Aviso

 

El pueblo colombiano no merece recibir el trato de colonia que le confiere Estados Unidos y cuyos máximos responsables son los actuales gobernantes Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque Márquez, quienes han subordinado su política a las órdenes de Washington y lo más preocupante es que el pueblo colombiano resulta víctima y asiste con sufrimientos e impunidad a esa política neocolonial que impone Estados Unidos y la repugnante indignidad de sus más altos dignatarios en tiempos de Pandemia.

Colombia, hoy 1 de junio, está cerca de los 30,000 contagiados por el virus Covid-19, también cercano a los 1000 fallecidos y cerca 800 niños de 0 a 9 años, contagiados con dicho mortal virus. Estos son los datos oficiales del Ministerio de Salud colombiano. Los que no se cuentan aquí, son otras cifras de los que no tiene asistencia médica, los afectados por las leyes que el senador Álvaro Uribe en la década del 90 los despojó de la seguridad social con la ley 100.

 

Todo comenzó como algo ajeno, como algo que siendo de otros no nos puede tocar. La noticia se mezclaba con los chismes del día o con la cotidiana violencia a la que nos acostumbramos. Por eso no fue difícil la indiferencia, esa sensación que nos dice que algo está pasando pero que alguien más lo tendrá que arreglar. Después supimos que la enfermedad había llegado a Europa y comenzaba a azolar sus centros cosmopolitas. De nada valió el cierre de las ciudades o la prohibición de viajar: la aldea global se convirtió a la postre en el mejor caldo de cultivo para la muerte que vendría y también para el miedo. A continuación contemplamos los féretros embalados en camiones militares, las fosas interminables de Nueva York y los cadáveres pudriéndose en las calles de Guayaquil . A veinte años de comenzar este siglo la covid-19 se enseñoreaba como el primer fenómeno global desde el fin de la Guerra Fría: una infección sin control, una peste, una pandemia.

 

“Escribo en el olvido en cada fuego de la noche cada rostro de ti”. Juan Gelman

Por allá por los años 1988 o 1989 se realizó  en la ciudad de Bogotá uno de esos encuentros rutinarios  que los  militares del patio trasero de los Estados Unidos acostumbran  hacer para celebrarse, condecorarse y festejar lo que consideran sus hazañas en “la lucha contrainsurgente” y muy en particular contra “el comunismo internacional”. Causa que los hermanaba como el lazo de sangre más profundo. (¡Sin ningún propósito he dicho sangre,  tremenda ironía!). Fecha esa que paradójicamente coincidió con un Congreso Latinoamericano de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Evento  este que tuvo marcada trascendencia porque ese acto de barbarie de desaparecer a las personas como política terror implementada por las dictaduras de la región en aplicación del “Plan Cóndor”, había permeado a sus pares continentales que fungían como árbitros de las nuevas  “dictaduras constitucionales” o “democracias restringidas”. Y en

 

Coronashock es un término que se refiere a la forma en que un virus golpeó al mundo con fuerza avasalladora; y a cómo el orden social en los Estados burgueses se desmoronó, mientras que el orden social en las partes socialistas del mundo parece más resiliente.

Este es el segundo de una serie estudios sobre el coronashock, cada uno dividido en varias partes. Se basa en un conjunto de artículos escritos por Ana Maldonado (Frente Francisco de Miranda, Venezuela), Paola Estrada (Secretaría de la Asamblea Internacional de los Pueblos y Capítulo Brasil de ALBA Movimientos, Zoe PC (People’s Dispatch), y Vijay Prashad (director del Instituto Tricontinental de Investigación Social).

 

Continúa aumentando dramáticamente el número de casos de Covid-19 sin que exista una adecuada preparación para atender la Pandemia del Covid-19, por ello la “Alianza Médica Sindical” dirigió ayer 1° de junio una carta a Iván Duque Márquez, quien ilegalmente ocupa el cargo de presidente en Colombia, gracias a la compra de votos con dineros del narcotráfico.

En ella le solicitan volver al confinamiento general “que garantice no siga aumentando el contagio con su respectiva carga de muerte”, garantizar una renta básica mensual para los millones de pobres, “que han sido los más golpeados por la Pandemia y sus efectos”, hacer efectiva la entrega de “Elementos de Protección Personal” para el manejo seguro de los pacientes y “dignificar el trabajo Médico” mediante un vínculo laboral estable.