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Un complejo panorama se vive en nuestra América, los efectos de la pandemia del Covid-19 han dejado estragos en la salud y la economía que se proyectan a plazo inmediato como determinantes para una angustiosa realidad de pobreza y desigualdad, estas condiciones aunadas a la reactivación de la protesta social en diversos países continuando con las luchas de resistencia que se viven desde 2019, muchas de ellas suspendidas por la cuarentena y reactivadas en un marco crucial de procesos electorales influidos por la constante amenaza imperialista y la aceleración de grupos ultraconservadores con tendencias neofascistas como cereza del pastel en disputa, la situación se acelera para nuestra América conduciéndola a procesos definitivos para el porvenir de nuestros pueblos.

En las próximas semanas Bolivia deberá celebrar elecciones, el 18 de octubre es el día pactado después de diferentes intentos del gobierno golpista por aplazar y manipular los comicios, llegando al grado de anunciarse recientemente la renuncia de Jeanine Áñez a su candidatura para presidenta. Ella es la personera del golpe de Estado y cabeza en los actos genocidas que en el país andino se han implementado desde el derrocamiento de Evo Morales, el cual cumplirá un año en noviembre próximo. Áñez revestida del cinismo característico de los golpistas, publicó un video anunciando su renuncia a la candidatura aludiendo que lo hace por el bien de Bolivia y sin reparo reconociendo que tiene la intención de evitar el regreso del Movimiento por el Socialismo (MAS) al poder, la realidad es que el MAS encabeza la preferencia electoral y Áñez ha pactado su impunidad con los sectores conservadores bolivianos, no sin antes buscar garantizar por todos los medios que se mantenga la dictadura impuesta por el imperialismo y la oligarquía, el pueblo boliviano tiene enfrente horas cruciales para lograr sacudirse al gobierno golpista y restaurar la democracia.

El pueblo chileno que tantas demostraciones heroicas ha dado durante las protestas antes y después de la pandemia, celebrará el día 25 de octubre un plebiscito nacional para que se decida la redacción o no de una nueva Constitución que ponga fin a las leyes heredadas de la dictadura de Augusto Pinochet, justamente cuando se han cumplido 50 años del triunfo electoral de Salvador Allende y su proyecto democrático al socialismo. La represión del régimen de Sebastián Piñera marcó los meses de protesta previos al acuerdo de la realización del plebiscito, que además ha sido criticado por sectores importantes de la izquierda como el Partido Comunista, por no representar un verdadero proceso constituyente, aunque en términos generales puede significar un paso importante para resquebrajar los resabios neoliberales y dictatoriales que aquejan a Chile, será el primer plebiscito nacional que se realice desde 1989, año en que se efectuó un referéndum para reformar la Constitución Política de la República promulgada en 1980 aún en plena dictadura de Pinochet. Será un paso que se espera genere caminos democráticos para la construcción de un Chile justo, aunque desde luego la continuidad de la rebelión y la fuerza popular son el único real garante de una reforma social profunda.

En países como Brasil y México se perfilan comicios intermedios, en noviembre la nación amazónica irá a las urnas, siendo una de las más afectadas por el Covid-19 y con un presidente como Jair Bolsonaro, caracterizado por el desprecio a su población y entregado totalmente al imperialismo con un papel sumamente inquietante por el fomento del neofascismo como se ha podido constatar en diferentes momentos, Bolsonaro al igual que el presidente de Colombia Iván Duque, son los principales aliados en la región de los Estados Unidos y sus planes de invasión-saqueo sobre Venezuela. La gira de los últimos días de Mike Pompeo, Secretario de Estado norteamericano, por estos países, ha servido para la preparación de nuevas acciones injerencistas y agresiones violentas que se suman a las ya comprobadas intentonas golpistas y magnicidas, el fomento al paramilitarismo y a la subversión de la derecha es evidente, las declaraciones cínicas de los mandatarios apoyando las acusaciones yanquis contra Nicolás Maduro son solo muestra de un golpe ansiado por los sectores ultraconservadores del continente.

En México, otro de los países gravemente afectados por la pandemia, en el venidero 2021 tendrán lugar elecciones intermedias para renovar las cámaras de diputados y senadores, así como alcaldes. Un clima creciente de exacerbación de la derecha opositora manifestada por el FRENA y otros grupos, entre los que destacan sectores de intelectuales acomodados en los regímenes anteriores, agudizan un periodo complejo de lo que pudiera parecer el paso del neoliberalismo a un capitalismo socialdemócrata, aunque esta transición ambigua por momentos. representa continuidad con nuevas alianzas entre monopolios y la puesta en marcha de los llamados megaproyectos o polos de desarrollo que reviven la vieja contradicción del sistema entre modernidad y progreso, la resistencia más allá del oportunismo de la derecha, se ubica en las comunidades originarias, en el creciente movimiento feminista y los sectores de izquierda anticapitalista (comunistas y Zapatistas) que observan más de lo mismo en la política y la economía de un país tan lastimado por la degradación de la vida social, en el que la pobreza, la corrupción, la injusticia y la disputa insensible por el poder, siguen siendo el pan de todos los días. La ultraderecha mexicana se acerca poco a poco a los deseos y prácticas golpistas ya expresadas en medios de comunicación y por sectores de interés opuestos al actual gobierno.

En Ecuador las elecciones serán el 7 de febrero de 2021, el descredito del presidente Lenín Moreno, pareciera dar por sentado su derrota en las urnas, siendo Ecuador un integrante también de la lista de naciones sumamente golpeadas por la pandemia, además, los reclamos sociales insatisfechos en las movilizaciones de los últimos meses de 2019, la represión ejercida por el mandatario y la continuidad de las políticas neoliberales al igual que su entrega al Fondo Monetario Internacional (FMI) y la sumisión al imperialismo, son algunas de las razones que encausan el desprecio popular, los golpes impuestos con falacias legales a la oposición electoral que representa el correísmo, no dan muestra de servirle al régimen para detener su caída.

El deseo intervencionista del imperialismo sobre Venezuela no ha finalizado, el reciente informe sobre derechos humanos, un documento parcializado y amañado, es una de tantas acciones que frente a la opinión internacional insisten en pretender crear una “justificación” para la clara intención de neo-colonizar a la nación de Simón Bolívar. El 6 de diciembre se llevarán a efecto comicios para elegir representantes a la Asamblea Nacional, una coyuntura de suma importancia por la avanzada injerencista y el recrudecimiento de las medidas golpista de los sectores oligarcas, la República Bolivariana está amenazada por todas las formas posibles, con un bloqueo económico, la movilización de fuerzas militares del imperio, la exacerbación de la derecha interna en el país, grupos paramilitares y de mercenarios que asedian las fronteras, el robo de su riqueza por la Gran Bretaña, además de la complicidad de organismos internacionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el Grupo Lima. La sobrevivencia del proyecto socialista-bolivariano depende de su fuerza cívico-militar y, sobre todo, de la reactivación y profundización de reformas sociales que satisfagan las necesidades y refuercen las estructuras sociales creadas por el chavismo. La izquierda en Venezuela ya presenta fracturas, ahora se tendrá que resarcir los orificios para evitar la infiltración imperialista.

El complejo panorama latinoamericano está presente en naciones como Haití, que nuevamente convulsa reclama la salida del presidente Jovenel Moise, acusado de corrupción y repudiado por la represión que ha ejercido contra la protesta y por la continuidad de las condiciones extremas de vida, Haití condenada desde su independencia a una condición neocolonial por los Estados Unidos, no ha celebrado elecciones legislativas desde hace más de un año, la inconformidad crece y se agudiza, mientras la gran mayoría de los medios de comunicación guarda un silencio cómplice que de forma especial pesa sobre Haití.

La pandemia del Covid-19 dejó en claro algunos de los aspectos mencionados y muchos más, uno de ellos, es el hecho de que han sido los países socialistas o de orientación social los que han logrado hacer de mejor forma frente al nuevo coronavirus, Cuba se ha destacado nuevamente en este sentido, siendo que la planificación socialista posibilitó reducir los efectos de la pandemia aún con el bloqueo genocida y las agresiones imperialistas de los Estados Unidos, demostrando que la vigencia del proyecto socialista esta firme y que la lucha en favor de la humanidad continua en la isla caribeña, como muestra, el internacionalismo de los médicos cubanos que han contribuido al combate al Covid-19 en por lo menos 30 países del mundo. Aún con las agresiones y contradicciones propias de todo proceso, el socialismo muestra su fortalece ante la debilidad del capitalismo. No debe olvidarse que el 3 de noviembre también se efectuarán elecciones en los Estados Unidos, algo de suma relevancia para la región, aunque la continuidad o no de Donald Trump por el momento no significaría más que un cambio de forma dejando intacto el fondo, manteniéndose el carácter imperialista y la política de agresión e injerencia.

La gran crisis que la humanidad enfrenta implica para la sobrevivencia reformular de raíz los proyectos sociales y las políticas gubernamentales implementadas, sin reparo en reiterarlo, estamos como desde hace mucho, en la dicotomía de salvar a la humanidad superando al capitalismo con el establecimiento del socialismo en el mundo.