Con la llegada de Mauricio Macri al poder en Argentina y el golpe parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff en Brasil, Estados Unidos ha reimpulsado su agenda contra los gobiernos socialistas y progresistas en la región para instaurar gobiernos de derecha y de corte neoliberal.
El 3 de noviembre se conmemoran los 113 años de la separación de Panamá de Colombia, hecho que contó con la intervención de Estados Unidos bajo la excusa de apoyar la causa independentista se instaló en la nación latinoamericana.
A fines del siglo XIX, Estados Unidos iniciaba su proceso de expansión en el Caribe, desplazando de allí a sus otros rivales: España e Inglaterra. A la primera le arrebató Cuba y Puerto Rico con la guerra de 1898; con la segunda firmó el Tratado Hay-Pauncefote en 1901, por el cual se reconocía la preminencia norteamericana en la posible construcción del canal de Panamá.
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La política de EE.UU. hacia Latinoamérica se baso en la famosa Doctrina Monroe de 1823 que declaraba que América Latina se considera "esfera de influencia" para Estados Unidos. Haciendo uso de este principio desde Washington se impulsaron invasiones y golpes de estado en toda la región.
La razones del intervencionismo estadounidense
Para explicar la política injerencista de Estados Unidos hacia Latinoamérica se debe partir de cinco argumentos comenzando por el llamado Destino Manifiesto el cual reza que “Estados Unidos es la nación elegida por Dios para proteger al mundo”.
El siguiente argumento fue la lucha contra la piratería en las islas del Caribe, lo que llevo a Estados Unidos a llevar presencia militar a la zona de las antillas.
Durante el siglo XIX, Estados Unidos uso el pretexto de la defensa de los bienes y de los ciudadanos estadounidenses para continuar con su agenda injerencista, con esta práctica Washington intento controlar los medios de producción y comercio de las naciones de Centroamérica principalmente.
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La siguiente excusa utilizada por Estados Unidos fue la "lucha contra el comunismo", con ese argumento se puso en práctica la Operación Cóndor y se dio un mayor impulso al envió de militares a las naciones latinoamericanas.
Después se procedió a la lucha contra el tráfico de drogas para continuar con la presencia militar principalmente en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, donde Estados Unidos cumplía el falso papel de colaborador en la guerra contra el narcotráfico.
Intervencionismo en Latinoamérica
Para consolidar su agenda e influir en las relaciones con Latinoamérica, Washington se ha valido de los acuerdos comerciales, sus embajadas, la presencia militar y el robo de territorio.
A través de sus embajadas Estados Unidos golpes de estados como en Guatemala contra Jacobo Arbenz (1954) o Chile para derrocar a Salvador Allende (1973). Asimismo hizo uso de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en ingles) para organizar acciones militares y mantener a gobiernos de derecha como en Argentina, Uruguay, Chile y Brasil durante los años 70 y 80 del siglo pasado.
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Estados Unidos ha usado los tratados de libre comercio para instaurar su política económica por medio de esta vía Washington impulsaba un intercambio comercial con las naciones pero les prohibía y restringía la relación comercial entre ellas.
La presencia militar de Estados Unidos en la región ha servido para amenazar a las naciones latinoamericanas más que para colaborar en razones de seguridad y adiestramiento argumento usado por Washington para promover la instalación de bases militares en Latinoamérica.
Hasta el mes de marzo de 2015, EE.UU. mantenía 50 bases militares conocidas. Solo en Panamá, existen 12 bases militares estadounidenses; en Perú el gobierno autorizó el ingreso de unos 3 mil 500 marines con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Lucha contra la integración latinoamericana
A partir de la década de 1990 América latina comenzó a cuestionar las relaciones y la hegemonía de EE.UU. a partir de la Revolución bolivariana de Venezuela, la revolución ciudadana en Ecuador, el Estado multicultural de Bolivia se han unido a Cuba para formar una sólida Alianza que pueda enfrentar a Washington: el ALBA.
Este núcleo de países han encontrado gobiernos amigos en Nicaragua, Argentina, Uruguay y Brasil que han constituido un bloque histórico que logra frenar las ambiciones desmedidas de despojo económico de EE.UU. en la región.
A pesar de los avances logrados por las naciones latinoamericanas en cuanto a la integración regional, Estados Unidos ha organizado planes para atentar contra la nueva realidad de la región, tras la victoria de Mauricio Macri en Argentina ( 2015) y el golpe parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff en Brasil, EE.UU. ha reimpulsado su política injerencista en América Latina.
La visita del presidente de Estados Unidos a Argentina es una muestra del nuevo intento de Washington por atentar contra la integración latinoamericana y los gobiernos progresistas ( Venezuela, Ecuador y Bolivia).
Estos gobiernos han denunciado la intervención y la puesta en marcha de un nuevo Plan Cóndor con el objetivo de imponer gobiernos de derecha y de corte neoliberal para destrozar los logros sociales alcanzados en la región.
El Gobierno venezolano ha denunciado en reiteradas oportunidades la injerencia de Estados Unidos en los planes contra el Estado y el mandatario Nicolás Maduro, así como la campaña internacional mediática y económica que ha sido organizada y manejada desde Washington.