La Unesco alertó en su momento que, en medio de la pandemia, un proceso de sequía se vuelve “más calamitoso”.
Las sequías pueden ser inevitables, impredecibles, recurrentes y potencialmente catastróficas, ya que impacta a diversos sectores de la sociedad y sus efectos pueden durar años.
Para el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, las sequías "constituyen un fenómeno natural que se manifiesta como una deficiencia de humedad anormal y persistente, que tiene un impacto adverso en la vegetación, los animales y las personas".
De acuerdo con el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en febrero pasado, habrá un aumento considerable de las sequías, siendo la zona del Mediterráneo una de especial vulnerabilidad.
Por su parte, a mediados de abril, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) alertó que unas 20 millones de personas corren el riesgo de pasar hambre en la región del Cuerno de África ante las recientes sequías registradas.
Impacto
La sequía puede afectar la calidad de vida de las personas, ya que entre sus consecuencias están la pérdida de producción, escasez de agua potable, ríos secos, hambruna, y más.
En estos periodos secos, el caudal de los ríos, presas y acuíferos desciende, reduciéndose el suministro del agua a la población y generando dificultades con el sistema eléctrico, debido a la disminución de los embalses.
Esta situación se está presentando en diversas partes del mundo. La escasez de agua afecta a un 40 por ciento de la población mundial y, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), hasta 700 millones de personas se encuentran en riesgo de ser desplazadas.
Asimismo, la sequía trae consigo un aumento de la temperatura y bajas precipitaciones que afectan a la agricultura, las plantas se marchitan. La calidad del aire también resulta afectada, sumando un riesgo mayor de incendios forestales y tormentas de arenas.
Acciones en caso de sequías
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) alertó en su momento que, en medio de la pandemia, un proceso de sequía se vuelve “más calamitoso” por el impacto que genera en la higiene y la alimentación, factores importantes para enfrentar la enfermedad.
A esto se suma que, países tanto de Latinoamérica como del Caribe, han enfrentado períodos frecuentes de sequías. De acuerdo con cifras de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), entre el año 2000 y 2019, estas perjudicaron a 53 millones de personas.
Igualmente, la FAO ha registrado que, entre 2005 y 2015, hubo pérdidas estimadas en unos 13.000 millones de dólares en ganadería y agricultura por causa de la sequía.
Ante la presencia de sequías, algunas de las recomendaciones dadas por expertos consisten en realizar una mejor utilización del agua, usar sistemas de riego para una mayor eficiencia, almacenar agua de lluvia para el riego, implementar constantes medidas de higiene para evitar enfermedades, entre otras.
De no tomar acciones inmediatas para enfrentar este fenómeno, puede representar un desafío más grande para la agricultura, la economía y la sociedad, provocando afectaciones graves en cada uno y perjudicando aún más el bienestar de todos.