Aviso

 

Debo reconocer que cuando escucho frases como las siguientes: “Debemos analizar qué nos paso como país para poder entender a lo que hemos llegado como sociedad después de casi 50 años” o “cuando se ataca a carabineros de Chile se ataca al corazón de la patria” etc. etc., me generan  molestia, me cansan y me cabrean,  por decir lo menos. Acá lo que ocurrió, sin derecho a cuestionamientos, es que una clase dominante llena de privilegios, tanto en lo económico como también en su acceso a las fuerzas militares, policiales y coludidas con la CIA (EEUU), avasalló un 11 de septiembre de 1973 a todo un pueblo que comenzaba durante la década de los 60 y 70 a empoderarse y a asumir su rol como individuo, en un periodo en que buscó mayor participación del pueblo obrero y campesino en los procesos productivos. Durante la Unidad Popular (UP), los modos de producción se sostenían sobre una base material que hasta nuestros días ampara una estructura de desigualdad  y cuya superestructura detenta todos los marcos jurídicos, legales y administrativos que permiten explotar y usufructuar del trabajo y el tiempo de un individuo (trabajador=esclavo), facilitando hasta nuestros días la explotación y aprovechamiento de aquellos más ricos, bien situados y acomodados por sobre los más vulnerables.

Rebobinemos. ¿Qué nos paso? Ya que tanto nos gusta hacer esa preguntita: pasó que durante el periodo del gobierno del presidente Salvador Allende, el trabajador comenzó a profundizar en la toma de conciencia de su condición de explotado y esto no podía ser aceptado ni permitido por las clases dominantes, lo que no quiere decir que ocurra igual en estos días, en este territorio denominado Chile. Así que por favor, no me vengan con esas frasesitas, eufemismos y análisis academicista burdos y baratos, haciéndose preguntas sobre un periodo de la historia de Chile, cotejándolo con sucesos de la política actual chilena, que por lo demás, no llega ni a los talones en lo referente a la claridad política de los trabajadores y militantes revolucionarios de esa época (quizás necesitemos un volver al futuro, pero no el hollywoodense). Estos análisis que surgen hoy desde la academia, solo expresan mediocridad… o ¿intención?, además de mucho, mucho temor construido desde el poder y sus instituciones añejas, induciendo a la unilateralidad del examen de los hechos, desde una clase intelectual joven, acomodada en las actuales instituciones y partidos, lejos de lo experimentado durante los tres años de la UP y que por lo demás, al aceptar los actuales marcos jurídicos y legales para gobernar, incluido el show de la constituyente, al parecer atada a las normas constitucionales de Pinochet y Guzmán, se hacen cómplices de estas formas, convirtiéndose así en obstaculizadores de los reales anhelos de cambio revolucionario (ah…y no me refiero a alcanzar los fracasados socialismos reales ni las famosas revoluciones “triunfantes”). Las nuevas y antiguas caras de la política, han acomodado su lenguaje a una superestructura que les place, pues representa lo único que conocen y validan, ignorando la posibilidad de ir más allá de lo establecido por el sistema, y por tanto, afianzan aún más el modelo de desigualdad, para así continuar nadando y flotando muy cómodos, dentro del acuario patriarcal-capitalista, obstruyendo la posibilidad de generar o levantar desde el mundo de los  sometidos o esclavizados, alternativas auténticas de un nuevo modo de producción, que sea comunitario y social, buscando desarrollar, además, un  nuevo modo de relaciones sociales, que permita hablar de la verdadera liberación de los individuos o “trabajadores”, de esa lógica mercantil y consumista del modo de producción  patriarcal y capitalista, que es en definitiva lo que se desea destruir ¿No?

Academicista, políticos, conductores de programas etc., etc.; conscientes o inconscientemente, pregonan desde lo único que conocen o aceptan: este modo de vivir, este modo de producir, este modo de relacionarse laboral y socialmente y cuya base material, estructural y superestructural afianza y fortalece aún más el modo de producción capitalista, con toda su larga historia de inequidad para llegar “a lo que hemos llegado hoy” ¿Está claro o no?  Sino referirse  al materialismo dialéctico, a la lucha de clases y a la economía política marxista (comunismo científico), eso sí, innovando su lectura y estudio, para poder lograr entender “por qué hemos llegado a lo que hemos llegado, después de casi 50 años”.

Es necesario que se hable refrescando el lenguaje y la teoría en esta materia de los modos de vida y de producción. Es fundamental por los territorios y el planeta, que se discuta, se desempolve y se ponga en praxis por lo menos en Chile, un proceso donde los medios de producción y la producción sean sociales, de lo común, de la comunalización de la sociedad, dirigiendo esta idea hacia una nueva forma de vivir, donde lo común y los territorios sean los que sostengan su existencia en un modo de producción que no solo favorezca a una ínfima parte de privilegiados, como ha ocurrido hasta nuestros días, sino que sirva y proteja a la población con sus ecosistemas de subsistencia, destruidos por la lógica extractivista y mercantil de un modo de producción que busca mantenerse y evolucionar dialécticamente, con el apoyo de una clase oligarca, plutócrata e intelectual, apegada a las antiguas instituciones académicas y de administración (superestructuras).

Durante los últimos siglos el concepto “trabajo” ha sido utilizado por la clase dominante, para hacer creer al humilde y sometido, que por medio de este él se dignifica, ocultando así su real  objetivo; que es esclavizar y someter al individuo para así desarrollar y perfeccionar, desde su dialéctica capitalista, un modo de productividad que se ha extendido por todo el mundo occidental y asiático, apropiándose del tiempo y la vida de seres humanos, arrebatándoles así su derecho a ser libres de verdad, para “Crear y Hacer” en lo común, comunalizando, siendo esto el verdadero comunismo, alejado de la dialéctica capitalista en la que caen todos aquellos que alguna vez defendieron la revolución y que hoy derivan nada más y nada menos que en lógicas mercantiles.

Debemos revolucionar el lenguaje en esta materia y empezar a hablar del “Hacer”, “Crear”,  y poco a poco dejar la expresión “trabajo abstracto” en el olvido, pues así como existió la “esclavitud”, existe el  “trabajo”, y hoy como individuos que buscamos la libertad, debemos expresar y recalcar que es en el “Hacer para la comunidad”, donde se alcanzara la verdadera liberación de los sometidos. Aquí debemos hacer hincapié en aquellos que creen que con el modo de producción capitalista mercantil se podría transitar del socialismo al comunismo. Ahí está el ejemplo de los socialismos reales fracasados y las revoluciones “triunfantes”, que hoy administran capitalismos de Estado, sometiendo bajo esos regímenes a sus trabajadores.

Esta sobre nuestras mesas la decepción de los socialismos reales, sin embargo el investigador del materialismo dialéctico, no superó la dialéctica capitalista, pues supuso que con el modo de producción capitalista mercantil, se podría transitar desde el Socialismo al Comunismo, insisto, lo cual es un error. Ahora bien, esta propuesta metodológica se supera con la misma teoría marxista, refrescándola, reestudiándola con una mirada realmente liberadora del pueblo, de los individuos o sujetos productivos de la comunidad, inmersa hoy en nuevas relaciones sociales y de producción/tecnológica.

La lucha de clases actualmente, es un conflicto entre la idea emergente de un modo de producción diferente, enfrentado al dominante; donde la teoría del trabajo concreto, el hacer para lo común y el trabajo abstracto, debe ser profundizada, sacada a flote,  y a su vez debe ser comprendida por este nuevo sujeto «productivo», que es diferente al de la revolución industrial  y que por medio de la aplicación del materialismo dialéctico, irá creando las condiciones  suficientes que permitan ir destruyendo el modo de producción mercantil, por uno que vaya comunalizando las relaciones, con un hacer comunista, que no fortalezca el materialismo histórico dominante, como lo han hecho los socialismos reales.

Por lo tanto, a no engañarse, pero tampoco a no paralizarse frente a esta realidad. Mientras los de abajo, el humilde y sencillo continúen creando, haciendo para lo común, para su territorio comunalizado, alejado de las lógicas mercantiles de un sistema que pretende perpetuarse bajo el modelo y la dialéctica capitalista y patriarcal, existirá la real esperanza de alcanzar el verdadero comunismo, la comunalización de la sociedad, que liberará realmente a la humanidad.