El presidente de Argentina, Alberto Fernández, asumirá este miércoles la presidencia pro tempore del Mercado Común del Sur (Mercosur) durante seis meses, un periodo en el que impulsará la incorporación definitiva de Bolivia y la conmemoración del 30 aniversario del nacimiento de un bloque regional que ha estado marcado por vaivenes ideológicos de los gobiernos de cada uno de los países miembros.
Fernández es el único presidente progresista de un grupo que se completa con los conservadores Jair Bolsonaro (Brasil); Mario Abdo Benítez (Paraguay) y Luis Lacalle Pou (Uruguay), con quienes el mandatario argentino comenzó a buscar acercamientos en las últimas semanas con el fin de limar asperezas para evitar mayores conflictos durante el primer semestre de 2021.
Los cuatro jefes de Estado se reunirán de manera virtual después de las sesiones que el martes mantuvieron sus respectivos cancilleres también de forma remota.
Con miras a su liderazgo provisorio, el mes pasado Fernández viajó a Uruguay para entrevistarse con Lacalle Pou y luego realizó una videoconferencia con Bolsonaro. Fue la primera vez, después de casi un año de gobierno, que dialogó con sus colegas. En el caso del uruguayo, las diferencias ideológicas no han marcado tanto la relación bilateral. Pero con el brasileño, mundialmente conocido por sus exabruptos, todo había sido tensión hasta ese encuentro.
Desde el año pasado, Bolsonaro hizo campaña en contra de Fernández, y estando ya ambos en los gobiernos de los dos países más grandes del Mercosur, continuó con sus descalificaciones personales y diferencias políticas, en especial en el caso de Bolivia, ya que mientras el gobierno argentino auxiliaba al depuesto expresidente Evo Morales, el brasileño respaldaba la dictadura de Jeanine Áñez.
Pero la diplomacia y los intereses bilaterales se impusieron y finalmente ambos jefes de Estado se comprometieron a dejar atrás las diferencias y a establecer una agenda de intereses comunes.
Bolivia y Venezuela
Fernández llega a la presidencia pro témpore del Mercosur con la intención de concluir la postergada incorporación de Bolivia como miembro con derechos plenos, un proceso que comenzó en 2013 y que sigue pendiente debido a que debía ser ratificado por los congresos de los cuatro países que integran el bloque. Solo falta el aval del parlamento brasileño.
A ello se sumó la inestabilidad política que padeció Bolivia durante un año, luego de que Morales sufriera un golpe de Estado, lo que derivó en la autoproclamación de la ultraderechista Áñez como presidenta. La crisis institucional y la pandemia impidieron que el ingreso de Bolivia al Mercosur fuera un tema prioritario.
Ahora, en cambio, Fernández promoverá que por fin concluya este trámite porque ello le garantizaría un aliado en el bloque: el presidente izquierdista Luis Arce, quien ganó las elecciones del pasado 18 de octubre. Así, Argentina y Bolivia representarían al progresismo frente al conservadurismo de Brasil, Paraguay y Uruguay.
En lo que el presidente argentino no ha dado señales es en el caso de Venezuela, país que ya era miembro con derechos plenos pero que fue suspendido en 2017, cuando Macri encabezó una embestida contra el gobierno de Nicolás Maduro.
A pesar de las críticas de su propio partido, Fernández se ha negado a respaldar abiertamente al mandatario venezolano, aunque tampoco se suma a la permanente condena del resto de los gobiernos de derecha de la región y sigue apostando por una salida política a la crisis que padece el país caribeño, pero sin ningún tipo de intervencionismo extranjero. Por ejemplo, la semana pasada se negó a sumarse al coro de voces opositoras al chavismo que, a nivel internacional, denostaron los resultados de las elecciones parlamentarias.
Unión Europea y fiesta
En junio del año pasado, el excanciller Jorge Faurie lloró en un publicitado video en el que le anunciaba a Macri que, por fin, se sellaba el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur que había demorado décadas.
Aunque el pasado gobierno argentino lo presentó como un proceso concluido con éxito, la verdad es que en Europa todavía faltaban avales institucionales que nunca llegaron.
Uno de los principales motivos del fracaso de la negociación fue Bolsonaro, quien no se inmutó en burlarse del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y de su esposa Brigitte Macron. Fue una de sus tantas desafortunadas reacciones a las críticas del mandatario europeo por el manejo del gobierno brasileño a los incendios en la Amazonia.
Francia intensificó entonces su rechazo al acuerdo con el Mercosur, principalmente por la resistencia de Brasil a acatar compromisos en materia ambiental. Con el mismo argumento, el Parlamento Europeo advirtió a principios de octubre que no ratificaría la alianza con el bloque sudamericano.
Así, la negociación volvió a quedar estancada, por lo que Fernández intentará reimpulsarla debido a los beneficios que el pacto comercial entre ambos lados del Atlántico podría tener en la región en plena recuperación económica post-pandemia, como lo ha reconocido el canciller argentino, Felipe Solá.
Sería la mejor manera de celebrar los 30 años que el Mercosur cumplirá el próximo 26 de marzo, fecha en la que el presidente argentino seguirá ejerciendo el liderazgo de un bloque comercial que abarca a una población de casi 300 millones de personas y al que cada tanto dan por muerto, pero que, sin embargo, se sobrepone y revive más allá de las diferencias de los gobiernos de turno.