La reforma pensional que prepara el gobierno nacional es un engaño a todas luces. Aun cuando han mostrado a diestra y siniestra las bondades del proyecto de protección a la vejez, agarrando pueblo como la vieja película de Carlos Mayolo y Luis Osina, en 1977, lo cierto es que encierra perjuicios para la clase trabajadora en general. Eliminará el subsidio que se paga hoy en las pensiones, en el régimen de prima media.
Esa es la apuesta del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. Considera ese ajuste como necesario en detrimento de quienes, a duras penas, alcancen la jubilarse. Otra garantía elemental que se les arrebata a los obreros, como en la época en la que los niños malos llegaban a un grupo y al grito de “Maniguz”, se alzaban con todo.
Contraría lo que otrora anunció el presidente Iván Duque. A la eliminación del régimen de prima media (RPM) se suma el aumento de la tasa de cotización gradual. Grave por donde lo mire. Y quienes pagarán las consecuencias, son los asalariados de Colombia, cada día más sujetos a la precarización en sus ingresos al tiempo que los precios de la canasta familiar aumentan a un ritmo galopante.
Acabar con este régimen especial implicaría acabar con el pago de subsidios del Estado. El puntillazo final que pretende—por instrucciones de la OCDE y el FMI—eliminar garantías laborales y equipararnos al sistema de trabajo americano, que es por horas. Esa es la pretendida flexibilización del trabajo de la que habla el presidente Duque.
“Por donde lo mire nos van a golpear.”, me dijo don Luis Ángel Pérez, el mensajero de la oficina donde laboro. Él sabe que el panorama que se avecina es cada día más ensombrecido.
Los aportes a pensión de los trabajadores, pasarían del 16 por ciento al 20%, aunque de manera gradual, según ha prometido el gobierno de Duque (¿Se le podrá creer?). Sin embargo, hay ambigüedad sobre la forma en que ese recargo del 4% se distribuiría entre los trabajadores y/o empleadores.
Otra de las sorpresas que se avecinan y que saldrán a la luz cuando los colombianos estén comiendo natilla, buñuelos y manjar blanco—en navidad–, es la Ley de financiamiento o reforma tributaria con ajustes. Se procura aplicarles a todos los ciudadanos el déficit fiscal, consecuencia del mal manejo del país.
Con la presión que están ejerciendo el gobierno nacional y el sector económico sobre los congresistas, lo más probable es que año nuevo nos reciba con una nueva carga impositiva.
Esta realidad lleva a seguir construyendo, con una amplia participación, el paro nacional del 21 de noviembre próximo.
© Fernando Alexis Jiménez – @misnotasdeldia