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Estados Unidos: Joe Biden califica la evacuación de Afganistán de  “extraordinario éxito” | Internacional | EL PAÍS

Se despidieron de la forma más canalla e intentando crear el mayor clima cinematográfico posible, tratando de ser el centro de atención y siempre bajo el discurso de que el mundo necesita de sus servicios armados. Así salió Estados Unidos de Afganistán, no sin antes matar de forma cobarde a 7 niños entre ellos uno de dos años.

Lo más grave es que EEUU mata y no hay derecho internacional que sirva para ejercer justicia. Siguen siendo los matones del barrio y su salida de Afganistán no significa un cambio dentro de lo fundamental en su política imperialista, la historia nos indica que se trata, tal vez, de un cambio de estrategia, entendiendo que en la élite del poder estadounidense hay diferencias en cuanto a la hoja de ruta a seguir para seguir imponiendo la dominación.

Nos parece notable destacar que el giro de timón que realiza la Casa Blanca le complace en cierto modo a la Unión Europea (UE) y que Gran Bretaña está bastante comprometida con las instrucciones que da el Pentágono. Se trata de mostrarse como policías buenos, mientras que los intereses que representa, por ejemplo Donald Trump, son los del policía malo. A fin de cuentas se trata de continuar el absurdo de pretender que EEUU tiene que cumplir el rol de dueño del mundo y hay diferencias sobre cómo hacerlo y parecerlo.

Esa demencial carrera que libran los grupos de poder en Estados Unidos, obviamente tiene severos y dramáticos “daños colaterales” para el resto de la humanidad y para el propio pueblo estadounidense.

¿Derrotados?

Es evidente, como ya mencionábamos en un trabajo anterior divulgado por acá por el Correo del Orinoco, que las cifras evidencian el fracaso de la Casa Blanca en intentar demostrar su capacidad para la resolución de problemas, problemas donde no le incumbe intervenir, valga subrayar. Se van de Afganistán dejando un país en absoluto colapso y dirigido por sus antiguos aliados, que aparentemente no lo son tanto. Un complejo rompecabezas geopolítico que derrama inestablidad en una región cercana por ejemplo a Rusia, China y por qué no mencionar también a India y a Pakistán.

Los estadounidenses combatían presuntamente a terroristas que podían desolar con atentado cualquier ciudad del mundo, lo cierto es que desde el Pentágono ni siquiera fueron capaces de aparentar que controlaban la expansión de la producción de opio y opioides, que de forma documentada y demostrada si desola diariamente a la población de EEUU y de las principales ciudades europeas.

Por ejemplo, en 2020 la cifra de muertes por sobredosis alcanzó una cifra récord en la historia de Estados Unidos. Fueron 93 mil las personas que murieron en la nación norteamericana en dichas circunstancias de abuso de drogas, principalmente debido a un opioide, la heroína. Un aumento de 29,4% respecto al año 2019. La estadística no fue divulgada por ninguna revista de izquierda o por la prensa amarilla, son datos divulgados por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de Estados Unidos.

Entones, la producción de opio alcanzó cifras históricas en Afganistán al tiempo que se iba incrementando la cifra de personas muertas por sobredosis. Es una tragedia social. ¿Podían evitar atentados pero no la producción de opio? O era parte de su negocio, o es parte de su negocio y con ello sectores de las élites se enriquecían más y más, mientras la guerra y ocupación de Afganistán era costeada por los ciudadanos estadounidenses a través de los impuestos y de una deuda que los “hipoteca” hasta el 2050.

Entonces se trata de una derrota económica para el pueblo estadounidense. También política a lo interno porque desmoraliza a un pueblo que sigue enviando a sus hijos a pelear guerras en otras tierras que nada tiene que ver con ellos. No es casual que las encuestas indiquen que la popularidad de Biden se fue en “caída libre” en el contexto de la crisis afgana. El 55% de los estadounidenses desaprueba la gestión de Biden, según sondeo divulgado por USA Today. No es poca cosa en un país absolutamente polarizado políticamente.

Es una derrota también porque los títeres que EEUU había impuesto como Gobierno en Afganistán huyeron sin oponer mayor resistencia y a pesar de que aún no se conocen plenamente los detalles, lo del aeropuerto de Kabul y la crisis y los aviones parece más bien una puesta en escena que forma parte del libreto de Washington. Lo cierto es que no les salió muy bien tampoco en cuánto a la opinión pública internacional y las imágenes de personas cayendo de los aviones en despegue no resultaron muy propias de la “civilización”, quizás por ello, con algunas excepciones como la de España, la Unión Europea pasó “agachada” tratando de aparentar que no estaba muy vinculada con el desastre, a pesar de su notoria “amabilidad” con Joe Biden y las críticas que no disimulaban respecto a Trump.

¿Qué harán?

Obviamente no podemos predecir en concreto cual será la hoja de ruta que seguirá la administración Biden y los intereses que representa. No debemos olvidar que no se trata de un gobierno sino de élites que tienen un interlocutor en la Casa Blanca.

Sin embargo, algunos estudiosos como el francés Thierry Meyssan, han planteado algunas hipótesis con datos concretos sobre qué se puede esperar con lo que simboliza Biden en Washington.

En un trabajo divulgado en la Red Voltaire, titulado “¿Derrota en Afganistán para crear ‎problemas a Rusia y China?‎”, Meyssan dibuja el posible escenario que podría haber planteado EEUU con la crisis en Afganistán.

Meyssan se refiere que para los medios y los analistas “estamos ante la misma incomprensión que surgió cuando la Comisión Baker-Hamilton llevó a la ‎retirada estadounidense de Irak, con el secretario de Defensa de entonces –Donald Rumsfeld– ‎asumiendo sin vacilar el mismo papel de vencido. Aquella incomprensión volvió a expresarse hace ‎sólo 3 meses, a raíz del fallecimiento de Rumsfeld”. ‎

El francés recuerda que “sólo días antes de los atentados del 11 de septiembre ‎de 2001, las fuerzas terrestres de Estados Unidos (US Army) publicaron un artículo del coronel ‎Ralph Peters donde se aseguraba que Estados Unidos no tenía que ganar guerras sino orquestar ‎situaciones de inestabilidad en ciertas regiones del mundo y sobre todo en el “Medio Oriente ‎ampliado” o “Gran Medio Oriente”.

Como evidencia de que el plan real es el de generar caos al paso de tropas y mercenarios de EEUU, Myessan resalta que “la guerra en Afganistán –que supuestamente iba a durar ‎sólo hasta la huida de Osama bin Laden– se prolongó 20 años; que la guerra en Irak –prevista ‎sólo hasta la caída del presidente Sadam Huseín– ya ha durado 17 años; que la guerra en Libia –‎que debía durar sólo hasta que se derrocara al guía Muamar el Gadafi– ya viene durando ‎‎10 años; y que la guerra en Siria –anunciada hasta el derrocamiento del presidente Bashar al-Ásad– también dura ya 10 años”. ‎

Nosotros podemos agregar un ejemplo más local sobre la materia. Colombia había ganado una vía hacia la paz con la firma de los acuerdos entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las ya extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Cinco años han pasado desde la histórica firma y Colombia está muy lejos de haber escapado de la violencia.

La cifra de desplazados continúa en aumento, los derechos políticos y sociales de la población arrinconados tras el asesinato masivo e impune de líderes sociales y las mafias han ganado terreno hasta hacer un país que prácticamente se maneja como un Estado paralelo fuera de las grandes sociales (que tampoco han escapado de la violencia de mafias y de Estado, por cierto).

EEUU jamás tuvo un papel significativo en el proceso de paz colombiano y es evidente su desinterés por apoyar una verdadera pacificación del país. A Washington le conviene a Colombia con un gobierno forajido al frente que desestabilice la región y especialmente a Venezuela y a Ecuador, si a un Ecuador que se le pueda escapar de las manos.

Otro ejemplo local es el de Honduras, donde las apariencias son una cosa y la realidad es otra. Desde el derrocamiento de Manuel Zelaya, con participación estadounidense, Honduras se ha convertido en una continua dictadura solapada, un paraíso para el narcotráfico y un factor de desestabilización en la región. Desde EEUU critican y meten preso al hermano del presidente hondureño por tráfico, que los factores que sostienen a ese gobierno dependen sin ningún pudor de las órdenes de Washington.

Volvemos entonces a las tesis de Meyssan quien acentúa que “la guerra sin fin proclamada por el presidente George W. Bush no tiene como objetivo ‎ ‘luchar contra el terrorismo’ sino utilizar el terrorismo para desestabilizar toda una región ‎geográfica”. Agrega que se trata de una estrategia diseñada por el almirante estadounidense Arthur Cebrowski.

«La caída de Kabul responde al objetivo central de esa estrategia… a condición de que ‎los talibanes no logren establecer un régimen estable, y sin aliados no podrán hacerlo”, precisa Meyssan y continúa, “la huida de los colaboradores que se encargaban de las tareas de ‘contrainsurgencia’ ‎por cuenta de las fuerzas ocupantes –si esos colaboradores logran hacerse pasar por pacíficos ‎traductores– permitirá extender el terrorismo en los países que los reciban. Es exactamente ‎lo que está denunciando el presidente ruso Vladimir Putin”. ‎

¿El espectáculo de los “refugiados”?, alguien puede creer que EEUU y Europa tratan de salvar al pueblo afgano acogiéndolos en sus países. Pues no, se supone que si están preocupados por los derechos humanos de la gente ante la política de atraso social que significan los talibanes, tendrían que desocupar el país completo y llevarse a millones. Absurdo ¿cierto? Por eso es tan ridículo que por ejemplo, el Gobierno de España pretenda hacer propaganda de sus “grandes esfuerzos humanitarias” para evacuar Afganistán… ¿se van a llevar un país completo en aviones, mientras que dejan a la deriva en manos de la muerte y los traficantes de personas a quienes intentan llegar como migrantes al viejo continente? Jamás.

Bueno salimos de la indignación sobre la hipocresía de Europa y volvemos a Meyssan, “el enorme arsenal de guerra que Estados Unidos había entregado al ejército ‎afgano, y que ahora pasa a manos de los nuevos dueños de Kabul, pone a los talibanes ‎en condiciones de atacar a sus vecinos”.

“Último elemento, pero no menos importante. Algunos comentaristas estiman que Washington ‎abandonó Afganistán para crear problemas a Rusia y a China. Ese no es el objetivo de la ‎estrategia Rumsfeld-Cebrowski‎‎. Según la visión de Cebrowski, ‎no hay que combatir a esas dos grandes potencias sino, al contrario, convertirlas en “clientes”, destaca el francés.

“Washington ya ‎no espera construir Arcos del Triunfo en conmemoración de gloriosas victorias, más bien acepta ‎que su presidente, Joe Biden, sea proclamado perdedor en Afganistán. Su objetivo es dominar ‎el mundo desde la sombra y obtener el máximo de capitales”, así presenta Mayssan la situación.

T/ Chevige González Marcó