe preservar la integridad de Siria como un país laico. La segunda es que una nueva Constitución debe basarse en la distribución de las autoridades en un gobierno cuyo presidente haya sido electo en comicios.
Siria, por un lado, debe definir sus políticas de tal manera que proteja las coaliciones que actualmente existen y, por otro, debe preservar sus intereses nacionales a largo plazo. Es posible que haya puntos de vista diferentes entre Damasco y Moscú al respecto, pero ambas partes coinciden en que los mismos sirios deben decidir a través de las urnas el futuro de su país.
Algunas fuentes bien informadas dicen que Estados Unidos no se opone a que en Siria y El Líbano la Resistencia forme parte del gobierno y tenga amplias autoridades en la política exterior y en el Ministerio de Defensa. La única cuestión es que las partes acuerden sobre el puesto del primer ministro, que es la obsesión de Estados Unidos. Tampoco es problema que este sistema político se establezca en Irak y Yemen.