Si el coronavirus deja expuestos los rasgos más brutales del gobierno de facto de Bolivia, el departamento de Beni es hoy su más triste ejemplo. Hace apenas un mes se detectó el primer caso de covid-19, pero ya son 1.242 las personas infectadas y 77 los muertos en esta humilde región de la Amazonia boliviana limitante con Brasil.
Beni es el segundo departamento más golpeado por la pandemia después de Santa Cruz, a pesar de ser uno de los menos poblados del país con medio millón de habitantes. Los casos se multiplicaron a tal punto que algunos cadáveres yacen en los domicilios por falta de féretros. En paralelo, debió instalarse un cementerio improvisado y exclusivo para
víctimas de la covid-19 e incluso sospechosos de contagio, lo cual implica que los muertos podrían ser muchos más que los reportados oficialmente. Beni se declaró en desastre sanitario tras el colapso de su sistema de salud: en medio del escándalo de corrupción por la compra de respiradores con sobreprecios faltan insumos, testeos y personal de salud.
En el departamento de Beni alrededor del 50 por ciento de los médicos del sector público dejaron de atender luego de contraer la covid-19; lo mismo ocurre con el 24 por ciento de su cuerpo de enfermeras. Cuando los casos de coronavirus se dispararon, el personal sanitario salió desesperadamente a pedir ayuda al gobierno nacional por la falta de materiales de bioseguridad, equipamiento e incluso medicamentos básicos como paracetamol. Por eso, esta semana llegaron trabajadores de la salud desde La Paz, y otro grupo de voluntarios se acercó desde Sucre. Pero se trata más bien de iniciativas particulares, distantes de la acción del Estado.
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«Nadie quiere trabajar en los centros de salud por temor. Si bien hay médicos que vienen de otros departamentos, va a ser para reponer lo que tenemos de baja y la saturación de nuestros hospitales», aseguró en diálogo con Página/12 Lino Mamani, concejal y presidente de la comisión jurídica del municipio de Trinidad. «Los hospitales están colapsados, no existen las condiciones sanitarias para la atención mínima de los pacientes afectados, el personal médico está entrando en una etapa de agotamiento y si no se toman medidas serias, va a colapsar aún más el sistema», destacó en el mismo sentido la ex Directora General de Asuntos Jurídicos del ministerio de Educación durante el gobierno de Evo Morales, Silvia Mejía.
A esto se suma que las pruebas para detectar la covid-19 se deben enviar al Centro Nacional de Enfermedades Tropicales de Santa Cruz, porque no se cuenta con un laboratorio en Beni. «Jeanine Áñez y (el ministro de la Presidencia) Yerko Núñez trasladan a sus seres queridos y a sus amigos en aviones del Estado, mientras en departamentos como Beni las pruebas son transportadas por vía terrestre, tardan días en llegar y otras veces ni llegan», dijo al respecto Jimena Tejerina, miembro de la red de Feminismo Comunitario Antipatriarcal.
Casa por casa
La flamante ministra de Salud de Bolivia, Eidy Roca, anunció que a partir del lunes primero de junio la ciudad de Trinidad, epicentro de la pandemia en Beni, será encapsulada y que personal médico saldrá a recorrer casa por casa en busca de pobladores que presenten síntomas de coronavirus. «Pero hasta el momento no hubo una respuesta firme del gobierno nacional», aseveró Mamani desde territorio beniano. «Acaban de llegar con seis ministros y lo primero que plantean es un encapsulamiento de siete días, una locura. Sin un diagnóstico, viene este gobierno a decirnos que durante siete días nadie puede salir. Y eso va a hacer romper la cuarentena porque el grito de hambre de los niños llega al corazón y hará que padres y madres rompan el aislamiento», agregó el concejal de Trinidad.
Con la empatía que caracteriza al gabinete de Áñez, el ministro de Defensa Fernando López advirtió el martes que los miembros de las Fuerzas Armadas no pueden convertirse en «niñeros» de cada beniano. «La tropa va hacer lo que tenga que hacer en la medida en que la gente deje ayudarse. No podemos pasar de ser una contención de primera línea a niñeros de cada uno de los pobladores en el Beni», manifestó López entrevistado por el canal ez-no-podemos-pasar-de-ser-una-contencion-de-primera-linea-a-nineros-de-los-pobladores-en-el-beni-o-en-bolivia/»>Unitel. Mal que le pese, la pandemia también golpea a la casta militar: sobre un ínfimo 0,15 por ciento de infectados de covid-19 dentro de la plantilla a nivel nacional, el 85 por ciento se registra en la ciudad de Trinidad.
El cementerio covid
En Beni hay muertes que no entran en los registros de la pandemia porque muchas víctimas fallecieron esperando las pruebas de covid-19, lo que hace suponer que el índice de mortalidad puede ser mucho mayor. Algo similar ocurre con los contagiados: varios se quedan en sus casas porque no hay espacio en los hospitales o porque recurren a la automedicación o a las medicinas naturales, una tradición muy arraigada en distintas regiones de Bolivia. Todos ellos son obviados por las cifras oficiales.
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Frente al aumento exponencial de fallecimientos, el municipio de Trinidad habilitó el primer cementerio para personas que fallecieron a causa del nuevo coronavirus. Este ya alberga a al menos 148 muertos: 57 confirmados por laboratorio y 91 sospechosos de haber sido portadores del virus. En el lugar, ubicado a ocho kilómetros por la carretera a Santa Cruz, se multiplican las cruces de madera donde a lo sumo los muertos son identificados con carteles escritos a mano. El «cementerio covid», como lo llaman en Trinidad, no es más que una llanura en medio de la vegetación tropical donde constantemente los tractores cavan fosas.
Marcela Cuéllar, vecina de la ciudad de Trinidad, detalló días atrás al diario La Razón el escenario que observa a diario en el cementerio: «Nosotros vemos cómo trasladan en cajones o sólo bolsas los cadáveres hasta fuera de la ciudad, ahí un tractor los coloca a la fosa. Los familiares están prohibidos de llegar al cementerio». Por su parte, el alcalde Mario Suárez le solicitó al ministerio de Salud nacional material de bioseguridad para el personal que traslada y entierra a los fallecidos.
Pero al gobierno de facto poco parece preocuparle la situación de Beni, en momentos en que se registran 7136 contagios y 274 muertos por coronavirus en todo el país. «Teniendo una presidenta beniana y ministros benianos no han tenido corazón para velar por la gente que está muriendo. Esto es lo triste, hoy aprueban recursos para municipios con menor cantidad de infectados pero no han tenido corazón para dotar los recursos económicos que necesitamos para atender esta pandemia», sostuvo Mamani, quien ya presentó dos proyectos que fueron aprobados en el municipio de Trinidad: la «Ley de prioridad de lucha contra el covid-19» y la «Ley de atención con alimento solidario e integral» destinada a todas las familias de Trinidad que viven del dia a día.
Es que Áñez aplica su mirada autoritaria frente a la política incluso en medio de la emergencia sanitaria. «La pandemia se está manejando de manera irresponsable. El presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos del Beni, Juan Acosta Callaú, falleció con síntomas de coronavirus, pero días antes denunció la forma en que los ministros se referían a la asignación de recursos en el departamento, indicando que no iban a tributar a la imagen política del gobernador de la bancada indígena y aliado al MAS, Fanor Amapo, y que por eso no iban a realizar desembolsos» aseguró Tejerina, y agregó: «De esa forma se está manejando el gobierno de facto: de una forma corrupta y racista porque la vida del pueblo no les interesa».
Informe: Guido Vassallo.
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