No es la primera vez que el mundo político recibe la noticia de que la izquierda colombiana le apuesta a la unidad. Encuentros como el del viernes 22 de enero, en el que representantes del Polo Democrático, la Unión Patriótica (UP), el partido Alianza Verde y Progresistas, entre otros, se reunieron en Bogotá para construir un Frente Común de cara a la coyuntura y a las próximas contiendas electorales, ya se habían visto en décadas pasadas.
En 1999, el Partido Comunista Colombiano, la UP y varias organizaciones sindicales crearon el Frente Amplio Social y Político para presentar candidatos en las elecciones locales de 2000 y las legislativas de 2002, y lograron que el exmagistrado Carlos Gaviria llegara por primera vez al Senado. Y en 2005, el mismo Gaviria Díaz facilitó la articulación de este frente con otras agrupaciones como el Moir y el Polo Democrático, lo que dio lugar al Polo Democrático Alternativo, el partido de izquierda que –desde entonces– ha logrado más escaños para la izquierda colombiana.
Pero si bien la unidad siempre ha sido un pretexto para convocar las fuerzas progresistas, las rupturas también han sido frecuentes en su historia. En la política, los egos y los personalismos valen más que los argumentos y, en el caso de la izquierda, la diferencia de matices ideológicos entre sectores, sumados al liderazgo individual de algunos de sus protagonistas, ha hecho que la convergencia dure poco y que sea cada vez más evidente la dificultad de cumplir el lema según el cual “la izquierda unida jamás será vencida”.
De hecho, menos de una semana después de efectuada la cumbre del 22 de enero, Hollman Morris –concejal del Movimiento Progresistas, fundado por Gustavo Petro– salió a criticar el espíritu de la reunión. Con dureza, declaró que en ella predominaron ‘los celos y las vanidades’ y que es necesario que surjan nuevos liderazgos en la izquierda.
Las declaraciones de Morris cayeron como un baldado de agua fría, puesto que en la reunión el senador Iván Cepeda, la excandidata Clara López y el exalcalde Gustavo Petro habían insistido en que, por ahora, las reuniones del Frente Común no tendrían vocero. Además, Aída Avella contó que el encuentro fue “demasiado productivo y muy respetuoso e interesante de cara a nuestro futuro de fuerza común”.
Por ahora es predecible que las próximas reuniones, cuya organización quedó delegada al senador Iván Cepeda, arranquen con un malestar que se suma al que generó la ausencia del senador Jorge Enrique Robledo en el encuentro.
Robledo no fue porque,según él, los temas que se iban a tratar en el encuentro no se habían discutido internamente en el Polo. Pero hay quienes creen que al no ir, expresó su molestia con la posibilidad de que en el Frente Común se diluya su candidatura presidencial en 2018. Y es que si bien en el Polo había simplemente un acuerdo tácito según el cual él sería el próximo aspirante presidencial por la colectividad, la presencia de Clara López y Gustavo Petro en el llamado Frente Amplio podría llevar a la necesidad de escoger el candidato del movimiento vía consulta.
En el corto plazo, el Frente tiene como propósitos hacer campaña por el Sí en un eventual plebiscito para refrendar los acuerdos de paz y clamar por que se realice una Asamblea Constituyente en caso de que los diálogos de La Habana tengan éxito. En ese terreno todavía no se ponen de acuerdo. Algunos creen importante apostarle al plebiscito, así las Farc no hayan aceptado ese mecanismo hasta el momento, y otros insisten en que las causas estructurales de este conflicto necesitan algo mucho más vinculante y que por eso es preferible una constituyente.
De esta última debería salir un estatuto de oposición, y unas modificaciones normativas que permitan hacer alianzas entre los partidos –en este caso de izquierda– sin que corran el riesgo de perder su personería jurídica. Hoy, la Ley de Bancadas hace difícil estas alianzas.
En eso el gobierno ha intentado dar los primeros pasos. El ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, ya tuvo reuniones con los verdes y el Polo y el Mira. Cada uno presentó un documento con sus propuestas sobre lo que debe incluir el estatuto. Ahí también participan la Oficina del Alto Comisionado, la Unidad de Protección y la Registraduría para definir, además, un nuevo régimen electoral, unas circunscripciones especiales en zonas clave para el posconflicto y una ampliación del mecanismo de participación ciudadana en las regiones.
Aunque el Frente Común que se pretende construir tiene como base el pluralismo y está abierto a que a él lleguen miembros del Partido Liberal y la Alianza Verde, sus banderas contra la privatización o venta de activos nacionales y locales, como Isagén o la ETB, podrían sacar corriendo a líderes que, si bien tienen alma liberal o de centro, hacen parte de la llamada Unidad Nacional y respaldan las decisiones tomadas por el gobierno de Juan Manuel Santos.
Otro elemento que deja entrever la dureza ideológica de algunos de los asistentes a la reunión de la izquierda fue el lugar escogido para la reunión. Que se realizara en la histórica cafetería La Florida evidencia una postura algo defensiva. Según varios de los reunidos, la cita tuvo lugar en ese local porque está ubicado en el trayecto de la carrera Séptima que Petro peatonalizó en el marco de su programa de gobierno Bogotá Humana, cuyos resultados han sido duramente criticados por líderes de opinión.
De cara al futuro, dos coyunturas le dan a este encuentro de izquierda un carácter especial. Primero, la eventual y próxima participación de las Farc en política, una vez finalice el proceso de paz de La Habana. Segundo, que sus líderes nacionales Clara López, Gustavo Petro, Jorge Robledo e incluso Antonio Navarro y Piedad Córdoba cuentan con una vigencia política que podría darles gasolina para las elecciones de 2018, pero en 2022 es probable que surjan otros liderazgos . En ese entonces, ya habrá tenido lugar un relevo protagonizado por figuras como Hollman Morris y los congresistas Iván Cepeda y Ángela María Robledo.
Para mediados de febrero se espera la convocatoria a una segunda reunión y se prevé que a ella lleguen otros dos pesos pesados: Antonio Navarro y Piedad Córdoba. De lo que suceda con sus aspiraciones y de los aprendizajes de la historia dependerá que la nueva versión del proyecto de unidad de la izquierda tenga largo aliento.