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Colombia se encuentra cerca de decidir si permite o si prohíbe el fracking. El fracturamiento hidráulico (o fracking, el anglicismo más popular) es una técnica de extracción de hidrocarburos, gas y petróleo en los llamados yacimientos no convencionales (YNC) y consiste en inyectar a alta presión enormes volúmenes de agua mezclada con arena y otros productos químicos que buscan generar vías de flujo para hidrocarburos en formaciones rocosas con baja permeabilidad primaria. La extracción de hidrocarburos que se encuentran en YNC, en contraste con la misma operación en yacimientos convencionales, implica mayores costos, más riesgos ambientales y en la salud pública y

más uso de energía y de materiales. Por eso, hay un debate mundial acerca de esa técnica, inscrita en las crecientes y múltiples presiones del cambio climático: estas presiones comprometen los ecosistemas y la supervivencia de distintas formas de vida sobre el planeta, incluida la humana y amenazan con fenómenos meteorológicos extremos con consecuencias catastróficas. La contribución del fracking al cambio climático y sus potenciales daños ambientales sobre la salud y otros derechos han sido razones suficientes para su prohibición y moratoria en varios países como en Francia, Bulgaria, Alemania con algunas limitaciones, en Irlanda, Escocia y Uruguay; y en algunos Estados federales y provincias como los Estados de Vermont, Nueva York y Maryland en los Estados Unidos; la provincia de New Brunswick en Canadá y la Provincia de Entre Ríos en Argentina. Esta técnica fue declarada en moratoria en el Estado de Paraná en Brasil, en el Estado de Victoria en Australia y en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha en España. 

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