En un momento de la historia donde se habla del fin del ciclo progresista en América Latina se hace necesario recordar la importancia de lograr una cabal comprensión de la realidad, si acaso la misma pretende ser cambiada para mejor. Una herramienta útil para alcanzar dicho entendimiento es la teoría marxista de la dependencia, surgida de las entrañas mismas de la Patria Grande y concebida al calor de las luchas heroicas de sus pueblos.
Dentro de los principales exponentes de esta teoría se hallan Vânia Bambirra, André Gunder Frank y Theotonio Dos Santos; quienes han brindado aportes invaluables y constantes actualizaciones hasta el día de hoy, sin embargo, cuando se habla de la teoría de la teoría marxista de la dependencia hay un nombre que resalta por encima de todos los demás: Ruy Mauro Marini, un brasilero que tomó posición en la lucha de clases a favor de los empobrecidos de la tierra. Es en el marco de esa opción de vida que Marini redactó su obra cumbre: Dialéctica de la Dependencia, escrito elaborado en la década del 70 del siglo pasado a modo de documento interno del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en Chile, el glorioso MIR. No obstante, la lectura que estaba destinada a una militancia específica muy pronto empezó a circular entre muchas más personas debido a que cuenta con dos cualidades que pocas veces pueden predicarse del mismo escrito: gran profundidad y fácil comprensión.
Analizar de manera concienzuda ese escrito, y en general a la teoría marxista de la dependencia, es impracticable en una columna, por ello se sugiere ir a la fuente directa. Felizmente, CLACSO acaba de editar una soberbia y muy accesible antología de Marini donde está, por supuesto, Dialéctica de la Dependencia[1], la cual es una obra cumbre y por ende no le es indiferente a nadie. Frente a ella se tienen críticas más o menos afortunadas, posiciones acríticas y aplicaciones en el accionar político y las elaboraciones teoréticas. La actualidad del tema y del escrito específico se documenta también con el esfuerzo del excelente programa de televisión venezolano Escuela de Cuadros, que ha dedicado dos de sus últimas emisiones a discutir Dialéctica de la Dependencia desde distintos puntos de vista, con doctísimos invitados y una conducción soberbia que lleva los debates hasta la médula del asunto, al tiempo que los mantiene dentro de un lenguaje y nivel comprensible para el público más amplio posible. El programa tiene su canal en Youtube, en donde se pueden ver estas dos emisiones[2] y muchas otras más.
Pero más allá de todo lo que se haya dicho o se pueda decir sobre la obra, y en general de la teoría marxista de la dependencia, existen algunos puntos clave que valen ser conocidos, por ejemplo que Ruy Mauro Marini analizó la realidad de América Latina desde distintas categorías marxistas y en consonancia con la consigna del peruano Mariátegui: ni calco ni copia. Valga recordar que Dialéctica de la Dependencia polemizó con dos contendores principales, uno de ellos fue la escuela cepalina que propendía por la industrialización de la región mediante la sustitución de importaciones, de manera tal que se llegara al nivel de desarrollo de los países centrales del sistema mundo capitalista; en segundo lugar polemizó con la línea ortodoxa de los partidos comunistas que afirmaban con vehemencia que antes de iniciar cualquier empresa por un cambio revolucionario en América Latina había que contar con unas condiciones objetivas que solo serían proveídas por el avance del capitalismo en los distintos países y su consecuente aumento de la clase obrera.
Lo que Marini le dice a los dos interlocutores es que el capitalismo dependiente no es una forma inmadura de capitalismo, no es que sea un sistema insuficientemente capitalista, es justamente la forma madura de capitalismo que pueden alcanzar ciertos países insertos en la presente dinámica del capitalismo global como simples proveedores de materias primas. Esto acaece debido a que la “economía mundial capitalista crea dos grandes tipos de formaciones: las centrales y las coloniales o dependientes. Los países centrales no representan modelos avanzados para las formaciones periféricas, ni pertenecen a otra temporalidad. Construyen su historia, simultáneamente a las periferias, a partir de la posición específica que adquieren en la economía mundial.”[3]
Así mismo, los análisis a los que se llega a través de la teoría de la dependencia pueden ser más terrenales, por ejemplo, se llega a comprender cómo es posible que Colombia tenga un salario mínimo que es de física hambre y un privilegio a la vez. De física hambre porque no sirven ni siquiera para la reproducción de la fuerza de trabajo y privilegio porque la informalidad y el desempleo imperan en la economía de ese país, con sus consabidos resultantes de salarios por debajo del mínimo para los trabajadores informales y el mantenimiento de un ejército laboral de reserva que compele a los trabajadores activos a aceptar pagas miserables, so pena de perder su puesto en manos de alguno de los millones de desempleados dispuestos a trabajar aún por menos. Este salario de hambre se produce gracias a la llamada superexplotación de la fuerza de trabajo como única salida que halla la lumpemburguesía colombiana para remediar las pérdidas que sufre por el intercambio desigual con los países centrales y para poder acumular en el marco del capitalismo dependiente.
Una última característica loable de la obra de Marini, es que trata de explicar el imperialismo en términos que van más allá de lo estrictamente político y llegan hasta el campo de lo económico, para lo cual recurre al modelo que se observa en Dialéctica de la Dependencia. Es a partir de allí donde surge una de las principales críticas, aquella que señala con dedo acusador que la realidad sobrepasa lo modelado y que Marini simplemente ignora los componentes de la totalidad que no encajan en su teoría. Sobre el particular se debe recordar lo que realmente es un modelo y cuáles son sus alcances: se trata de un marco formal que representa las características básicas de un sistema complejo a través de unas pocas relaciones centrales. Otra manera de comprender lo que es un modelo es el de verlos como una metáfora que permite comprender realidades mucho más complejas, esta es la posición de la eminente economista Deirdre McCloskey en su obra “Metáforas por las que viven los economistas”[4].
No obstante, esta crítica es una sola de muchas que existen y que se deben tomar con un espíritu dialéctico que permita avanzar en una teoría y una praxis que le apuesten a la construcción de una realidad diferente a nivel local, regional y global. La tarea por liberar y dignificar a la Patria Grande será más fácil si para ello se utilizan todas la herramientas que se tienen a la mano y una de las más importantes es la teoría marxista de la dependencia, la cual se invita a enriquecer y utilizar.
Autor: Miguel Andrés Ramos J,
Fuente: http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/nacional/item/la-teoria-marxista-de-la-dependencia-y-sus-criticas?category_id=138