La OTAN reconoce el fracaso de su misión militar, que empezó hace 20 años en Afganistán, y anuncia el inicio del retiro gradual de sus tropas de este país.
En un comunicado emitido el miércoles, los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) admitieron que “no hay una solución militar” a los desafíos que enfrenta Afganistán y por ello determinaron el 1 de mayo para comenzar el retorno a casa de las tropas desplegadas en el territorio afgano, proceso que durará varios meses.
“A la luz de la decisión estadunidense de retirarse, los ministros de Exteriores y Defensa de la OTAN debatieron el modo de avanzar y decidieron que empezaremos la retirada de las fuerzas de la misión de la OTAN”, declaró el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg.
Los comentarios de Stoltenberg se produjeron poco después en la misma jornada que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, presentara su plan para retirar a las tropas estadounidenses de Afganistán y poner fin a la guerra más larga de la historia de Estados Unidos, antes del 11 de septiembre, el vigésimo
aniversario de los ataques a las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono, con que justificó EE.UU., a la cabeza de la OTAN, la invasión a Afganistán.
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Stoltenberg dijo que, en los casi 20 años de la presencia de tropas foráneas en Afganistán, “hemos pagado un alto precio, tanto en sangre como en gasto” y admitió que hay “muchos problemas en Afganistán”, y que los grupos terroristas no han desaparecido, pese a mantener en la actualidad 9592 efectivos, de los cuales Estados Unidos aporta 2500 (según sus propios informes, pero se estima que la cifra sea mayor). El resto se distribuye entre miembros de la Alianza y socios de la organización.
El pasado 29 de febrero de 2020, el grupo armado Talibán y la anterior Administración estadounidense, presidida por Donald Trump, llegaron a un acuerdo basado en que todas las tropas norteamericanas retirasen el próximo 1 de mayo del país centroasiático. Los talibanes, por su parte, amenazaron el pasado 28 de febrero a EE.UU. con una guerra “jamás vista” si Washington no pondría fin a su militarismo en Afganistán en el debido tiempo.
De hecho, transcurridas casi dos décadas del inicio de la invasión de Afganistán, la inseguridad sigue campando a sus anchas en dicho país y ha coadyuvado a la expansión de grupos terroristas como Daesh.
Además de no haber acabado con la violencia, las mismas fuerzas de la OTAN, en particular las de Estados Unidos, están bajo la lupa de una investigación internacional por los masivos crímenes de guerra, asesinatos de civiles, destrucciones y daños a las infraestructuras que han causado en Afganistán.
Los expertos aseguran que los despliegues militares de EE.UU. en diferentes puntos del planeta, mayormente en zonas ricas en recursos naturales, responden a la imperiosa necesidad de expoliar las riquezas, como ha ocurrido en Afganistán.