A partir del triunfo de la hienas imperiales sobre la Alemania Nazi y sus aliados para cercar el radio de influencia de la extinta Unión soviética (la que ya había llegado a Berlín y derrotado a Hitler antes que nadie) y para evitar el surgimiento del nuevo mundo multicéntrico y pluripolar conformado mayoritariamente con los países de Europa del Este, de la gran nación árabe, la comunidad musulmana, la africana, asiática, latinoamericana y caribeña, se encargaron, entonces, las hienas occidentales del reparto internacional de colonias o países dependientes, entre los países imperiales.
Para ello, montaron dos estructuras desde donde EE.UU. se encargaría de gobernar al mundo: la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
A estas dos estructuras de dominación imperialista estadounidense se les añadiría, años más tarde, la llamada Unión Europea (UE), paradoja contradictoria del poder político económico, que nació para independizarse de EE.UU., mientras que éste se encargó de ayudar a crearla a su imagen, semejanza y sumisión. Hoy vemos que hasta la estabilidad cambiaria del Euro (€) como moneda, depende de los dictámenes de EE.UU.
Estos dos primeros instrumentos de dominación imperialista del mundo unipolar y luego el tercero, se han encargado, entre otras bajezas, de legitimar la liquidación física de cada palestino sobre la faz de la tierra, como corolario del robo de la tierra que se consumó en 1948, luego de que en 1947, Inglaterra anunciara su retiro de Palestina y entregara estas tierras, de manera acordada bajo mesa, a los sionistas al mando de Ben Gurión, en atención a las ofrecimientos hechos por EE.UU. a este genocida nacido en Polonia, de origen judío.
Fue tan vulgar el acuerdo entre el Reino Unido, el naciente y etéreo Estado de Israel y el amo del mundo unipolar, EE.UU., que un día antes de culminar el plazo de retirada del Reino de Gran Bretaña, ya Ben Gurión estaba declarándose amo de la tierra palestina para establecer la nueva República, pues desde 1947 el imperio inglés ayudó a los sionistas a estructurar y armar las nuevas y primeras milicias judías de lo que sería el nuevo Estado de Israel, para asesinar desde ese año a palestinos, obligarlos a desplazarse y abandonar la tierra de Palestina.
Esta persecución y matanza de palestinos, que comenzó en 1947 a manos de los sionistas, tuvo su corolario en lo que se conoce como el día de la Nakba, es decir, el día de “la catástrofe”, que se recuerda cada año, el 15 de mayo, un día después de que en 1948 el Yishuv, término en hebreo que se refiere a la comunidad judía en Palestina, en el que se autoerigió en Israel, con la excusa de que Dios les heredó la tierra y con el celestinaje de la naciente ONU.
Este fue el regalo dado por el imperio estadounidense y sus cómplices occidentales, como pago o compensación, muy superior a lo que la Alemania de la postguerra le ha devuelto a los judíos de todo lo que Adolf Hitler y sus secuaces nazis les robaron en riquezas y vidas humanas.
Dicho en otros términos: EE.UU. e Inglaterra regalaron a los judíos lo que no era de ellos (la tierra palestina) y se quedaron con gran parte del oro, riquezas y posesiones que Hitler les había robado a los judíos y que usaba como parte de pago por los tanques y armas que EE.UU. le vendía y alquilaba a Hitler al principio de la II Guerra Mundial para asesinar judíos (hasta que desarrollaron su propia industria nazi armamentista) y que apenas el gobierno alemán acaba de pagar con intereses al imperio estadounidense.
A cambio, el nuevo e ilegal Estado etéreo de Israel, el de los sionistas y celestineado por el resto de semitas silenciosos y beneficiarios, se ha encargado de ser el enclave desde donde se desestabiliza toda la nación árabe, se sataniza y se fuerza por dividir a todos los reinos y gobiernos de esta nación y, sobre todo, se cerca cualquier influencia y avance del mundo musulmán, desde la liquidación física, por mampuesto y en directo, pasando por la satanización mediática y discursiva del Islam y de cualquier musulmán, al que hoy estereotipan de terrorista “ponebombas” y malvado.
En fin, la contraprestación del etéreo Estado de Israel consiste en asumir el relevo del nazismo como negocio y control social, lo que significa que la esvástica nazi ahora ha pasado a manos del sionismo y su estafa, llamada “Estado llamado Israel”.
Desde esa expulsión de más de 800.000 palestinos de sus tierras en 1948, le han seguido diarias y sistemáticas razzias que acometen estos judíos, asesinando de la manera más atroz a palestinos, al punto de buscar a las mujeres para asesinarlas y que no se puedan reproducir biológicamente, además de encarcelar niños, torturarlos y matarlos, sin piedad de ningún tipo.
Luego, para preservar la paz de los sepulcros y el silencio de los oprimidos, han recurrido desde la ONU, la OTAN y la UE a fórmulas y acuerdos ficticios y de dominación israelí, como los fracasado Acuerdos de Oslo de 1993, firmados por el presidente de la Etérea República de Israel y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Isaac Rabin y Yaser Arafat; el primero, asesinado en 1995, por uno de los suyos, un judío extremista de una secta fanática, bajo planificación de los sionistas y del Departamento de Estado norteamericano; el segundo, igualmente, asesinado por envenenamiento con polonio 210, el año 2004, en el que estuvieron involucrados los gobiernos de Francia, Inglaterra, EE.UU. e Israel.
Así pusieron fin al show de pacifismo orquestado por Bill Clinton para remozar su imagen ante el escándalo de la felatio que le dieron en la Casa Blanca y bajar las tensiones en Oriente Medio y, por tanto, bajar los precios del petróleo en toda la región árabe, además de refrenar el desarrollo y fortalecimiento de Arabia Saudita, Libia e Irak, tanto, como recuperar la influencia imperial en países como el Líbano, entre otros de la región.
Desde 1948 hasta hoy, han transcurrido 75 años de asesinatos de palestinos a manos de las fuerzas de ocupación israelíes y a manos de colonos, con la condición de que los palestinos no se defiendan a cuenta de una paz de sepulcros, mientras han devastado toda Palestina y los judíos se han cogido más tierra para ellos.
Tanta ha sido la terrofagia sionista, que del mapa inicial del primer robo de tierras a Palestina que le demarcaron a capricho de EE.UU. y Ben Gurión en la ONU, que ya sólo quedan unos cuantos ghettos o campos de concentración a cielo abierto, en lo poco que queda de Cisjordania, mientras que la Franja de Gaza se mantiene en una constante lucha liderada por el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamás.
Hoy, apartando cualquier consideración o críticas entre las facciones palestinas o entre lo malo o bueno del gobierno de lo que queda de Cisjordania, bajo el gobierno del Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, podemos ver los resultados: mientras que en Cisjordania ya no quedan muchos palestino vivos, ahogados en el ghetto a cielo abierto impuesto por Israel, dentro de poco tiempo toda esa zona será anexada a Israel por sus colonos; al contrario, en la Franja de Gaza, a sangre de sus mártires y fuego cruzado con los invasores israelíes, los palestinos de ese lado han podido, medianamente, defender y preservar el derecho a su tierra y a su patria, hasta que, hoy Benjamín Netanyahu adelanta una razzia de bombardeos y tierra arrasada, lo que significa el genocidio más grande de la historia.
Por lo antes dicho, vemos que con mala intención y alevosía, los medios de comunicación occidentales de Europa y demás continentes, además de los diversos jerarcas políticos, sobre todo, desde el gobierno sionista de Israel, se centran en anunciar “la guerra entre Israel y Hamás”, cuando la verdad verdadera y el mundo entero, sabemos que se trata de una vulgar excusa de aprovecharse de la legítima defensa y operaciones de rescate y liberación que viene adelantando Hamás junto con más de 14 organizaciones palestinas, como el Partido Comunista Guerrillero Palestino entre otros y cualquier niño, joven, adulto y anciano, contra toda la agresión que por 75 años han adelantado los sionistas para desaparecer de la tierra a los palestinos, con la intención de que nadie les reclame el robo de dicho suelo para fundar su Estado etéreo, porque la tierra que ocupa Israel no es su tierra, es la tierra de los palestinos y del Estado Palestino.
Ahora bien, nadie que no sea palestino, tiene ningún derecho a pontificarle a los palestinos cómo defender su tierra, cómo defender su soberanía y cómo defender su vida y su fé. Pero, lo que sí tenemos es el derecho y hasta la obligación moral, de estar a su lado y defenderlos hasta con nuestras vidas, porque se trata de la salvación del planeta y de la especie humana.
Así como en el pasado no podíamos ser indiferentes al asesinato en masa que practicaban los nazis bajo el mando de Hitler contra los judíos, mucho menos ahora, podemos seguir permitiendo que los judíos sigan asesinando a los palestinos en su tierra y que al día de hoy Benjamín Netanyahu pretenda aplicar la solución final de liquidar a todos los palestinos de la Franja de Gaza con un ultimátum irrealizable, para así justificar la muerte de cada palestino, armado o desarmado, inermes o defendiendo lo que por derecho es suyo: su credo, la vida y la tierra.
Debemos tener presente y gritar al mundo las atrocidades de los sionistas de la República Etérea de Israel sobre Palestina y debemos denunciar ante las Cortes Internacionales, al jefe de la Unión Europea y al Secretario General de la ONU por su complicidad y negligencia expresa ante el asesinato de cada palestino, en este macabro plan genocida que adelantan los sionistas bajo órdenes de Netanyahu.
Palestina vencerá.
Aviso
La solución final contra Palestina
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