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Justo un día después de la investidura de Biden como presidente de EE.UU., los terroristas de Daesh resurgían de sus cenizas, segando la vida de 32 personas en Irak.

El primer ataque llegó el jueves, el objetivo: la Plaza Tayaran. Dos integrantes de Daesh acudieron al lugar para hacerse estallar los cinturones de seguridad que llevaban adosados a sus cuerpos en la Plaza Tayaran. Al menos 32 personas perdieron la vida y 110 resultaron heridas. Tres años habían pasado de un atentado de estas características.

Testigos presenciales cuentan que un hombre se paró en medio del mercado de ropa Tayaran, pegó un grito de ayuda porque se sentía enfermo. Cuando una multitud se acercó a socorrerlo, el suicida activó su cinturón. Poco después, un segundo hombre hacía lo mismo.

Hace quince años, el 15 de enero de 2018, en el mismo mercado de ropa se produjo un doble atentado, aun cuando Irak ya había declarado la victoria sobre la agrupación terrorista. Antes, esa clase de atentados eran comunes, especialmente tras la invasión de Estados Unidos a Irak entre 2003 y 2011.

No obstante, en los últimos tres años, este tipo de ataques se redujeron considerablemente, sobre todo no habían dejado tantas víctimas mortales.

Pero, lo que marcó un punto de inflexión el jueves fue que los ataques acaecieron un día después de que Biden llegara a la Casa Blanca.

EEUU apadrina a Daesh en la región

Varios informes señalan cómo Estados Unidos instrumentaliza a Daesh para socavar la seguridad y la estabilidad de todos los países que representan una amenaza para la seguridad de “Israel”.

EE.UU. usa esta banda extremista en Irak para crear una excusa que intente justificar la presencia militar estadounidense en el territorio iraquí.

Este fue exactamente el propósito detrás del cobarde crimen terrorista del expresidente norteamericano Donald Trump: asesinar al teniente general iraní Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, y al subcomandante de las fuerzas populares iraquíes (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis.

Estos dos héroes de la lucha contra el terrorismo en la región habían podido neutralizar los planes de Washington en la región, y así anular la necesidad de la presencia militar de Estados Unidos en Irak.

Los resultados tuvieron un efecto búmeran: el asesinato de estos comandantes despertó la ira del pueblo iraquí, que mostró su firme oposición a la presencia de Estados Unidos en el país.

Tras el asesinato de Soleimani, el Parlamento iraquí aprobó una ley que llama al fin de la presencia de EE.UU. en el país, una decisión que fue apoyada por el Gobierno, las Fuerzas Armadas, y la nación iraquíes.

Después de que Estados Unidos comenzó a reducir su número de tropas en Irak, bajo la presión del pueblo iraquí y los grupos de Resistencia, algunos estadounidenses, junto a Israel y Arabia Saudí, se preocuparon, ya que alegan que esta medida aumentará la influencia de Irán en el país mesopotámico.

Resurgimiento de Daesh y la llegada al poder de sus padrinos en EEUU

Fuentes e informes fidedignos exponen las vinculaciones de EE.UU. en la creación de Daesh en Asia Occidental. Al respecto existen muchas versiones, pero siempre apuntan al mismo gran proveedor: el Gobierno estadounidense, a través de su la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y el Pentágono.

Es un hecho probado que Abu Bakr Al-Bagdadi, exlíder de Daesh, fue entrenado en las cárceles estadounidenses en Irak, donde su grupo criminal recibió todo tipo de ayuda para extenderse por Siria e Irak.

Por ello, no debemos asombrarnos al constatar que Estados Unidos entregó material bélico a los terroristas de Daesh en Siria, a cambio de oro y de piezas arqueológicas, según publicó el periódico turco Yeni Safak.

Las evidencias confirman que desde 2014 hasta 2017, EE.UU. brindó apoyos logísticos a Daesh para mantener sus líneas de aprovisionamiento, exportar hidrocarburos y otros bienes desde Irak y Siria, para así financiar su presencia en la región.

Pero, el momento de los atentados en Irak ha llevado a los analistas a mirar esta operación terrorista desde una perspectiva diferente. El hecho de que Daesh haya sido reforzado por los demócratas estadounidenses en la última década, proceso en el que Joe Biden jugó un papel fundamental, es un tema que ha sido expuesto repetidamente por los medios de comunicación.

Biden, que se desempeñó como vicepresidente de Obama durante ocho años, a quien los expertos llaman el “padrino de Daesh”, había reconocido explícitamente que Washington desempeñó un papel clave en la creación de Daesh y allanó el camino para su rápida expansión en Asia Occidental.

En agosto de 2016, la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE.UU. publicó documentos que exhiben el rol de la Administración del expresidente estadounidense Barack Obama en la propagación de Daesh en la región de Asia Occidental.

Por su parte, el fundador de Wikileaks, Julian Assange, aseguró en una entrevista concedida al programa Democracy Now! que algunos de los correos electrónicos de Hillary Clinton, la ex secretaria de Estado de EE.UU., demuestran que ella facilitó la entrega de armas a grupos terroristas como Daesh en Siria.

Por lo tanto, los analistas no ven a Daesh y sus crímenes como algo inconexo del Partido Demócrata estadounidense. Y los atentados de Bagdad recuerdan los horribles ataques terroristas contra los civiles iraquíes durante el mandato de Obama. De hecho, desde la transición del poder de los demócratas a los republicanos en 2017, las actividades de Daesh se redujeron drásticamente. Esto no significó, por supuesto, que los republicanos evitaran tales crímenes debido a su postura humanitaria, pues los ellos utilizan a los terroristas de Daesh en múltiples formas.

Los atentados de Bagdad, pues, se consideran como un regalo de Biden a Daesh que podría allanar el camino para una mayor cooperación entre los terroristas y Estados Unidos.

Por Mohsen Khalif Zade