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Arabia Saudí, el verdadero perdedor de los acontecimientos en la región

Alwaght- El régimen saudí, en sus 70 años desde su formación, ha podido sobrevivir a pesar del caos en la región. En ese periodo, este régimen ha estado detrás de varias guerras subsidiarias en la zona. Sin embargo, en la guerra de Saada (2010) entre los hutíes y el expresidente yemení Ali Abdolá Saleh, Riad utilizó directamente a su Ejército y contó con el

apoyo de Marruecos, Jordania, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Estados Unidos. De hecho, esa guerra marcó un hito en la historia de Arabia Saudí ya que acabó con la inmunidad que gozaba por su estatus religioso. Este cambio profundo llevó a los Al Saud a adoptar explícitamente políticas agresivas y hostiles en la región, de tal modo que tras el inicio de la ola del “Despertar Islámico”, intervino militarmente en Bahréin y Siria.

 

En paralelo, se registraron otros acontecimientos políticos en el Occidente que desestabilizaron la posición de la monarquía saudí en Estados Unidos. Este proceso comenzó con las acusaciones contra Riad por los atentados de 11 de septiembre, así como el apoyo del régimen saudí a los extremistas. EEUU todavía no ha encontrado una alternativa a Arabia Saudí para suministrar petróleo a Estados Unidos, Washington, pero está  reconsiderando sus políticas hacia Riad. En este sentido, intenta dar mayor importancia al papel de Catar a nivel regional e internacional porque este país tiene las capacidades necesarias para cumplir con los objetivos estadounidenses en la región. Incluso, Catar puede ayudar a la desintegración de Arabia Saudí, de tal manera que Washington mantendría bajo su control las regiones con mayores reservas de petróleo.

 

Pero tal opción perjudicará los intereses del régimen israelí ya que este considera a Riad como su única vara de salvación en la región caótica de Oriente Medio.  En un informe de la Universidad de Tel Aviv, publicado en junio de 2012, Arabia Saudí fue considerada como la última opción de Israel para hacer frente al llamado expansionismo de Irán y mantener la situación en la región de tal modo que favorezca los intereses de Israel. 

 

Teniendo en cuenta esas circunstancias, Arabia Saudí enfrenta una situación desordenada y volátil lo que refleja a debilidad del régimen gobernante.

 

Entre las políticas agresivas de Arabia Saudí, se puede mencionar la intervención en Siria y Yemen pese a que, a nivel interno, la monarquía árabe soporta una crítica situación. El régimen gobernante saudí, además de estar envuelto en casos de corrupción, se ha apoderado de la mayoría parte de las riquezas del país. La familia real ya se ha dado cuenta de que su existencia está en peligro. Las pruebas de esta amenaza se pueden ver en el fracaso del plan saudí en Yemen y la pérdida del control de la situación en Siria. No cabe duda de que el régimen saudí ha cometido un gran error estratégico y su implicación en los conflictos de la zona ha resultado en un efecto bumerán en contra de su supervivencia. De concretarse este escenario, Arabia Saudí se convertiría en el principal perdedor en los acontecimientos de la región.