El abandono estatal, la violencia, las paupérrimas condiciones de subsistencia y las ganas de transformar la realidad han llevado a miles de campesinos a tomar la decisión de organizarse con sus comunidades y luchar a través de los años por mejores condiciones de vida, tal es el caso de Jorge Valbuena y Argemira Carreño, dos ancianos con 87 y 75 años respectivamente.
Tomamos un bus en la terminal de transportes de Duitama – Boyacá- y emprendimos este viaje por la vía nacional “Ruta de los Libertadores” atravesando municipios como Belén, Paz del Río y Socha, el páramo de los Venados y los Pinos, que hacen parte del complejo de Páramos de Pisba, para llegar al municipio de la Salina Casanare. Son 144 km de recorrido y cerca de 7 horas de viaje por esta vía que se encuentra abandonada y en deplorables condiciones.
Estando en el parque central de La Salina emprendimos una caminata por aproximadamente 1 hora, nos encontramos el verde de las montañas, fuentes hídricas que marcan nuestro camino, gran variedad de flora y fauna que nos llevaron hasta el sector de MateRosa en la vereda de Chinivaque, en donde nos esperaban estos dos campesinos que viven el día a día trabajando la tierra y criando animales, parte de las labores que han realizado toda su vida para subsistir junto con sus 12 hijos.
Luego de recorrer parte de la finca, nos sentamos a disfrutar de una taza de café mientras platicamos sobre su vida. Doña Argemira nacida y criada en La Salina y don Jorge, que llegó con sus padres y hermanos, cerca del año 1953 cuando tan solo tenía 20 años buscando tierra para poder vivir. Es allí en donde se conocen y deciden afrontar la vida juntos; recuerdan que en las veredas del municipio había solo “monte”, que fueron varias las familias que llegaron a colonizar y trabajar.
Con el paso de los años en la vereda había cada vez más personas, fueron apareciendo nuevos vecinos y vecinas, las necesidades también aumentaban. Cada familia tenía que andar varias horas, incluso días, por caminos de herradura para ir a pueblos cercanos a conseguir mercado, cosas de aseo, ropa y otros artículos necesarios. Lo que llevó a que en 1972 se organizaran y fundaran la Tienda Comunal de Chinivaque, realizaron una colecta para comprar el primer mercado que constaba de un bulto de arroz, una caja de manteca vegetal, una caja de jabón y 5 libras de espermas, dentro de los socios fundadores se encontraban don Jorge y doña Argemira.
Al ver la funcionalidad de la tienda decidieron hacer bazares y realizar una colecta con los socios para poder comprar mercado traído cada 15 días desde el municipio de Chita y transportando en mulas, tenían que atravesar parte del páramo por un camino que se llama “El Cardón” o “Las Escaleras” y andar varias horas.
Con el paso de los días la tienda comunal se fue organizando cada vez más y dejando utilidades para ampliarla, se conformó la directiva que se encargaba de poner los precios, llevar las cuentas y pagar los fletes llegando incluso a surtir de mercado a otras veredas como Rodrigoque, los Papayos, el Curo, Rionegro, Colorados y también el centro del municipio.
La comunidad a través de la organización realizaba mandatos y convites para arreglar pasos, caminos, carreteras y puentes, el almuerzo era comunitario, en algunas ocasiones cada uno aportaba lo que tenía o lo que se producía en su finca como plátano, panela, café, arroz, yuca, entre otros, y en otras se sacaba de la tienda para aportar.
Don Jorge quien hoy dice sentirse orgulloso de haber sido socio fundador de la tienda comunal y de hacer parte de una comunidad organizada, también fue durante varios años presidente de Junta de Acción Comunal. Recuerdan que trabajaban unidos para exigir que hubiese profesores en las escuelas, inversión en el campo, mejorar sus condiciones de vida y pensar en las futuras generaciones.
La estructuración en la Juntas de Acción Comunal – JAC – fue beneficiosa para la comunidad y la tienda ya que el Alcalde de esa época los amenazó con cobrar impuestos que debían pagar o de lo contrario la cerraba, así que buscaron acompañamiento y asesoría lo que los llevó a decidir que esta la iban a colocar como Junta, soportado todo su funcionamiento por medio de actas que hacían en cada reunión y que firmaban los 45 socios unidos y decididos a luchar.
El fortalecimiento comunitario y la lucha social, llevaron a que cada vez más personas quisieran asociarse y hacer parte de este proceso, por lo que se funda COOPMULSALINA que empezó a funcionar en el casco urbano del municipio, brindando a más personas la posibilidad de acceder a esta, el mercado era traído en carro desde los municipios de Socha y Chita hasta un lugar llamado “La Saranda” o “El Arenal” y ahí lo terminaban de mover en mulas.
La COOPMULSALINA de hoy
La cooperativa hasta el día de hoy ha tenido altibajos, algunos porque muchos de los líderes o socios fundadores murieron o por mala administración, pero esto no ha detenido la semilla de unidad, cooperación y organización que vuelve a germinar esta vez en manos de Elvinia Valbuena Carreño, hija de don Jorge y doña Argemira, quien desde el año 2015 se dio a la tarea de levantar este gran proyecto, administrando e impulsando la cooperativa en Chinivaque durante 3 años y hoy en día, desde el 2018, reestructurando COOPMULSALINA, como dice ella, “Ese sentimiento por lo social que me infundó mi padre no se perdió, no fue en vano, es satisfactorio, es una forma de aprender a valorar las cosas y hacer cambios en la sociedad. La necesidad de sacar adelante de nuevo este proyecto ha llevado a la comunidad a aportar nuevamente su granito de arena, pagando deudas de años anteriores y comprando los productos de mercado directamente en la cooperativa”
¿De dónde traen el mercado y los productos?
Ante la dificultad que tienen los campesinos de sacar la producción y comercializarla porque la “Vía Nacional” siempre ha estado en deplorables condiciones, el no contar con ningún seguro de venta y muchas veces tener que vender por debajo del precio de producción (como sucede en varios territorios) llegando incluso a regalarlos, nacen diferentes gremios productivos en el municipio como hijos de COOPMULSALINA entre los que se encuentran los gremios de cañeros y trucheros.
Es precisamente con estos gremios con los que se trabaja mancomunadamente, por un lado, comprando y comercializando los productos que ellos sacan, y por otro realizando canjes o “trueques” por cosas que se encuentren en la cooperativa.
La estructura administrativa está conformada por un consejo, una junta de vigilancia, gerente y representante legal, se generan alrededor de 3 empleos directos que están ocupados por personas de la comunidad en condición de vulnerabilidad, ofreciendo productos de calidad a propios y visitantes. La estructura física comunal cuenta con 2 plantas, en la primera la cooperativa, y en este momento la segunda se encuentra desocupada, luego de que la administración municipal años atrás se la entregara a la Policía y estos prácticamente la destruyeran.
Como fue mandatado en el 2018, cuando Elvinia asumió en cabeza de este proyecto, se están haciendo los esfuerzos necesarios para que a finales del 2019 se amplíe la cooperativa, se arregle el segundo piso y se ponga en funcionamiento una cafetería y venta de comidas rápidas que permitan beneficiar a más salineros.
Luego de esta enriquecedora charla con doña Argemira y don Jorge, dos personajes históricos del municipio, reafirmamos que son las comunidades organizadas las que siguen generando mejores condiciones de vida, por medio de la lucha constante ante el modelo de despojo del Estado colombiano, seguirán naciendo más hijos del campo popular que se piensen la transformación de los territorios.
https://trochandosinfronteras.info/un-proyecto-comunitario-y-cooperativo-para-la-vida-digna/