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Resultado de imagen para Petición de perdón de miembros de la Iglesia Católica colombiana por la participación de nuestra Iglesia en la violencia que viene del pasado

Quienes suscribimos esta carta somos miembros de la Iglesia Católica en

Colombia, como integrantes de su laicado, clero y vida consagrada. La escribimos

impulsados por el proceso que nuestro país está viviendo desde hace un tiempo,

en el contexto de la búsqueda de una paz integral de difícil acceso, que ha puesto

en el centro de la memoria y de la reflexión nacionales muchas décadas de

 

violencia en que hemos experimentado demasiados horrores e injusticias, proceso

que invita también a todas las instituciones y colectividades a hacer un serio

examen de conciencia sobre sus responsabilidades en el desarrollo de esa violencia.

En este contexto queremos PEDIR PERDÓN, ​primero que todo a Dios​, cuyo

nombre y mensaje hemos deshonrado y manchado; luego a todas las víctimas de

esa violencia, así sea en muchos casos solo a su memoria puesto que ya fueron

eliminadas, y también al país que aún sufre las secuelas o prolongaciones de esa

violencia, sobre todo en sus capas sociales más excluidas, oprimidas y

victimizadas.

Nuestra Iglesia​ es Cristiana, Católica y Apostólica​:

Es Iglesia​, por ser comunidad de seguidoras y seguidores de Jesús, una familia de

gente que busca hacer la voluntad del Padre-Madre que está en el origen de

nuestro misterio.

Es cristiana porque su nombre, su razón de ser y su horizonte de sentido tienen su

origen en Jesús de Nazareth y en su mensaje consignado en el Evangelio, cuyos

valores centrales son la justicia, la verdad, el amor y la armonía de los seres

humanos entre sí y con la creación.

Es católica porque está abierta a todos los seres humanos con sus culturas e

identidades, sin discriminaciones ni fronteras.

Es apostólica porque a través de apóstoles ha predicado el Evangelio, se ha

organizado como comunidad de creyentes en todo el mundo y se ha

institucionalizado para cumplir su misión.

Cuando tantos registros de la memoria nacional y tantos que reposan torturantes

en nuestros propios recuerdos, nos remiten a escenas de poder destructor, de

prepotencia, de tortura, de exterminio de miles de millares de compatriotas con

métodos horrendos de crueldad, de sometimiento a formas opresoras de gobierno

y de dominación, de degradación de la dignidad de las multitudes y de

desconocimiento de los derechos humanos más elementales, conductas que

contaron con la participación, tolerancia o indiferencia de sectores de nuestra

Iglesia y sobre todo de miembros de nuestras jerarquías, volvemos la mirada al

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Evangelio y encontramos a un Jesús​, quien es el origen e inspiración primera de

nuestra fe, quien no concibe la autoridad como poder sino como servicio; quien

asume como imagen viva de Dios la de un Padre que ama a todos sus hijos sin

discriminaciones, que hace salir el sol sobre buenos y malos; que carga sobre sus

hombros la oveja descarriada; que busca, acoge y perdona a pecadores, a mujeres

prostituidas, a transgresores de las leyes y a los impuros marginados por las

autoridades del Templo. Desde su profunda relación y experiencia de Dios como

Padre, Jesús anunció que seguiría siempre presente en las víctimas, en los

marginados, en los empobrecidos y en los estigmatizados: “Todo lo que hagan o dejen

de hacer a mis hermanos más pequeños, a mí me lo hacen o dejan de hacer”, nos dice en el

Evangelio, y señala como signo de presencia activa de su mensaje en el mundo el

que “los cojos anden, los ciegos vean, los oprimidos sean liberados y las esclavitudes y las

prisiones injustas sean abolidas” (Mt. 11, 2-6: Lc. 4 18-21), signos que sólo pueden

percibir los humildes y los sencillos, ya que la psicología misma de los “sabios” y

los “entendidos” les impide mirar el empoderamiento de los desechados y

descubrir allí la presencia de la energía divina. Tampoco puso Jesús la felicidad

humana en la riqueza ni en el poder, que en nuestra sociedad son las mayores

fuentes de opresión, y deshumanización, sino en la solidaridad y en el servicio,

impulsores de un mundo fraterno donde rija como ley suprema el amor a los

demás, incluso a los enemigos.

Toda confrontación sincera de nuestra historia de violencias, de injusticias y de

discriminaciones, con el Evangelio, nos llena de vergüenza. No podemos, sin

embargo, ignorar el testimonio de tantos cristianos, laicos y clérigos, hombres y

mujeres, quienes dieron testimonio del Evangelio en nuestra convulsionada

historia, muchos de ellos pagando con su propia sangre el precio de su

compromiso evangelizador. Pero tampoco podemos olvidar que desde la

Conquista y la Colonia, la alianza entre la cruz y la espada marcó unas relaciones

deplorables entre los poderes opresores y la institucionalidad de nuestra Iglesia,

que ningún bien le hicieron a la causa del Evangelio. Los mutuos compromisos

sellados entre los poderes coloniales y republicanos y las jerarquías de nuestra

Iglesia, fueron sin duda un factor que llevó a nuestras jerarquías a silenciar

demasiados crímenes y a cargar con la complicidad histórica de esos horrores. Hoy

día, la misma catedral primada de Bogotá mantiene una capilla que honra los

despojos del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, haciendo caso omiso de

los millares de asesinatos y torturas de aborígenes que él perpetró para arrancarles

el oro que codiciaba, comportamiento que jamás lo podría acreditar como seguidor

de Jesús y menos para reclamar un puesto de honor a su memoria en un templo

cristiano. Aunque comprendemos que el contexto histórico mundial llevó a tales

aberraciones, un examen de conciencia sobre la violencia que nos ha absorbido

durante tanto tiempo no puede evadir esos eventos, densos en significados, que

nos fueron colocando institucionalmente en muchas complicidades históricas con

los victimarios.

Consciente de esta realidad de infidelidades de la Iglesia a la voluntad de Dios

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por prácticas contrarias a los valores del Evangelio, el Papa JUAN PABLO II​, con

ocasión del Jubileo del año dos mil, hizo un contundente llamado al

reconocimiento y a una demanda de PERDÓN a la humanidad, que resuena con

fuerza en este momento de nuestra realidad Colombiana en la que se anhela una

reconciliación. En efecto, en el mes de junio de 1994 Juan Pablo II presentó al

Consistorio de Cardenales un documento titulado “​Reflexiones sobre el Gran

​ Jubileo del Año Dos Mil”. Allí planteaba: “Mientras llega a su fin el segundo milenio

del cristianismo, la Iglesia debe hacerse consciente con renovada lucidez de todas las

infidelidades que sus fieles han demostrado, a lo largo de la historia, en contra de Cristo y

de su Evangelio. Una mirada atenta al segundo milenio puede quizás evidenciar otros

errores similares, e incluso culpas, en lo que mira al respeto de la justa autonomía de las

ciencias. ¿Cómo callar luego de tantas formas de violencia perpetradas aun en nombre de la

fe? Guerras de religión, tribunales de la Inquisición y otras formas de violación de los

derechos de las personas. (…) Es necesario que también la Iglesia, a la luz de todo lo que

dijo el Concilio Vaticano II, revise por iniciativa propia los aspectos oscuros de su historia

evaluándolos a la luz de los principios del Evangelio (…) Podría ser una gracia del próximo

Jubileo. Esto en ningún modo le hará daño al prestigio moral de la Iglesia, el cual más bien

se reforzará por el testimonio de lealtad y de valentía en el reconocimiento de los errores

cometidos por sus hombres y, en cierto sentido, en su nombre.”1

Asumiendo ese llamado del Papa Juan Pablo II, el PAPA FRANCISCO supo

reconocer en la encíclica Laudato Si: “Una mala comprensión de nuestros propios

principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza, o el dominio

despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia”, y él

mismo en nombre de los creyentes pronuncia su reconocimiento de

responsabilidad: “los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles

al tesoro de sabiduría que debemos custodiar. Muchas veces los límites culturales de

diversas épocas han condicionado esa conciencia del propio acervo ético y espiritual, pero es

precisamente el regreso a sus fuentes lo que permite a las religiones responder mejor a las

necesidades actuales” (Encíclica Laudato Si, 24 de mayo de 2015, No. 200).

Y en sus visitas a América Latina, como en la realizada a la Bolivia indígena, el

PAPA FRANCISCO supo reconocer con valiente contundencia​: “Les digo, con

pesar: se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América

en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el CELAM -El Consejo

Episcopal Latinoamericano- y también quiero decirlo. Al igual que San Juan Pablo II pido

que la Iglesia -y cito lo que dijo Él-, «se postre ante Dios e implore perdón por los pecados

pasados y presentes de sus hijos». Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue San

Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino

por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”

[Alocución en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 9 de julio de 2015]

1

 Accattoli, Luigi, “Quando il Papa chiede perdono”, Oscar Saggi Mondatori, Milano 1997, pg. 55 .

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Con el deseo, pues, de honrar la memoria de tantos cristianos anónimos que dieron

testimonio del Evangelio en medio de nuestras más atroces violencias e

impulsados por el ejemplo y la invitación de los últimos Papas, quienes han

reconocido con sinceridad la participación de la Iglesia en muchos procesos de

violencia y han pedido perdón por ello, también nosotros queremos hacer un

reconocimiento público de la participación de nuestra Iglesia colombiana, a través

de complicidades, silencios y actuaciones representativas, en el proceso de

violencia que ha destruido tantos miles de millares de vidas de compatriotas

nuestros y ha contemporizado con formas denigrantes de opresión y de injusticia

que han sumergido en la miseria y el sufrimiento a muchos millones de

colombianos.

Una mirada retrospectiva a nuestra vergonzosa historia de luchas fratricidas,

concentrándonos sobre todo en las que se desarrollan desde el siglo XIX y que se

prolongan hasta el presente, nos muestra que nuestra ​Iglesia tomó partido por

determinada ideología en contra de otras y que ha utilizado su autoridad moral,

sobre todo en algunos períodos, con un lenguaje prepotente y violento, para

estigmatizar a determinadas facciones políticas y sociales que eran blanco de

formas agudas de represión por parte de los poderes de turno, haciéndose

cómplice de esa represión y en no pocas ocasiones justificando explícitamente su

exterminio. En efecto, un conjunto de encíclicas promulgadas por los Papas, desde

Pío IX (1846) hasta Pío XII (1958), condenaron radicalmente el liberalismo, el

socialismo y el comunismo, mediante argumentos que la historia evidenció como

profundamente sesgados y poco racionales y con lenguajes y métodos ajenos y

contrarios a los del Evangelio. Lamentablemente las ideologías allí estigmatizadas

con ausencia de matices y de discernimientos prudenciales, servían entonces de

estímulo y soporte a los movimientos sociales y políticos que congregaban a las

capas más oprimidas del mundo, cuya represión y exterminio favorecía los

intereses de las élites más ricas y opresoras. Todo ese contexto llevó a nuestro

Catolicismo colombiano, liderado por nuestras jerarquías, a una alianza de largo

aliento con el Partido Conservador, protagonista de primer orden de esa violencia,

y con la ideología y las estrategias anti-comunistas que arraigaron con fuerza en el

Estado colombiano, incentivadas desde las grandes potencias occidentales, que son

las que más han inundado de sangre y de sufrimiento nuestro suelo patrio,

ensañándose contra todo movimiento popular que exige justicia, para lo cual el

simple rótulo de “comunista” la ha llevado a justificar todas las formas de barbarie

contra ellos. Este sesgo ideológico aún condiciona muchas posiciones de nuestro

clero y aún causa discriminaciones y sufrimientos injustos a sectores deprimidos

de nuestra sociedad. Por ello pedimos perdón a quienes han sufrido toda esa

estigmatización y exterminio apoyado en el satanizado rótulo de “comunista”, y

nos proponemos seguir trabajando por la erradicación en nuestra Iglesia de esas

secuelas ideológicas que tanto sufrimiento han producido.

En los períodos más intensos de nuestro conflicto social, el problema de las armas

letales, destructoras de la vida, ha sido un peso que ha puesto a prueba

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permanentemente la idoneidad de nuestra conciencia cristiana. Para unos,

incluyendo a obispos y sacerdotes, matar liberales, comunistas o guerrilleros, no

sólo no crea conflictos de conciencia sino que llegan a ser acciones meritorias. El

Obispo de Pasto Ezequiel Moreno, quien pidió que sobre su tumba se pusiera la

frase “el liberalismo es pecado”, invitó abiertamente a combatir con armas a los

liberales e incluso vendió vasos sagrados para comprar armas para los

conservadores. Su canonización ofendió profundamente la conciencia de muchas

capas de católicos en Colombia y en el mundo y nos lleva a pedir perdón, así sea

extemporáneo, a las víctimas históricas de esa violencia tan ilegítimamente

sacralizada. En general las jerarquías de nuestra Iglesia apoyaron las instituciones

armadas republicanas desde su inicio, a pesar de que por sus métodos de violencia

y por el sesgo perverso de los sectores y las causas que defendieron, incidieron de

manera decisiva en la estructuras de exclusión, elitismo e injusticia que se fueron

consolidando progresivamente. Desde los años 50 nuestras fuerzas armadas

asumieron los principios y directrices de la Guerra Fría enfocándose contra un

enemigo interno que coincidía con las capas oprimidas que buscaban justicia, y

desde los años 60 asumieron la estrategia paramilitar impuesta por los Estados

Unidos, la cual involucró a la población civil en la guerra, tanto como objetivo de

los ataques militares, cuando sus opciones éticas y políticas le inspiraban

posiciones anti-sistémicas, como en calidad de cantera de combatientes auxiliares

en las huestes paramilitares. La connivencia de nuestra Iglesia con una fuerza

armada comprometida en tan perversas estrategias, primero a través del Servicio

Religioso Castrense y luego a través de la Diócesis Castrense, no ha dejado de

producir un conflicto de conciencia profundo en muchos católicos colombianos,

que nos lleva a pedir perdón a las inmensas capas de colombianos victimizados

por una represión militar y paramilitar ​de tan larga trayectoria y de tan criminales

alcances, involucrada en los más horrendos crímenes de lesa humanidad. Nos

comprometemos a solicitar al Papa Francisco que ordene la supresión de la

Diócesis Castrense y que ordene a nuestra jerarquía tomar una distancia radical de

instituciones armadas y represivas que resultan involucradas de manera

sistemática en tantos horrores.

Habiendo permanecido Colombia tanto tiempo en guerra, nuestra Iglesia no

propició nunca entre sus feligreses discernimientos de fondo sobre su

involucramiento en la misma, dado lo difícil o imposible de las neutralidades. Una

larga tradición doctrinal acogió siempre en la Iglesia Católica la doctrina de la

​ Guerra Justa, asumida por teólogos, juristas y filósofos católicos desde muchos

siglos atrás, incluyendo a varios Padres de la Iglesia, quienes le señalaron límites

normativos de prudencia humana. Pero toda guerra involucra al menos a dos

facciones cuyos motivos, objetivos y métodos imponen discernimientos éticos.

Nuestra cruda realidad histórica evidencia que muchos católicos tomaron las

armas en uno u otro bando, unos para defender un orden institucional existente,

otros para atacarlo desde la convicción de que servía sólo a unas élites opresoras.

Entre los primeros permanece interpelante el testimonio del Obispo Ezequiel

Moreno Díaz, entre los segundos el del Padre Camilo Torres Restrepo. Tampoco es

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posible ocultar que nuestras jerarquías avalaron de tal modo la primera opción,

que impulsaron la canonización del Obispo Ezequiel Moreno, y que estigmatizaron

tanto la segunda, que han condenado y perseguido a quienes se involucran en las

guerrillas e incluso toman medidas represivas contra miembros del clero que

muestran comprensión y acompañamiento espiritual a los insurgentes. Algo

deshonesto sería de nuestra parte negar que nuestra Iglesia ha estado

comprometida a fondo en el conflicto armado y que el peso mayoritario de

nuestras jerarquías ha estado al lado de la acción armada del Estado y del

Establecimiento en la conducción de la guerra. Pero cuando nuestra conciencia

cristiana se enfrenta al discernimiento de los motivos, objetivos y métodos de la

guerra, no podemos eludir el gran conflicto de conciencia que nos invade, nos

angustia y nos arrastra a pedir perdón a nuestro pueblo por evadir tantas

responsabilidades en algo que ha destruido muchos centenares de millares de

vidas y la dignidad y los derechos fundamentales de las mayorías de nuestro

pueblo.

La falta de un discernimiento evangélico profundo frente a los conflictos vividos,

arrastró a nuestras jerarquías a ejercer un tipo de violencia moral que hoy,

retrospectivamente, consideramos totalmente contraria al Evangelio. Apoyados en

una teología que poco respetaba los discernimientos de conciencia de los creyentes

y daba primacía a una concepción objetivista y manipulada del pecado, algunos

Papas y Obispos condenaron radicalmente posiciones ideológicas de los creyentes

y las sancionaron con la privación de los bienes espirituales más preciados que la

Iglesia administra, como son los sacramentos, causando profundos traumas

morales. Así, el Decreto del Santo Oficio del 15 de julio de 1949, aprobado por el

Papa Pío XII, excomulgó a los católicos que adhirieran a algún partido o corriente

comunista o que colaboraran de alguna manera con ellos. La satanización de dicha

militancia se replicó en Colombia proyectándola en la ley penal, a través del

Decreto 434 de 1956 del Dictador Rojas Pinilla, donde impresiona el paralelismo

textual entre las colaboraciones pecaminosas con los comunistas (según el Vaticano) y

las colaboraciones delictivas con los comunistas (según la dictadura militar),

sometidas éstas a consejos verbales de guerra en la justicia penal militar

colombiana. Algo de igual naturaleza ocurrió en Sogamoso, Boyacá, el 5 de junio

de 1949, cuando la población fue sometida a la sanción canónica colectiva del

“Entredicho” por haber votado a favor del Partido Liberal, quedando los

católicos de esa ciudad privados de los sacramentos. Sanciones canónicas

similares, como la negación de los sacramentos o de la sepultura cristiana, fueron

impuestas por Obispos y Sacerdotes a numerosos liberales y comunistas como

formas de violencia moral que lesionaba y ofendía gravemente la conciencia de los

creyentes, heridas morales que han quedado en nuestra historia manchando el

rostro de la Iglesia de Jesús, por lo cual pedimos perdón a las víctimas y a quienes

arrastran todavía sus profundas secuelas.

Esa misma falta de discernimiento evangélico, agravada quizás por el temor a

desestabilizar alianzas de poder muy consolidadas entre la jerarquía católica y las

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estructuras de poder vigentes, llevó a mantener un silencio sistemático y

cómplice, como Iglesia​, frente a horrores perpetrados por los gobiernos

conservadores y liberales o frentenacionalistas contra capas enormes de víctimas

cuyo delito era el inconformismo con la injusticia. Así, desde la masacre de las

bananeras en 1928; pasando por los horrores de la violencia de los “chulavitas” y

los “pájaros”, despojadores de tierras a gran escala en beneficio de las élites, entre

los años 40s y 50s; por la masacre de Santa Bárbara en 1963; por los bombardeos de

Marquetalia y zonas calificadas malintencionadamente como “repúblicas

independientes” en 1964; por la masificación de la tortura propiciada por el

Estatuto de Seguridad de Turbay (1978- 82) que dejó más de 60.000 víctimas; por

las decenas de millares de desaparecidos a partir de los años 80; por los miles de

masacres perpetradas conjuntamente por militares y paramilitares entre 1985 y

2015; por el genocidio de la U.P. (1985 en adelante); por el exterminio de sindicatos,

organizaciones campesinas y estudiantiles y movimientos políticos de oposición en

los últimos 50 años; por el crimen horrendo de los “falsos positivos” en el cual se

involucraron todas las brigadas militares en los gobiernos de Uribe y Santos (2002-

2016) dejando millares de víctimas, crímenes todos horrendos y sistemáticos en los

que el silencio de la jerarquía católica, la cual mantenía excelentes relaciones con

los gobiernos y sus fuerzas armadas, sumó como “eventual oposición ética

neutralizada”, en favor de los victimarios. Si bien hubo voces proféticas de

clérigos y laicos​, hombres y mujeres, que denunciaron los horrores, pagando

muchos de ellos su coherencia con su vida, su integridad o su libertad, hay que

deplorar también que muchos de ellos y ellas sufrieron persecución por parte de

sus mismas jerarquías, destituyéndoles de sus cargos, cargándoles de sanciones

canónicas a petición de los mismos victimarios e incluso siendo delatados o

entregados a sus perseguidores por sus mismos pastores.

Pero no sólo el silencio y la omisión frente a estrategias sistemáticas criminales de

nuestras instituciones, que siempre han posado de legítimas y legales a pesar de

contradecir y violar principios universales de dignidad humana, nos llevan hoy a

pedir perdón a la enorme multitud de sus víctimas por haber callado cuando no

teníamos derecho a callar como Iglesia de Jesús. Para vergüenza nuestra, también

miembros de nuestro clero se involucraron en acciones y procesos contra la vida

y la dignidad humana. Hubo sacerdotes que aceptaron colaborar en la instrucción

militar de niños y niñas con miras a su participación en estructuras militares y

paramilitares; hubo también sacerdotes que hicieron parte de grupos abiertamente

criminales, como el grupo paramilitar de “Los Doce Apóstoles”, liderado por el

hermano de un Presidente de la República. Hubo obispos y sacerdotes que

llegaron a acuerdos con líderes paramilitares en varias regiones del país,

recibiéndoles sus tierras para quitarles el estigma narco-paramilitar e incluso

limpiando superficialmente su imagen declarándolos “constructores de paz”,

como en el caso del líder paramilitar Víctor Carranza. ​Confiamos en que la visión

de las ruinas humanas que ha ido dejando este conflicto les haga recapacitar y

que el sufrimiento de sus víctimas transforme la conciencia de todos los

miembros de nuestra Iglesia para que esto nunca se vuelva a repetir.

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Nuestra mirada retrospectiva y penitencial hacia tantas décadas de violencia que

han dejado secuelas tan profundas en nuestro pueblo, no puede menos que

interpelar nuestras conciencias por lo que hay allí de traición al Evangelio de Jesús.

No podemos echar de menos, sin embargo, los testimonios heroicos de obispos,

sacerdotes, religiosas y laicos que actuaron en conciencia y pagaron como precio la

persecución, la tortura y la muerte por denunciar y actuar contra formas de

injusticia y de represión criminales.

Al pedirle perdón a Dios ​por haber deshonrado su nombre y su proyecto divino

en nuestra concreta historia de violencia, imploramos su fuerza y su coraje,

manifestado en la humanidad de Jesús, para vencer el temor y los halagos del

poder, poniendo por encima de todo los ideales evangélicos de la verdad, la

transparencia, la solidaridad, la justicia y el amor eficaz a los oprimidos y a las

víctimas.

A las víctimas de nuestras complicidades y silencios les pedimos humildemente

perdón a la vez que las invitamos a ayudarnos a transformar nuestras

comunidades eclesiales con el testimonio de su resistencia y con la denuncia de sus

sufrimientos proyectada hacia una sociedad que condene los horrores de nuestro

pasado y sobre ese reconocimiento se encamine a la construcción de estructuras

elementales de justicia y dignidad humana.

Invitamos a la Conferencia Episcopal de nuestra Iglesia a realizar un acto

simbólico de carácter nacional en que se pida perdón, en presencia de

representantes de movimientos políticos liberales y comunistas, por lo que la

Iglesia contribuyó a la persecución, estigmatización y exterminio de muchos de sus

militantes en el pasado y anuncie sus propósitos y estrategias que conduzcan a

borrar los estigmas y a prometer respeto por las opciones ideológicas y políticas

que no sean las suyas.

También invitamos a la Conferencia Episcopal a que solicite a todas las

parroquias ​del país leer un texto de petición de perdón, en uno de los domingos de

Cuaresma de 2017, por la participación de la Iglesia en la violencia de las décadas

pasadas.

Invitamos a la Arquidiócesis de Bogotá a sacar del recinto de la Catedral Primada

los restos mortales del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada y entregarlos a

la Alcaldía de Bogotá para que les asigne un espacio ajeno al culto cristiano.

Nos comprometemos, finalmente, a solicitar de modo fraterno y respetuoso a Su

Santidad el Papa Francisco​, el cierre, en Colombia, de la Diócesis Castrense, que se

ha encargado desde su origen del cuidado pastoral y de la administración de

sacramentos a las fuerzas militares de Colombia. Este momento del país en que se

cierra un capítulo de la guerra, puede ser el propicio para clausurar esta misión y

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para solicitar a los miembros católicos de la fuerzas militares que se integren a las

demás comunidades locales, sin que tengan una jurisdicción eclesial especial que

les atienda, dado que las alianzas institucionales limitan y coartan la libertad

evangélica, sobre todo en aspectos tan neurálgicos como la actividad militar,

esencialmente violenta y ligada al exterminio de vidas humanas y a la represión de

actividades humanas frecuentemente ligadas a la búsqueda legítima de justicia.

Con sincero dolor pero también con la esperanza de que en nuestra Iglesia obre en

este momento de gracia la fuerza evangélica de la “metanoia” o conversión

profunda, pedimos PERDÓN a Dios y a nuestras víctimas​, no sin compartir el

anhelo de un futuro más humano y, para nosotros, más cristiano.

Fraternalmente, en solidaridad con el pedido de perdón de los colombianos,

Firme la carta aquí NOMBRE Y APELLIDO PROFESIÓN 1 ABILIO PEÑA BUENDÍA Teólogo 2 ADELA DINDIEVE 3 ADIELA LÓPEZ YACAMAL Trabajadora independiente 4 ADRIÁN AQUILES LOPERA PORRAS Sacerdote 5 ADRIANA ARBOLEDA Abogada 6 ALBERTO CAMARGO Sacerdote 7 ALBERTO ECHEVERRI GUZMÁN Sacerdote 8 ALBERTO FRANCO GIRALDO Sacerdote 9 ALEJANDRA PABÓN AGUIRRE Obrera 10 ALEXANDER PAVILLAS R. 10 11 ALFONSO PRIETO GUZMÁN Sacerdote 12 ALFONSO TORRES Docente 13 ALICIA ELENA DE LA TORRE URÁN Médico 14 ALIRIO JOSE CALVACHE Trabajador independiente 15 ALTA GRACIA ZAPATA GARCÍA Hogar 16 ALVARO BUENDÍA CONSUEGRA Restaurador de Patrimonio Cultural y Docente 17 ALVARO ENRIQUE PRIETO Profesional 18 ÁLVARO JAVIER MACHADO TORRES. Estudiante de Derecho Unisabaneta 19 ÁLVARO STIVEL TOLOZA BLANCO Sacerdote. 20 AMBALAVA VELEZ CORDOBA 21 AMPARO MOSQUERA Ama de casa 22 ANA DOLORES GÓMEZ ROMERO Docente 23 ANA FELICIA ROLDAN Trabajadora Doméstica 24 ANA MARIA ALBA Docente 25 ANA MARIA RIZO Comunicadora Social 26 ANA ROSA GUERRERO Ama de casa 27 ANA ROSA ROYERO FUENTES Ama de Casa 11 28 ANA RUTH PEÑA B. Religiosa 29 ANA VIRGINIA FERNÁNDEZ Pensionada 30 ANDREA FIGUEROA ESTRELLA Socióloga 31 ANDRES LOPEZ VARGAS Abogado 32 ANGELA CARREÑO BUENO Religiosa 33 ANGELA SOTO 34 ANTONIO MARTINEZ 35 ANTONIO TRUJILLO ZEMANATE Docente 36 ARTURO FERNÀNDEZ 37 AURA RODRIGUEZ, Economista 38 AURORA RAMÍREZ SOLER Agente de Pastoral 39 AURORA YACAMAL DE LÓPEZ Hogar 40 AYDA JULIETA QUIÑONES TORRES Docente 41 BEATRIZ BLANCO DE NARVÁEZ Ama de Casa 42 BEATRIZ JARAMILLO JARAMILLO Secretaria 43 BEATRIZ MERA MONTILLA Politóloga 44 BEATRIZ NARVÁEZ BLANCO Docente pensionada. 45 BENJAMIN PELAYO Sacerdote 12 46 BLANCA CECILIA SANTANA CORTES Teóloga 47 CAMILA VARGAS GÓMEZ Estudiante Universitario 48 CAMILO JIMENEZ Docente 49 CANDIDA DOMICÒ 50 CARLOMAN MOLINA ECHEVERRI Sacerdote 51 CARLOS A. MONGUI U. 52 CARLOS E. ROMAN H. Teólogo 53 CARLOS ENRIQUE ANGARITA Teólogo 54 CARLOS LIMA Artista 55 CARMEN ALICIA AMAYA RODRIGUEZ Administradora de empresas 56 CÁRMEN ARCINIEGAS MONTILLA Psicóloga 57 CARMEN CECILIA ALFARO Educadora 58 CARMEN CECILIA MONTILLA ZAPATA Hogar 59 CARMEN DEL SOCORRO PALECHOR M. Docente 60 CAROLINA PARDO JARAMILLO Religiosa 61 CAROLINA RAMOS 62 CECILIA CELIS CORTÉS Agente de Pastoral 63 CECILIA NARANJO B. Religiosa 13 64 CIRO LÓPEZ MACAMAL Trabajador independiente 65 CLARA INES ORDOÑEZ Religiosa 66 CLARA ISABEL NIÑO CÒRDOBA 67 CLAUDIA PATRICIA ORTIZ DÍAZ Docente Sector Público 68 CLEMENCIA DEL PILAR RONDON MONTAÑEZ Docente 69 CONSTANZA GUZMÁN R. Docente. 70 CORA SAKIUZ IWORK 71 CRISTIAN DAVID MERA BURBANO Trabajador independiente 72 CRISTIAN JAVIER CARMONA ISAZA Estudiante de Derecho 73 DAISY MARÍA DÍAZ DE ORTIZ Ama de casa 74 DANIEL VELAZCO MONTILLA Estudiante universitario 75 DANIELA MERA FAJARDO Docente 76 DARIO MARTINEZ. Teólogo 77 DAVID ANTONIO GAITÁN BRICEÑO Sociólogo 78 DAVID MARTINEZ OSORIO Investigador social 79 DENNIS QUIRAMA Trabajadora Doméstica 80 DIANA MORA G. Socióloga 14 81 DIANA PAOLA HERNÁNDEZ Historiadora 82 DIEGO BOLVINO CHAVEZ 83 DIEGO F. OJEDA 84 DIEGO TRUJILLO ASTUDILLO Trabajador independiente 85 DIVA PINTO MARTINEZ 86 DORA HURTADO 87 EDGAR IVAN SEGURA S. Canta autor 88 EDGAR LOPEZ Teólogo 89 EDILIA MARÍN Secretaria Parroquial 90 EDUARD ORLANDO VELAZCO MANTILLA Estudiante universitario 91 EDUARDO MARIN 92 EDUARDO MENDOZA PÉREZ Agente de Pastoral 93 EDWIN MOSQUERA RIASCOS Defensor de DDHH 94 ELIA MORALES Enfermera 95 ELIAS JOYA Sacerdote 96 ELIZABETH CAICEDO DEL CORRAL Docente 97 ELIZABETH CÓRDOBA CASA Secretaria 98 ELIZABETH GOMEZ Defensora de Derechos Humanos. 15 99 ELIZABETH MONTILLA PALECHOR Hogar 100 ELKIN A. SARRIA Comunicador 101 ELVIA VALLEJO Teóloga 102 EMIRO SÁNCHEZ CABALLERO Docente 103 EMMA CAROLINA MONTILLA MÉNDEZ Ama de casa 104 EMMA MELISSA MERA MONTILLA Obrera 105 ENRIQUE CHIMONJA COY Defensor de DDHH 106 ENRIQUE HOPPNER FUENTES Taxista 107 ERMELINA MANCILLA DIAZ 108 ERMINSU IVÁN DAVID PABÓN Ingeniero agrónomo 109 ESMERALDA URRUTIA GUERRERO Ama de casa 110 ESNEDA MERA DE SOTELO Hogar 111 ESPERANZA RAMIREZ 112 ESTELA URRUTIA GUERRERO Docente 113 EVELIO MOSQUERA LÓPEZ Pensionado 114 FABIAN ZUÑIGA Religioso 115 FANNY RUBIELA MERA MONTILLA Enfermera 16 116 FELIPE GONZÁLEZ 117 FERNANDO QUINTERO Agente de pastoral 118 FRANCISCO ANTONIO RODRÍGUEZ MONTES Sacerdote 119 FRANCISCO RAMIREZ CUELLAR Abogado y sindicalista 120 FREDY CHATE 121 FULVIO ALBERTO MERA MONTILLA Trabajador independiente 122 GABRIEL DIAZ Sacerdote 123 GEMA PEÑA B. Defensora de derechos humanos. 124 GENNY MARÍA GÓMEZ MEDINA Coordinadora Laboratorio Clínico 125 GERMÁN ORTIZ DÍAZ Religioso 126 GLADYS BURBANO ALVARADO Hogar 127 GLADYS MARÍA CÓRDOBA MOSQUERA Comerciante 128 GLADYS MOVILLA BLANCO Ama de Casa 129 GLORIA BEATRIZ GÓMEZ MARÍN Docente 130 GLORIA ESTHER MARTÍN CIFUENTES Docente 131 GLORIA INÉS GAMBOA FAJARDO Docente 132 GLORIA LOMBANA 17 133 GLORIA MARÍA ALVIS RODRÍGUEZ Docente 134 GONZALO MARÍA DE LA TORRE GUERRERO Sacerdote 135 GUILLERMO ALEJANDRO SALAMANCA MORENO Religioso 136 GUILLERMO LEÓN CORREA Sacerdote 137 GUSTAVO PEREZ RAMÍREZ Politólogo 138 HAROLD HOPPNER Religioso 139 HEDER ARMANDO CALVACHE HOYOS Obrero 140 HELBERTH AUGUSTO CHOACHI GONZALEZ Docente 141 HENRY RAMIREZ SOLER Sacerdote 142 HERMANN RODRIGUEZ OSORIO Sacerdote 143 HERMES FRANCO 144 HERNÁNDO GÓMEZ SERRANO Psicólogo social 145 HERNANDO MONÁ ORTIZ Sacerdote 146 HILDA LOPEZ Campesina 147 HILDA LÓPEZ YACUMAL Hogar 148 HILDA QUIROGA DE QUIROGA Campesina 149 HUGO VARGAS Trabajador Independiente 150 IBAN DANIEL BEDOYA 18 151 IBAN JIMENEZ 152 IBEN DANIEL DIAZ CASTAÑEDA 153 INÉS MARÍA CARBOL 154 INES NARANJO BOTERO Docente 155 INÉS QUICENO TRUJILLO Religiosa 156 IRENE URRUTIA Hogar 157 ISABEL CORPAS DE POSADA. Teóloga 158 IVAN DANIEL DIAZ 159 JAIME GALVIS 160 JAIRO BURBANO ALVARADO Trabajador independiente 161 JAIRO O. MERA MONTILLA Obrero 162 JAKELINE SIERRA SOTO Agente de Pastoral 163 JANET ÁVILA GUTIÉRREZ Estudiante de Derecho 164 JANETH HERNÁNDEZ S. Defensora de derechos humanos 165 JAQUELINE VALENCIA QUINTERO Docente 166 JAVIER A. MERA MONTILLA Docente 167 JAVIER BRICEÑO Visitador Médico 168 JAVIER DE JESÚS PULGARÍN TORO Sacerdote 169 JAVIER GIRALDO MORENO Sacerdote 19 170 JENNIFER NARVÁEZ TINOCO Administradora 171 JEOVANY MINOTTA CÓRDOBA Comerciante 172 JESÚS ALFONSO FLOREZ LÓPEZ Teólogo y Antropólogo 173 JESÚS ANDRÉS MONTILLA ZAPATA Trabajador independiente 174 JESÚS DELGADO CORDOBA 175 JHON ALEXANDER CASTRO Estudiante Universitario 176 JHON FREDY MAYOR TAMAYO Docente 177 JHON JAIRO BETANCUR Defensor de Derechos Humanos. 178 JOAKIN MAYORGA FONSECA Sacerdote 179 JOHN CAMILO MOLINA 180 JOHN CARLOS CAMPO R. 181 JOHN FREDDY CAICEDO ÁLVAREZ Docente 182 JOHN WILL ANGULO 183 JORGE ADELMO CAMPO Religioso 184 JORGE EMIRO MONTILLA P. Trabajador independiente 185 JORGE TAFUR 186 JORGE TORO U. Teólogo 187 JOSE ABIMAEL MORENO 20 188 JOSÉ ALBERTO RINCÓN TRUJILLO Docente. 189 JOSE ARTURO MORA HERNANDEZ Agente de pastoral 190 JOSÉ DE JESÚS ATEHORTÚA Docente 191 JOSÉ ESTANISLAO MINOTTA CÓRDOBA Trabajador independiente 192 JOSÉ GARCÍA Defensor de DDHH 193 JOSÉ GREGORIO TRUJILLO BURGOS Fonoaudióloga 194 JOSE M. FLOREZ 195 JOSÉ MARÍA LÓPEZ Obrero 196 JOSÉ NAPOLEÓN MERA MONTILLA Obrero 197 JOSE OMAR VITORIA 198 JOSEFINA FUENTES MARTÍNEZ Docente 199 JOSEFINA PEÑA B. Contadora 200 JUAN ALBERTO CASAS Teólogo 201 JUAN ANTONIO GUERRERO ORQUERA 202 JUAN BAUTISTA FLÓREZ PALACIOS Sacerdote 203 JUAN BAUTISTA MONTILLA MÉNDEZ Obrero 204 JUAN CARLOS MINOTTA CÓRDOBA Médico 21 205 JUAN CARLOS MONTILLA ZAPATA Trabajador independiente 206 JUAN CARLOS TORO VÉLEZ 207 JUAN DAVID MERA MARTÍNEZ Estudiante Universitario 208 JUAN DAVID MONTERO Psicólogo 209 JUAN DAVID OSPINA 210 JUAN DAVID VELAZCO MONTILLA Estudiante 211 JUAN ESTEBAN RENJIFO SALAZAR Sociólogo 212 JUANA MACHADO TORRES Ama de casa 213 JULIA OSORIO LÓPEZ Comerciante. 214 JULIAN ANDRÉS MERA BURBANO Trabajador independiente 215 JULIÁN ECHEVERRI PÉREZ Religioso 216 JUNNIER PIEDRAHITA MOSQUERA Contador Público 217 JUSTA VICTORIA SÁNCHEZ CABALLERO Agente de Pastoral 218 KA WAI CHOI URBANO Psicólogo 219 LAURA MARCELA CALVACHE MERA Estudiante Universitaria 220 LAURA PEÑA HERNÁNDEZ Estudiante de Comunicación Social 221 LEILA ROSA BETANCUR DIAZ Teóloga 22 222 LEONARDO EFRÉN GAITÁN BRICEÑO Trabajador independiente 223 LEONOR ARAUJO Teóloga 224 LESLIE RAMÓN BALENTINE GUIHURT Administrador de empresas 225 LIBARDO PERDOMO CEBALLOS Docente. 226 LIBIA MARÍA PRIETO Ama de casa 227 LILIA SOLANO Politóloga 228 LILIANA LÓPEZ MOVILLA Enfermera Superior 229 LILIANA PARRA 230 LILIANA PINZÓN Ama de casa 231 LILIANA ZAPATA Defensora DDHH 232 LINA MARÍA GAITÁN MATEUS Estudiante de Sociología 233 LISSY FALLON Religiosa 234 LOBERLIN PALACIOS PALOMEQUE Secretaria 235 LORENA BRAVO JOJOI 236 LOURDES MESA RODRÍGUEZ Abogada 237 LUCIO GONZALEZ 238 LUCIO RODRIGUEZ Docente 239 LUIS ALBERTO VIVANCO SOTELO Sacerdote 240 LUIS ARMANDO VALENCIA Sacerdote 23 241 LUIS CARLOS BERNAL Teólogo 242 LUIS CARLOS DURAN ORTEGON 243 LUIS EDUARDO BARRAZA MOVILLA Contratista 244 LUIS EDUARDO BARRAZA PINZÓN Estudiante de Derecho, Universidad del Atlántico 245 LUIS FELIPE MURILLO Religioso 246 LUIS FERNANDO BERMEO 247 LUIS FRANCISCO GONZALEZ C. 248 LUIS GUILLERMO AGUDELO Religioso 249 LUIS JAVIER PALACIO PALACIO Sacerdote. 250 LUIS ORLANDO LOPEZ R. 251 LUIS V. BERMUDEZ 252 LUZ ALBA SANTOYO Defensora de derechos humanos. 253 LUZ ÁNGELA ARCINIEGAS MÉNDEZ Trabajadora independiente 254 LUZ ANGELICA PALECHOR Hogar 255 LUZ BERNARDA MERA MONTILLA Hogar 256 LUZ EMILIA LLANO UPEGU Administradora de empresas 257 LUZ FANNY ESCOBAR HERNÁNDEZ Docente 24 258 LUZ MARINA CRISTANCHO 259 LUZVI INFANTE Docente 260 LYDA BURBANO ALVARADO Hogar 261 MANUEL DAVID GÓMEZ ERAZO Docente 262 MARCELA SANCHEZ CORREA 263 MARCO TULIO SALCEDO 264 MARÍA BURGOS SÁNCHEZ Ama de casa 265 MARÌA CASTRILLON 266 MARIA DEL SOCORRO VIVAS. Teóloga 267 MARIA ELENA ARTEAGA RAMOS Trabajadora Social 268 MARIA ELVIRA NARANJO B. Docente 269 MARÍA ENCARNACIÓN MÉRA M. Docente 270 MARÍA EUGENIA MOSQUERA RIASCOS Defensora de Derechos Humanos 271 MARIA FERNANDA BARRERA PARRA Teóloga 272 MARIA IDALY URRUTIA Docente 273 MARÍA INÉS MONTILLA ZAPATA Trabajadora independiente 25 274 MARÍA IRENE BONILLA GOMEZ Agente de Pastoral 275 MARÍA JOSÉ BARRAZA PINZÓN Ama de casa 276 MARÍA MERCEDES MERA MONTILLA Hogar 277 MARÍA MYRIAM RIASCOS HOYOS Ama de casa 278 MARIA PAULA MUÑOZ 279 MARIA RUBIELA MOSQUERA Ama de casa 280 MARIA SCHLESINGER Docente 281 MARÍA YASNEY PALACIOS MENDOZA Docente 282 MARIELA BARRETO NIETO Religiosa 283 MARIELA BELTRAN Religiosa 284 MARIO CASTRO Chef. 285 MARIO GUEVARA Sociólogo 286 MARISOL ZAPATA 287 MARLENY MONTILLA MÉNDEZ Enfermera 288 MARTA LUCÍA CALDERÓN MANRIQUE Docente 289 MARTHA ANGULO BURGOS Ama de casa 290 MARTHA JANIN Docente 26 291 MARTHA LUCÍA MANTILLA PALECHOR Docente 292 MARY BETTY RODRIGUEZ MORENO. Teóloga 293 MARY SÁNCHEZ CABALLERO Ama de Casa 294 MELISA ORTIZ DÍAZ Comerciante 295 MELVY YOHANA SUAREZ TARAZONA Religiosa 296 MERCEDES MOVILLA BLANCO Pensionada 297 MERY RIASCOS Ama de casa 298 MIGUEL ANGEL CALDERON Sacerdote 299 MIGUEL ESTUPIÑAN Teólogo 300 MILDRED NARVÁEZ BLANCO Comerciante independiente 301 MILDREY JOHANA QUIROS R. 302 MONICA ANDREA ROJAS Comunicadora Social 303 NANCY BURBANO ALVARADO Hogar 304 NATALIA ISABEL MERA MARTÍNEZ Estudiante Universitaria 305 NATALIA VALENCIA C. 306 NEFFER STELLA MARTÍNEZ Enfermera 307 NEFTALLY ARCINIEGAS Obrero 27 308 NESTOR CAMILO GARZON FONSECA Docente 309 NIDIA CRISTINA SUÁREZ LÓPEZ Agente de Pastoral 310 NIDIA JUDITH MONTILLA PALECHOR Docente 311 NOHEMY PEÑA B. Docente. 312 NORA ELENA LONDOÑO FERNÁNDEZ Ingeniera Agrónoma 313 NORA ESTRADA Agente de Pastoral 314 NORBEY TAPIERO Religioso 315 NUBIA ACOSTA Defensora de Derechos Humanos 316 NUBIA INÉS CASTAÑEDA BUSTAMANTE Docente 317 NUBIA JANETH NIÑO GONZALEZ Docente 318 OLGA CONSUELO VELEZ. Teóloga 319 OLGA FUENTES MARTÍNEZ Psicóloga 320 OLGA LUCIA ALVAREZ Teóloga 321 OMAR FERNANDEZ Comunicador Social 322 ORFILIA MUÑOZ Teóloga 323 ORLANDO CASTRO 324 ORLANDO JARAMILLO GAVIRIA Docente 325 ORLANDO MERA MONTILLA Obrero 28 326 ORLANDO SALAZAR RAMÍREZ Ingeniero Ambiental 327 OSCAR EDUARDO OCAMPO GIL Trabajador Social 328 OSCAR NARVÁEZ MEDINA Locutor 329 OSCAR QUIROGA Q. Docente 330 OSCAR QUIROGA QUIROGA Docente 331 OSCAR ROBLEDO QUINTERO Médico 332 OSMAN RODRIGO DIAZ B. 333 OTONIEL MONTILLA MÉNDEZ Trabajador independiente 334 PABLO ANTONIO TELLEZ DURAN 335 PABLO EMILIO BAHAMÓN MONTERO Docente 336 PABLO SALAZAR GIRALDO Sacerdote 337 PAOLA MILENA ROCHA MOVILLA Jefe de Vigilancia 338 PAOLA MONTILLA PRIETO Profesional 339 PAOLA PABÓN AGUIRRE Trabajadora independiente 340 PATRICIA PABÓN AGUIRRE Docente 341 PATRICIA DIAZ Artista 342 PATRICIA NARVÁEZ BLANCO Ama de casa 29 343 PEDRO ANTONIO CAMARGO 344 PEDRO CÉSAR NARVÁEZ BLANCO Taxista 345 PEDRO NEL QUINTERO LONDOÑO Sacerdote 346 PEDRO PABLO ZAMORA Sacerdote 347 PIEDAD MARCELA MENA MONTILLA Profesional 348 PILAR CUMBA ZABALETA Religiosa 349 PILAR FAJARDO BENAVIDES Hogar 350 ROCIO BERNARDA JIMENEZ Auxiliar Administración 351 ROCÍO ERAZO Comunicadora Social 352 ROGER ANGULO BURGO Docente 353 ROSA ELENA MONTILLA BOJORGE Hogar 354 ROSA GRACIELA MARTEL Religiosa 355 ROSA GUEVARA QUINTERO Psicóloga terapeuta 356 ROSA ROLDÁN Trabajadora Doméstica 357 ROSAURA LUCUMÍ VALENCIA Enfermera 358 RUBEN FELIPE MERA MONTILLA Docente 359 RUBIELA MONCADA Docente 30 360 RUTH NELSY QUIROGA QUIROGA Hogar 361 SAMIRA MARÚN MEZA Administradora 362 SANDRA LILIANA CAICEDO TERÁN Socióloga 363 SANDRA MAZO Defensora de de derechos de la mujer 364 SANDRA MILENA PERDOMO MENDEZ Docente. 365 SANTIAGO CASTRO MONCADA Estudiante Universitario. 366 SANTIAGO MERA Antropólogo 367 SARA PEÑA HERNÁNDEZ Psicóloga 368 SEBASTIÁN BETANCOURT Auxiliar Contable 369 SELMA TRUJILLO 370 SERGIO RIPPE MEJÍA Docente 371 SILVIA ARISTIZABAL LÓPEZ Misionera Teresita 372 SIMON FERIA 373 SOCORRO AGREDO TRUJILLO Docente 374 SOFIA TORO ISAZA 375 SOL ÁNGEL BARRAZA MOVILLA Psicóloga 376 SONIA BRAVO DE MONTILLA Trabajadora independiente 31 377 SONIA EDITH BONILLA Docente 378 SULMAN DEL PILAR HINCAPIÉ Socióloga 379 TARCISIO H. GAITÁN B. Sacerdote 380 TERESA VILLABONA Religiosa 381 TERESA CASAS ROBLEDO Defensora derechos de la mujer 382 TULIA SEMANATE DE TRUJILLO Ama de casa 383 VICENTE IVAN CRUZ JEREZ Docente. 384 VICENTE LOPEZ Campesino 385 VÍCTOR MANUEL FONTALVO Sacerdote 386 VIRGILIO BUENO RUBIO Docente 387 VIRGINIA HENAO Docente 388 VIVIANA MARTUZ E. Defensora de Derechos Humanos. 389 VIVIANA QUIROGA QUIROGA Campesina 390 VLADIMIR QUIROGA QUIROGA Campesino 391 WALTER EDUARDO OSSA Sacerdote 392 WALTER ENRIQUE PINEDA HERRERA Sacerdote 393 WILLIAM ARCINIEGAS MONTILLA Arquitecto 394 WILLIAM MONTES ARÉVALO Estilista 32 395 XIOMARA LUCÍA MERA BURBANO Profesional 396 YADID TINOCO Ama de casa 397 YADIRA LUZ ANGULO BURGOS Arquitecta 398 YESID OLIVEROS Taxista 399 YHOBANY OSWALDO PARRA SUAREZ Sacerdote 400 YOLIMA CAMACHO NOMBRE Y APELLIDO PROFESIÓN PAÍS 1 ADALBERTO DA SILVA DE JESÚS Agente de pastoral Brasil 2 ADELAIDE BARACCO Teóloga España 3 ALIX JEAN Religioso Haiti 4 AMPARO ALVARADO Teóloga Perú 5 ANDRÉS REDONDO NOVILLO Psicólogo España 6 ANNA EVELYN VASQUEZ Religiosa México 33 7 BEGOÑA PLAGARO Religiosa España 8 CESAR AUGUSTO ESPINOZA MUÑOZ Religioso Costa Rica 9 CHARITY RYERSON Lawyer United States of America 10 CIRA LEON Docente Venezuela 11 CLAUDIA HUIRCAN Agente de pastoral Chile 12 CRISTIAN CASTRO HIDALGO Estudiante de teológía Costa Rica 13 DEMUEL TAVARES ROSA Sacerdote Puerto Rico 14 EDUARDO DE LA SERNA Teólogo Argentina 15 ELIZABETH DELIGIO Justice Coordinator United States of America 16 EMILIA MARGARITA MARTINEZ Venezuela 17 EMILIA SENA Agente de pastoral Chile 18 ERNESTO MEJÍA MEJÍA Sacerdote México 19 FELIX LAMA Misionero claretaniano Panamá 20 FERNANDA VACA Docente Venezuela 21 FERNANDO GUZMÁN Promotor de desarrollo Argentina 22 FRANCISCO LAZO Agente de pastoral Chile 34 23 FRANCISCO SOBRADO CALDERÓN Docente Costa Rica 24 FRANCO TORRES Agente de pastoral Argentina 25 GLORIA CANAVAN Misionera España 26 INES MA. LANDRÓN BOU. Docente Venezuela 27 ISABEL GARCIA LOYGORI Venezuela 28 ISMAEL MONTERO TOYOS Sacerdote España 29 JACQUELIN JIMENEZ Docente Venezuela 30 JAVIER MONTÓN Agente de pastoral Chile 31 JOSÉ VIDAL PEREZ Sacerdote Costa Rica 32 JUAN JOSÉ TAMAYO Teólogo España 33 KATHLEEN DESAUTELS Sister of Providence United States of America 34 LOURDES ALCALA Docente 35 LUISINA MARIEL CRESPO Agente de pastoral Argentina 36 Ma. ELENA GARMENDIA Religiosa España 37 MA. LUISA NAVARRO G. Docente Venezuela 38 MAGNA YLLANES Enfermera Costa Rica 35 39 MARGOT BREMMER Téologa Paraguay 40 MARIA ANTONIA AMAU Docente España 41 MARIA MERCEDES GARCIA Docente España y Venezuela 42 MARÍA VICTORIA TORRES Docente España 43 MARÍA VIDAL DE HAYMES, PH.D. Académica, Loyola University Chicago EEUU 44 MARILYN LORENZ Teóloga EEUU 45 MATILDE DELGADO Docente España y Venezuela 46 MAYRA IVON MELÉNDEZ Agente de pastoral Puerto Rico 47 NATALIA DIAZ Documentalista España 48 NELLY ARROBO RODAS Defensora derechos de los pueblos Ecuador 49 NIDIA ARROBO RODAS Economista Ecuador 50 NOHEMI RODRIGUEZ Docente Cuba 51 PATRICIO DEL SALTO Lider espiritual Ecuador 52 PILAR SÁNCHEZ GONZALEZ Psicóloga España 53 RONALDO MAZULA Sacerdote Brasil 36 54 SABAS C. GARCÍA GONZALEZ Religioso México 55 SALVADOR ROFES Agente de pastoral Perú 56 SIMON CRABB Abogado Escocia 57 SIOBHAN O'DONOGHUE Académico EEUU 58 STEPHEN HAYMES, Ph.D. Académico, DePaul University Chicago EEUU 59 T HIAGO VALENTIN PINTO ANDRADE Teólogo Brasil 60 VANUBIA MARTINS Agente de pastoral Brasil 61 VILMA LEITÓN Agente de pastoral Costa Rica 62 YOLANDA LINAZA Religiosa Venezuela 63 YUSLAY DIAZ Docente Venezuela